(Por: María Elena Balán Sainz)
En estos tiempos de pandemia, cuando las medidas de higiene deben redoblarse, resultan las manos una especie de vehículo que puede portar pequeñas partículas capaces de infectar con el nuevo coronavirus a cualquier persona que tenga contacto directo o indirecto con un contagiado y a la vez transmitirlo de individuo a individuo.
Por eso es fundamental destinar 20 segundos a su lavado varias veces al día, como una de las vías para contribuir a reducir el contagio de la COVID-19, que actualmente azota a numerosos países del mundo. Es igual para el desinfectante de manos: utiliza los que tengan un contenido mínimo de alcohol del 60%, o una solución de agua clorada y frótate las manos durante al menos 20 segundos para asegurarte de cubrir toda la superficie.
Cuando hacemos referencia a las manos de inmediato pensamos en todo lo que podemos crear con ellas, pero, cuidado, también a través de ellas podemos adquirir o transmitir el coronavirus y otras enfermedades. Con la evolución del homo sapiens hasta llegar al hombre fueron surgiendo nuevas actividades en las cuales resultaron imprescindibles las manos, porque ya no solo podían asirse a la rama de un árbol o coger una fruta, sino que constituyeron elemento importante en el trabajo, en el aprendizaje, en las tareas cotidianas y también en la creación.
No obstante, representan una vía a través de la que el organismo se contagia con gérmenes y virosis que provocan desde una dolencia diarreica hasta la transmisión de la gripe o de la conjuntivitis, y actualmente de la COVID-19.
Es así que un individuo sano puede contagiarse si se toca la nariz, la boca o los ojos y antes puso las manos donde estaban gotitas imperceptibles del virus dejadas por un infectado en un teléfono, el botón del ascensor, el tubo donde se sujeta en el ómnibus, la baranda de la escalera o hasta el teclado de la computadora. Por eso resulta oportuno recordar que no vivimos aislados, sino en sociedad y estamos expuestos a adquirir la COVID-19 si no mantenemos un aseo correcto de las manos, las cuales por demás nos sirven para expresar nuestro aprecio al estrechar la de un amigo, al cual podemos contagiar o viceversa si existe esa enfermedad por medio.
No es para alarmarse, pero sí para detenernos a analizar cuánto evitaremos si tomamos precauciones a partir de lo expuesto anteriormente. El lavado frecuente de las manos y evitar esa efusividad que caracteriza al cubano en el saludo, con besos y abrazos son dos factores que pueden prevenir un contagio con la coronavirus, cuya cadena de transmisión resulta imprescindible detener.
Cada persona, cada comunidad, debe velar porque los esfuerzos de las autoridades sanitarias en el país tengan un respaldo en el proceder de los individuos.
Porque de poco vale todo lo que el Estado haga con medidas de prevención o atención a la salud de cada uno de nosotros, si la sociedad en su conjunto no cierra filas y evita con un adecuado proceder, sistemático y responsable.