De nuevo volvió aparecer el comentario crítico del futuro Presidente de la República, que denota una visión del sindicalismo no muy apropiada al expresar palabras como “inconstitucional, ilegal” y una serie más de comentarios negativos hacia la organización sindical, acá empieza a delinearse alguna de las visiones que el futuro presidente vaya tener al respecto de los sindicatos constituidos y su desarrollo como interlocutores válidos y legítimos ante la administración pública como empleador.
Toda esa andanada de comentarios negativos de personas que aparentemente se sienten ofendidos que las personas trabajadoras sin distinción alguna, ejerzan su derecho constitucional art.47 y derecho humano fundamental declarado por la Organización Internacional del Trabajo-OIT-Declaración OIT, 1998.
Por tanto hacer un sindicato estaría significando un importante avance en el desarrollo humano de las personas que trabajan para mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, y enfrentar el poder de la otra parte, que su objetivo es la ganancia y la explotación en la producción de bienes y servicios. Es de recordar la cultura anti sindical que ha llevado a un ejercicio desde el clandestinaje y con muchísimas víctimas por la represión política.
Esta cultura antisindical ha conducido a que los estamentos de la sociedad como el militarismo en una época, burguesía en otros momentos y en reciente data partidos políticos empresariales actuando como maquinarias electorales, además de transnacionales y capitales corporativos nacionales colosales, vean la organización sindical como correa de transmisión de sus intereses, además de venales de los derechos laborales, una desviación de las personas que no entienden la acción y causa sindical.
No es un problema que el instrumento sindicato sea obsoleto y anacrónico, al pretender ligarlo a grupos ideologizados y ocupando el tiempo para la defensa laboral de manera abusiva y arbitraria. Son las personas que por momentos históricos los ocupan con las deformaciones de una cultura arribista, oportunista y corrupta—como se dice “quien esté libre de pecado que lance la primera piedra”.
Rasgarse las vestiduras con una moral cívica no muy objetiva hacia los sindicatos, es disponer de una visión del sindicalismo bastante miope y nada abierta a ver a los grupos laborales diversos, sino incorporamos una visión de la realidad de los derechos laborales en general de las personas que trabajan que vivencian una fuerte explotación y expoliación laboral, no comprenderíamos por qué el 70% de la población se inserta en el trabajo independiente, por cuenta propia y sin relación laboral; es decir la falta de empleo ¿es culpa de los sindicatos y no de la economía y de los grupos de poder? Necesitamos un Estado fuerte que pueda cubrir las necesidades sociales—que cumpla con la tutela laboral y los estándares de una efectiva satisfacción de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Y eso trae aparejado cambiar y transformar el poder y sistema que domina la sociedad.
Los sindicatos son necesarios para el balance del poder, todo ser humano necesita laborar para obtener ingresos que le permitan satisfacer sus necesidades, y en esa actividad laboral adquiere derechos, en tanto hay legislaciones que los han incorporado como tales, pero que desde la otra parte de la relación laboral, quienes ejercen el rol de empleadores públicos y privados, no los ven así y los violentan de manera cínica y arbitraria, y la tutela legal es deficiente y por momentos hasta corrupta, así tenemos despidos, no enterar las obligaciones de ley, una alta inestabilidad laboral que no permite programar el futuro de cada persona trabajadora que le limita su desarrollo humano y familiar. A esto agreguemos salarios bajos, sin prestaciones, en condiciones de trabajo inseguras e insanas que incrementan los riesgos laborales, sin protección hacia la maternidad, hacia los derechos de la diversidad sexual, de las personas con discapacidad y de poblaciones originarias. Es decir el mundo del trabajo es abusivo y violador de derechos—especialmente las libertades sindicales—por la parte que tiene la calidad de empleador, y se necesita del sindicato para una defensa laboral de todos los días.
Si hacerlo desde una posición de desventaja y con una cultura anti sindical generalizada de la sociedad, hace todavía más difícil la emancipación y la lucha por la causa sindical, y ello no nos hace exentos que la deslealtad, la traición, el oportunismo y las visiones sindicales abusivas y arbitrarias, de algunos sindicalistas anulen sus bondades y noblezas contra el poder económico y político imperantes.
*Sindicalista salvadoreño