Las falsas banderas

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández, Educador./

Durante la administración Bush, el general Powell se presentó ante el concejo de seguridad de las UN acusando a Iraq de ser la responsable ulterior de los ataques a las torres gemelas, de poseer armas de destrucción masiva y de ser una amenaza para la paz mundial; como pruebas de tales acusaciones mostro una serie de imágenes y realizó varias afirmaciones basadas en especulaciones que no podrían ser tomadas en serio en un tribunal; empero, todos recordamos el resultado de aquel circo: los partícipes en su mayoría aceptaron aquel vergonzoso discurso basado en falsedades, que después el general reconocería “…fue lo peor que me toco hacer en mi vida…”, admitiendo que aquello era falso, además de parte de un arreglo previo entre EU y la mayoría de estados participes de aquella sesión, los “aliados”, quienes ya habían acordado la invasión a Iraq con el propósito último no de liberar y llevar la democracia y la paz al pueblo iraquí, sino de apropiarse y repartirse las riquezas del país árabe.

Las consecuencias son conocidas y padecidas por todos en occidente – una guerra permanente con oriente medio, el surgimiento del extremismo radical islámico, intervencionismo injustificado e inseguridad, en particular para occidente pues desde la intervención ninguna de nuestras naciones está exenta de la amenaza del terrorismo, como bien pueden Francia, España e Inglaterra además de los propios EU, confirmar.

El hecho es que todo se reduce a la ambición de las naciones industrializadas por hacerse con los recursos naturales de las naciones en vías de desarrollo que no les son dóciles, por cualquier medio, incluida la mentira, la demonización, la difusión de falsedades por las grandes cadenas de comunicación, el cerco militar, el estrangulamiento económico, operaciones negras, acción directa y terrorista, etcétera, como parte de una estrategia que carece de legitimidad y tampoco se encuentra basada en ninguna verdad, salvo el interés último de ganar a través de la manipulación de la opinión pública, y en el ánimo de respaldar una intervención militar para así lograr el premio de su interés: los recursos naturales de la nación invadida.

Es decir, todo es parte de un montaje pésimamente elaborado en el que la alienación por la desinformación, como operaciones de falsa bandera y la provocación, serán utilizadas y manipuladas para ser presentadas ante el orbe, como responsabilidad de las naciones señaladas, que agreden a inocentes estadounidenses, cuyo único delito es desear la democracia que exportan para todos.

El modelo democrático en cuestión solo es legítimo si éste es a la medida de los intereses de los EU, volviéndose sátrapas de éste.

En éste punto, la nueva acusación estadounidense contra el ejecutivo venezolano, sin evidencias o pruebas, es un vergonzoso intento de sorprender la buena fe del público estadounidense, además de un intento de justificar intervenir la nación caribeña, con el ánimo de apropiarse de los recursos de la nación, lo que debiese llevar a la reflexión obligada que las lecciones del pasado han legado a occidente, y que ahora sin duda, deben recordarse.

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