La baja autoestima y la asertividad

(Por: Francisco Parada Walsh)


Se define como: “La expresión de los derechos y sentimientos personales sin agredir a otros y sin permitir que nos agredan”. Una conducta asertiva nos permite poder hablar de nosotros mismos, dar y aceptar cumplidos, hacer peticiones a todos los niveles, discrepar de manera abierta de las opiniones de los demás, pedir aclaraciones y poder decir “NO”.

En psicología cuando se habla de asertividad se toman como punto de partida tres estilos de comunicación interpersonal: La persona agresiva, La persona sumisa o pasiva y ante los anteriores esta la persona asertiva. Después de leer los resultados de la investigación “Análisis de sobrepeso, obesidad, actividad física y auto estima de la niñez en una región educativa salvadoreña” presentado por el Licenciado Boris Iraheta se encienden las alarmas pues los datos apuntan que El Salvador tiene los niños escolares con el nivel de auto estima más bajo de Centro América siendo un 52.9% y por el otro lado, tenemos a una Costa Rica con la tasa de auto estima más alta: 26.7%. Además el 18% de los niños estudiados tienen sobre peso, un 5% obesidad y tiene relación con la actividad física que tienen; un 53.7% de los niños que participaron en la indagación tienen un nivel bajo de movilidad física.

Con esa cifra nos convertimos en el país con el índice más alto de sedentarismo y de baja auto estima. Pareciera que los anteriores datos son sólo cifras de un estudio más que se hace en El Salvador, pero llama la atención los resultados anteriores con una relación directa con la indolencia: A mayor asertividad menos indolencia y a mayor indolencia menos asertividad.

Esto que está pasando es grave pues en conversaciones con amigos hablamos de esta genética perversa donde el ADN salvadoreño viene cargado con una indolencia eterna; esa era mi hipótesis pero cuando hay un estudio realizado por profesionales y obtenemos tan bajos resultados es para revisar que está pasando en nuestra sociedad pues estos niños serán padres con baja auto estima y poca o nula asertividad.

Entonces ¿Parir generaciones de niños con baja auto estima, pocos asertivos y alta indolencia es algo pasajero en nuestras relaciones y estilo de vida?: No, no es algo transitorio, así camina El Salvador, somos pocos tolerantes a las críticas, vivimos en una burbuja donde todo gira alrededor nuestro, somos incapaces de tener empatía por otra persona y sobran ejemplos: Ser maleducados en nuestro manejar, violentos, malcriados, taimados, oportunistas; creemos que tener un trabajo debe ser para rendir pleitesía al amo inmortal cuando el trabajo es inherente al ser humano como lo es el hambre, el sexo, la diversión. Siempre he dicho que en lugar del mundo que un salvadoreño se encuentre se hace notar, sea por su caminar desgarbado y cabizbajo, sonreír por todo y tantas cualidades que nos hacen tan diferentes.

¿Cómo puede ser que entre apenas cinco países con rasgos culturales similares ocupemos el primer lugar en la más baja auto estima?: Así de patas arriba camina el país; personalmente hay dos situaciones que me basta para darme cuenta de la nula asertividad, baja auto estima y una vergonzosa indolencia; una de ellas es cuando publico algo en ese muro llamado Facebook que muchos leen pero todos callan, pueda ser que en su mayor intimidad estén de acuerdo con la información publicada pero es mejor callar, “Cállese hijo, no se meta en problemas”, entonces criamos generaciones de niños cobardes, temerosos, pusilánimes como los padres donde el ejemplo familiar es la raíz de esas fallas en esos patrones conductuales.

El segundo ejemplo es un empleado que tenía mi familia política, Abelino era aquel campesino sumiso, no hacía contacto visual, sus “Buenos días patroncito” me ofendía pero una vez que Abelino se tomaba un trago se convertía en una bestia, ya no era su patroncito sino “Doctor patas secas, doctor patas secas, viejo hijueputa”. Desde hace años opinaba que todo salvadoreño lleva un Abelino bajo su piel y sea el detonante que sea que nos trasforma en la persona agresiva que es un salvadoreño promedio, por eso “Mejor me callo y ya no escribo más, no vaya ser que se moleste fulanito y tanto que le agradezco a mi jefe por el trabajo que tengo, sino fuera por él no comiera”. Miseria humana.

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