Manuel Robles Sosa.
Con el debilitamiento de la integración por decisiones de gobiernos derechistas, América Latina retrocede a las épocas del llamado interamericanismo bajo dominación del imperio, advirtió el consultor peruano Alberto Adrianzén.
El exconsejero presidencial de su país y consultor en política internacional y temas migratorios, hizo la reflexión en la presente entrevista con Prensa Latina, al analizar las decisiones de los gobernantes de Colombia, de abandonar a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y de Ecuador, de retirarse de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
-¿Qué significado tienen los retiros de Colombia de Unasur, y de Ecuador del ALBA, para la integración latinoamericana?
-El fracaso de los intentos por poner en marcha procesos no solo de integración económica, sino también política. La salida de Colombia de Unasur, el retiro sin fecha de regreso de otros países como Perú, Chile, Argentina y Brasil también de Unasur, así como el abandono sorpresivo de Ecuador del ALBA, constituyen la mejor demostración que una mayoría de gobiernos de América del Sur -y yo diría de la región- no quieren crear mecanismos políticos internacionales para convertir a Suramérica en un actor relevante en el actual proceso de reestructuración del sistema internacional. En parte por los propios errores de los gobiernos progresistas y también porque la derecha regional ha ganado terreno en estos últimos años.
Dejar de lado la integración regional creyendo que lo más importante es la integración individual de los países al mercado mundial resulta un gran error. Más aún ahora que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto al bilateralismo dejando de lado el multilateralismo, como se puede observar en el reciente Tratado de Libre Comercio modificado, firmado con México. Y si a todo ello le sumamos la crisis de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del sur (Mercosur), como las dificultades de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), queda claro que el casi único foro internacional para discutir los problemas regionales o subregionales será la Organización de Estados Americanos (OEA), que como bien sabemos está dominada por Estados Unidos. Estamos volviendo al viejo interamericanismo con imperio.
-¿A quién favorece el debilitamiento de la integración regional?
-A los Estados Unidos y los gobiernos de derecha que hoy existen en la región, que hoy se disputan quién es el preferido de ese país y apuestan antes que por mecanismos regionales propios, por sumarse al proceso de globalización de manera individual, al margen del futuro de la región. Una vez más las elites prefieren la conexión directa con EE.UU. que la integración regional.
-Además del acuerdo de libre movilidad de ciudadanos entre los países de Unasur, solo con carné de identidad, ¿qué otros logros integracionistas pueden perderse si esta organización sucumbe?
-Hay varios. El primero es la creación de mecanismos propios de seguridad. Hoy América del Sur no cuenta con instituciones capaces de coordinar para hacer frente a este fenómeno. La Comunidad Andina no funciona, tampoco Mercosur y Unasur está en crisis.
Otros temas tienen que ver con proyectos de integración física como también la posibilidad de coordinar, como se intentó en un primer momento en Unasur, de tener posiciones comunes ante la inversión extranjera, el tema de la explotación y precios de las materias primas. Así como también la de promover una ciudadanía suramericana que es muy importante si tomamos en cuenta el actual contexto de la migración venezolana.
-¿El gobierno de Perú también se retirará de Unasur?
-Yo creo que finalmente el Perú se va a retirar de Unasur. Va a seguir el camino de Colombia que no es otro que el camino que se trazó el llamado Grupo de Lima durante la última Cumbre de las Américas, justamente en Lima y resulta, en mi opinión, un instrumento más de los EE.UU. para mantener su hegemonía y dividir a los países.
Hoy se repite la historia: las elites optan por los intereses de los EE.UU. y no por los de la región, es decir de sus pueblos. Esa ha sido la pauta hasta ahora en la región, pese a los intentos progresistas de estos últimos años.
-¿Es la Alianza del Pacífico (comercial) una alternativa de integración latinoamericana? ¿Cuáles son sus límites?
-No es una alternativa. Mientras que la Alianza del Pacífico promueve el libre tránsito de mercancías y de capitales, no promueve lo fundamental de la integración: la cercanía de países y pueblos de la región.
Una cosa es integrarnos a una globalización de manera subordinada y con escaso margen de juego y otra participar de la globalización como una región integrada política, económica y culturalmente. El mercado mundial no crea identidades regionales. La integración regional, sí. Y ahora estamos cada vez más lejos de ese objetivo.