Esta semana varios líderes de protestas antigubernamentales en Nicaragua han sido condenados a prisión por la implicación en la muerte de cuatro policías y un civil en un ataque en julio de 2018.
«El régimen de Ortega ha sentenciado a 550 años de prisión a tres líderes campesinos por su papel en las protestas de 2018 en las que las fuerzas policiales de Ortega supuestamente mataron a 300 activistas. Como dijo el presidente Trump el lunes, los días de Ortega están contados y el pueblo nicaragüense pronto será libre», ha declarado este miércoles a través de su cuenta de Twitter el asesor de Seguridad Nacional de EE.UU., John Bolton.
Se trata de Medardo Mairena, considerado por la Policía nicaragüense como «terrorista» que «organizó y ordenó» aquel ataque, Pedro Mena y Luis Icabalceta. Los tres han sido condenados a 216, 210 y 59 años de prisión respectivamente.
Bolton considera los actuales Gobiernos de Nicaragua, Venezuela y Cuba como la «troika de la tiranía«, que genera inestabilidad en la región y causa sufrimiento humano. El lunes Donald Trump sugirió que el «gran potencial» de estos países se desbloquearía con el colapso del socialismo y el comunismo, agregando que EE.UU. busca «una transición pacífica del poder, pero todas las opciones están abiertas«.
Rencores ideológicos
Ortega se convirtió en presidente de Nicaragua en 1985 tras encabezar la Revolución Sandinista de 1979. La Administración de Ronald Reagan destinó considerable ayuda financiera en apoyo a los Contra, una fuerza paramilitar contrarrevolucionaria compuesta por antiguos miembros de la Guardia Nacional de la dictadura derrocada, en la guerra civil que duró prácticamente una década.
Durante la Administración de Reagan, Bolton era un especialista legal y ocupaba altos cargos en la Casa Blanca, siendo más que testigo de sus esquemas para saltarse la prohibición del Congreso, de mayoría demócrata, de ayudar a los militantes de la oposición con apoyo de la CIA.