La intolerancia religiosa, el fenómeno que está «fracturando» a Brasil

La demonización de las religiones afrobrasileñas por parte del neopentecostalismo continúa creciendo y preocupa a Naciones Unidas. El antropólogo Nicolás Guigou habló sobre el surgimiento de un fenómeno que se ha vuelto aún más peligroso con la llegada al poder de Jair Bolsonaro.

Las tres cuartas partes de los mayores conflictos del mundo tienen una dimensión cultural, advierte Naciones Unidas, que fijó el 21 de mayo como el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo.

En su conmemoración, la organización remarca que «superar la división entre las culturas es urgente y necesario para la paz, la estabilidad y el desarrollo».

El propio organismo coloca la situación de Brasil como uno de los escenarios a seguir de cerca en este sentido, dado que el avance de la «intolerancia religiosa» se ha vuelto cada año más preocupante.

En efecto, un estudio de la Secretaría Especial de Derechos Humanos de Naciones Unidas publicado en 2017 advertía que el país suramericano había registrado casi 700 denuncias por intolerancia religiosa entre 2011 y 2015.

La intolerancia es sufrida principalmente por las religiones afrobrasileñas. Como ejemplo basta tener en cuenta que el 71,15% de las denuncias por intolerancia religiosa recibidas entre 2012 y 2015 en Rio de Janeiro por el Centro de Promoción de la Libertad Religiosa y los Derechos Humanos (Ceplir) tuvieron como víctimas a quienes profesan esas creencias.

Nicolás Guigou, antropólogo uruguayo que ha estudiado la religión en Brasil, dijo que las religiones afrobrasileñas como el umbanda, el candomblé, el quimbanda y varias más, siempre fueron estigmatizadas dentro de Brasil, tanto por las ‘élites’ como por sectores más conservadores del catolicismo.

Sin embargo, el surgimiento en Brasil del neopentecostalismo a finales de la década del 70 incrementó los ataques. La estigmatización continuó creciendo al mismo tiempo que el neopentecostalismo ganaba terreno en Brasil, consolidándose en los años 80 y «explotando» definitivamente en los 90, apuntó el antropólogo.

Guigou señaló que a partir de ese momento las religiones afrobrasileñas comenzaron a ser consideradas «religiones demoníacas» y desde los cultos neopentecostales se las acusó de ser «responsables del mal» en la vida de las personas e incluso de todo el país.

«Se decía que Brasil andaba mal porque había mucha macumba (término utilizado para referirse coloquialmente a todas las prácticas de las religiones de origen afro), muchas entidades», refirió el experto.

Según Guigou, la animosidad contra las religiones afro «es constituyente» del neopentecostalismo y  algunas de sus iglesias, como la Iglesia Universal del Reino de Dios, una de las organizaciones religiosas más poderosas de Brasil, «no pueden vivir sin las religiones afro como enemigo».

En ese sentido, apuntó que las decenas de libros publicados o exorcismos de exintegrantes de religiones afro fueron abonando la «demonización» y, además de arrebatarle millones de fieles dentro de Brasil, lograron que los ataques no se quedaran únicamente en lo discursivo.

El experto señaló, al respecto, como varios terrenos de comunidades afrobrasileñas fueron incendiados en los últimos años.

Para el antropólogo, el neopentecostalismo se muestra como una religión «sumamente intolerante» en virtud de una cosmología en que se autopercibe «guerreros espirituales en situación de guerra contra el mal, que se manifiesta a través de entidades que le hacen mucho mal a las sociedades».

Incluso, apuntó, la cosmología sustenta un «diagnóstico geopolítico» en que «países que tienen mucha macumba, como ellos dicen, como Haití o Brasil antes de que llegaran al poder político, siempre van a ser castigados».

Guigou advirtió que el enfrentamiento religioso «ya está fracturando» a la sociedad brasileña. Un proceso que según el experto se incrementa con las políticas aplicadas por el Gobierno de Jair Bolsonaro, muy vinculado a estos movimientos.

«El tema de los derechos humanos es bastante afectado por el neopentecostalismo», reflexionó Guigou, que mencionó el rechazo a la legalización del aborto o la educación sexual, el desinterés por las minorías o la inacción ante denuncias de agresiones religiosas y sexuales como elementos clave para entender el fenómeno.

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