(Por: Valentina Raffio)
Hace exactamente 50 años, el hombre logró dejar su huella en la Luna. Esta histórica hazaña espacial, de la que ahora se conmemora por todo lo alto su aniversario, supuso un antes y un después en la historia de la humanidad.
Incluso ahora, que ya se empiezan a plantear futuros proyectos de exploración de Marte, hay quienes sostienen que nada estará a la altura de la primera vez que el ser humano logró superar la barrera de la Tierra.
Y quizás sea por eso que este histórico evento ha quedado impreso en los recuerdos de todos aquellos que tuvieron la suerte de vivirlo en directo.
Eran la tarde del 20 de julio de 1969 cuando el módulo lunar ‘Eagle’ se posó con éxito sobre la superficie lunar. Tras un breve y obligado descanso, el comandante de la misión, Neil Armstrong, se preparaba para aquel que definiría como «un gran paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad». Mientras, en la Tierra, el mundo entero permanecía expectante.
El evento fue televisado en directo ante 600 millones de espectadores. Cuando Armstrong asomó por la compuerta del ‘Eagle’, ya no hacían falta palabras para describir cómo fueron los primeros pasos de Armstrong y Aldrin sobre la Luna, aunque las hubo, y de la pluma de periodistas como Oriana Fallaci que vivieron el alunizaje desde el mismo centro de control de la NASA.
Las imágenes hablaban por sí solas. La primera excursión lunar trajo de vuelta centenares de vídeos e instantáneas de aquella histórica hazaña que rápidamente inundaron todo el planeta. La gran hazaña lunar, de hecho, coincidió con la etapa dorada de los medios de comunicación audiovisuales.
Y es gracias a su testimonio que ahora, 50 años después, podemos saber cómo se vivió y, sobre todo, cómo se contó la llegada del hombre a la Luna.
Despliegue mediático
La misión ‘Apolo’ fue, bajo diferentes puntos de vista, como una gigantesca campaña de márquetin. La agencia espacial estadounidense necesitaba vender la gran hazaña espacial como un logro científico y tecnológico sin precedentes y, a su vez, como un gran espectáculo planetario.
Para ello, NASA envió a los medios de comunicación de la época todo el material necesario para cubrir el evento. El ‘kit de prensa’, de unas 250 páginas, incluía información detallada sobre cada uno de los componentes, artilugios y recursos de la misión.
También se proporcionaron diapositivas con todas las imágenes captadas durante la misión para dejar testigo visual de la hazaña espacial. En el libro ‘Marketing the moon’, David Meerman Scott y Richard Jurek explican que el objetivo de todo aquel gran despliegue de recursos era «implantar esperanza y expectación dar forma al espíritu de la gente sobre la carrera espacial».
El parque Disney ‘Tomorrowland’, por ejemplo, proyectó en directo el alunizaje a pocos metros de la atracción ‘Flight to the moon’. En prácticamente todo el mundo se encendieron pantallas gigantes y televisores en bares, avenidas y demás zonas públicas para que todos pudieran aguardar la gran hazaña espacial. Incluso se cuenta que aquel día en Estados Unidos bajaron los índices de criminalidad porque el país entero permaneció pegado a una pantalla.
«El despliegue mediático fue impresionante», explica Xavier Duran, divulgador científico y autor de ‘Franquisme via satèl·lit’, un libro de análisis sobre la cobertura mediática de la carrera espacial en la prensa de Barcelona.
«Periódicos, radios y televisiones reaccionaron con mucho entusiasmo a la misión ‘Apolo’. En la mayoría de los casos, se hablababa de manera muy rigurosa del logro científico, tecnológico y humano que suponía enviar a un hombre a la Luna. Pero también hubo quien fue más allá y planteó especulaciones demasiado atrevidas sobre cómo iba a cambiar la exploración del espacio a partir de aquello», comenta el experto.
Entusiasmo a parte, los medios de comunicación destacaron desde el primer momento la relación entre la carrera espacial y la armamentística.
Y, claro está, las implicaciones geopolíticas. «Todo este contexto no afectaba de manera directa a la información que se proporcionaba, sino más bien al relato», argumenta Duran. En los países afines a Estados Unidos, por ejemplo, se hacía hincapié en el riesgo que suponía que la Unión Soviética se adelantara.
Y, a su vez, se alababa cada avance americano como un bien universal. «Los fracasos estadounidenses siempre iban acompañados de grandes lamentos y frustración, mientras que los éxitos soviéticos, si bien eran celebrados, solían suscitar cierta inquietud», comenta el divulgador.
Y es por eso que, en parte, la llegada a la Luna se retransmitió como un gran éxito no solo para Estados Unidos sino para toda la humanidad.