La falta de sueño no necesariamente tiene un nivel mínimo requerido. Basta con no dormir lo suficiente. Según la National Sleep Foundation, dormir de forma idónea está entre 7-9 horas diarias para adultos. Por lo tanto, dormir menos de esta cantidad de horas durante un período de tiempo prolongado significaría que tenemos falta de sueño, a menos que se encuentre en el pequeño porcentaje de la población considerada de “sueño corto”.
No debemos olvidar que la falta de sueño puede provocar accidentes. El accidente nuclear de 1979 en Three Mile Island, por ejemplo, fue un factor importante en este desastre de la historia reciente. Pero la pérdida de sueño también es un gran peligro para la seguridad pública cada día… en la carretera. La somnolencia puede retrasar el tiempo de reacción tanto como conducir ebrio.
Los estudios demuestran que la pérdida de sueño y la mala calidad del sueño también provocan accidentes laborales y lesiones en el trabajo. Además, aquellos que duermen poco, también se dan de baja más días de enfermedad por accidentes.
Si alguna vez has pasado una noche dando vueltas, ya sabes cómo te sentirás al día siguiente: cansado, irritable y de bastante mal humor. Pero la ciencia nos ha demostrado que no contar con las 7-9 horas de sueño nocturno recomendadas provoca muchas más consecuencias que hacerte sentir aturdido y malhumorado: el impacto en nuestra salud puede ser devastador.
La falta continua de sueño se ha asociado estrechamente con hipertensión, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, obesidad, diabetes, depresión y ansiedad, disminución de la función cerebral, pérdida de memoria, un sistema inmunitario más debilitado, tasas de fertilidad más bajas y trastornos psiquiátricos.
Teniendo en cuenta que no hay una definición universal de «privación del sueño», sino más bien que una persona se considera privada de sueño si duerme menos de lo que necesita para sentirse despierta y alerta, según los expertos, hay personas que pueden sufrir daños físicos y psicológicos por no dormir lo suficiente.
Recordemos que la privación de sueño se ha utilizado en algunos momentos de la historia como instrumento de tortura.