Ricardo Martínez Martínez.
El mayor consorcio de servicios financieros del planeta Citigroup Inc. enfoca inversiones agresivas en Latinoamérica, sobre todo en un periodo del relanzamiento de las tesis del neoliberalismo en países con mercados de producción en petróleo, minerales y uso de grandes cantidades de agua.
El monstruo de las inversiones de mediano y largo plazo con sede en Nueva York pero con subsidiarias en 160 países, articula una red de empresas productivas de la construcción, exploración de aguas subterráneas y petróleo con “endeudamientos blandos” para iniciar una nueva era de acumulación de capital que promete extenderse en todo el continente.
Drenar recursos desde Latinoamérica a los países centrales parece algo usual desde siglos atrás, pero en la actualidad esto se presenta con cierta modalidad técnica y exorbitante acumulación de capitales nunca antes vista en la historia del capitalismo.
La inversión financiera de los bancos, especialmente ahora del Citigroup, está anclada en la extracción de minerales, hidrocarburos, agua y todo lo que se encuentre en el subsuelo.
Citigroup se concentra en los negocios sobre algunos recursos no renovables energéticos y mineros.
La inversión de moda por la que han optado es la fracturación hidráulica o también conocida como fracking para extraer petróleo y gas que se encuentran de 1 a 5 kilómetros de profundidad y de 1 a 5 kilómetros o más hacia los lados, para la cual se necesita miles de millones de litros de agua y de miles de kilómetros de extensiones de tierra.
En Centroamérica, el grupo financiero alista sus inversiones en los rubros de la minería, hidrocarburos y agua dulce de consumo masivo. Para ello, Citigroup mutó en 2014 de ser banca de consumo a banca de inversiones “diversas”.
En El Salvador, el Banco Cuscatlán ligado a este emporio financiero, presiona para la privatización del agua; en Nicaragua, El Lago Cocibolca, la más grande riqueza de agua dulce en la región, es amenazada por el uso del vital líquido para embasamiento y consumo turístico; en Guatemala y Honduras, los mantos freáticos donde nace el Río Lempa están siendo acechados por la minería metálica.
Los resultados previsibles de esta nueva modalidad de inversión financiera es que las cuencas de agua, las zonas presumibles con minerales codiciados y los hidrocarburos, serán apropiados por el sector bancario y sus aliados para consumarse así el despojo de tierras y fuentes de agua, así como la privatización de los recursos vitales de las naciones.