Ajedrez: odisea mediterránea

El Amigo.


Interesantísima es la historia sobre la hazaña de Trípoli llevada a cabo por la Selección de Ajedrez de El Salvador. Que ocurrió en lejanas tierras, como es sabido, ganando. Hay opiniones diversas sobre este triunfo como es natural. Por mi parte creo que fue una proeza indudable. Conociéndola, decidí contárselas amigos míos para que ustedes la relaten a sus hijos y estos a los hijos de sus hijos. La cancha Trípoli-Libia era un terreno de tradiciones en el cual la Selección Salvadoreña de Ajedrez compuesta de 6 jóvenes capaces, más un capitán de equipo y el Jefe de Delegación, demostraron espíritu de combate a toda prueba. Entre la 7ª, 8ª y 9ª rondas el equipo se perfilaba ganador. Solo eso era ya un prodigio. Sin embargo, una batalla no se gana hasta que ha terminado, dice un sabio proverbio. Y así fue. El equipo no arrió banderas y sin compasión buscó el triunfo en cada encuentro acumulando el máximo de puntaje. Como si cada partido fuera el último, decisivo. De hecho, tuvo éxito. Ganó encuentros importantes incluyendo contra Turquía que era uno de los favoritos al que doblegó 4 -0. Esto fue casi iniciando en la 3ª ronda; un golpe de efecto que los sorprendió sin duda. Tal suceso encendió las alarmas, el foco rojo entre analistas y periodistas que cubrían la competición enfocando sus lentes de aumento sobre El Salvador. Turquía contaba con un Maestro Internacional, Inhán Omat, a quien venció el salvadoreño Boris Pineda. Otra estrategia fue alternar reservistas con titulares dando confianza al grupo; ganando a su vez prestigio ante moros y cristianos. Contaba con la juventud, un mismo nivel técnico y entusiasmo entre los 6 jugadores.

Dicho éxito no fue gratis, repito. Trabajaban intensamente. Su convicción era, según relatan: Ayúdate que te ayudaré. Que los animaba al recurrir a la Divinidad-Dios. Antes del alba, el “muecín”, pregón o gritador hacía el llamado a la oración desde los minaretes o torres de las Mezquitas Islámicas. De hecho, un nuevo día había comenzado y la representación salvadoreña se preparaba a sus tareas. El llamado musulmán a la oración se repite 5 veces al día imprimiendo sabor místico al ambiente. En este orden de ideas, el Tte. Coronel Majano Ramos, Jefe de la Delegación, sin tener conexión con esa convocación religiosa, hacía el suyo propio a la salida del Sol en el Oriente. Invocación silenciosa al Supremo Creador. Dios y la fe no pueden faltar. No era fanatismo de ningún modo, han hecho saber, si no interiorización, un viaje hacia a el otro yo. ¿Qué hacer este día? Sentado en las bancas y sillas de un café del Hotel al aire libre, se reunía con el Capitán del Equipo y jugadores que uno a uno llegaban después del desayuno. Salvador Infante resultó ser valioso como jugador y coordinador. Diseñaban toques y adornos a la estrategia a emplear. ¿Conspiración? ¿Por qué no? En ajedrez cada partido es un plan secreto para derrotar al oponente. Es guerra de ideas, estrategia. Trabajaban, acordaban, tenían capacidad. Es la pura verdad.

Cosa aparte es decir que deslumbrante se ve el Astro Rey en los desiertos de Libia y África al levantarse en el horizonte. Luz y poder derrama sobre los seres vivientes en la tierra. Y la vida en este país islámico cobra acción. “¡Dinar! ¡Dinar!” Gritaban los comerciantes ofreciendo sus productos en la calle. Por otro lado, ¡ni una gota de bebidas alcohólicas! Dice la ley y se cumplía. Hacía sufrir a más de algún latino entre ellos los nicaragüenses que no son lentos en el arte de libar. La amistad y camaradería fue una norma. Los salvadoreños hicieron honor a este llamado fraternal del corazón. Contemplando el inmenso Océano que se atisba frontalmente, podía pensarse en Ulises, el Odiseo. Maestro del engaño. Por esas aguas anduvo deambulando a su regreso a Ítaca, Grecia, después de derrotar a los Troyanos con su ingeniosa idea del Caballo de Troya. Se pueden imaginar los lectores, una propuesta de paz que llevaba chile, los dados cargados. Soldados griegos iban en la panza del caballo. La derrota de Troya fue total. Dura lección.

En esas costas mediterráneas también los ajedrecistas salvadoreños hacían su Odisea deportiva próximos a la gloria. En lo profundo de ese mar, en la mítica Isla de Eea fue retenido Ulises por Circe la hechicera. Sosteniendo uno de los diálogos más famosos que existen en el mundo. Enamorada de él, Circe le ofreció la eternidad. “No te marches y hoy el Olimpo conocerá un nuevo Dios, Ulises.” Dijo Circe. “No. Hay dones mejores; nacer, morir y en el intervalo vivir como un hombre.” Contestó Ulises. “¡Si, vivir como un hombre temblando de miedo!” Circe. “Solo quien tiene miedo conocerá la grandeza del valor.” Ulises. El diálogo es solemne. “¡Superen el miedo y conocerán la victoria!” Dijo otro gran héroe griego. En Trípoli los salvadoreños traspasaron esa línea. Con las pilas puestas ni a un Maestro Internacional estaban dispuestos a perdonar. Tirar al hígado era la consigna. Ganaron y perdieron, cierto, es asunto del juego pero la moral iba en alto.

Dije en artículo anterior que el Tte. Coronel Majano, Jefe de Delegación, comentó a un organizador su conocimiento del África Korps en Libia, al mando del Mariscal Erwin Rommel, alemán, en la II Guerra Mundial. Terreno minado que pisaban los salvadoreños en su propia campaña de ajedrez para ganar la Contra-Olimpiada Internacional. “Célebre fue la batalla del Alamein –agregó– con una retirada de tropas espectacular.” Lo traicionó su vocación profesional. Se dieron cuenta que era militar salvadoreño y el trato de ahí en adelante fue otro, bueno gracias a Dios. En cortesía lo pasaron a un cuarto amplio del Hotel. El Ministro del Interior, un Mayor del Ejército compañero de Khadafi, en una recepción para las Delegaciones asistentes lo invitó especialmente a su Tienda de Campaña. Estaban así mismo miembros italianos y bellas féminas que los acompañaban. Sostuvieron una plática donde el Ministro contó a Majano la manera cómo derrocaron al Rey Idris, monarquía. Hablaban uno a uno a los oficiales al graduarse en la Academia Militar, dijo, logrando adherirlos a su causa. En conclusión diríamos que, como cortados con la misma tijera los militares de aquí, allá, El Salvador y cualquier parte del globo actúan de la misma manera. Sin diferencia.

Otro día, las Delegaciones fueron de excursión a una reservación campesina al Oriente de Trípoli. Alrededores de Al Khums, rumbo a Misurata, si no me equivoco. Inauguraban un proyecto-cooperativo niña bonita de los ojos de Mohamar Khadafi. Él estaba en el cenit, líder indiscutible. Fue un día de fiesta, con música, carreras de cinta a caballo. A todo dar. Al atardecer llegó Khadafi en atuendos blancos, para sus seguidores parecía una divinidad. Lo aclamaban. Recuérdese que los países árabes en su mayoría son Teocracias donde el líder político a la vez es cabeza religiosa; representante de Alá. Igual que Pontífice Máximo o Papa entre los Cristianos. “Es un acto a lo Mousolini, de unidad, faccio.” Comentaron algunos libios a los salvadoreños. Sin embargo, estos con prudencia, “machete estate en tu vaina”, dijeron para sí, ni hablaron, se estuvieron quietos. El cuerpo diplomático entero, Embajador estadounidense, alemán, francés, inglés, etc. estaban presentes. Para no dar largas al asunto, el acto fue a lo grande. Una experiencia a ser vivida. Informado Khadafi de la presencia del militar salvadoreño, interrumpió el discurso para saludarlo en público. El acto culminó con la entrega de tractores nuevos a la reservación campesina. En otra ocasión se efectuó una visita al Palacio del Pueblo, otra a la Asamblea Anual de Delegados Populares. En fin, la historia es larga, abreviaremos. Lo más importante de la Odisea Mediterránea de los salvadoreños en Libia fue que en la 9ª y 10ª rondas de 13 en total, el equipo cuscatleco de ajedrez sentía el sabor del triunfo en la Contra-Olimpiada Internacional de Trípoli. ¿Cuál fue el final de este ajetreo? Concluiré el relato de la epopeya deportiva guanaca en el siguiente artículo. *

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