Por: Salvador Augusto López
¡La humanidad entera está observándose, preguntándose, informándose, intrigada y esperanzada! ¡En estos momentos, ¡todos nos vemos a todos!
Desde la antigüedad el hombre ha querido verse a sí mismo, apreció ver su rostro en el reflejo del agua en el río o lago, luego en el Renacimiento italiano (finales del siglo XIV) se perfeccionó el espejo para que el ser humano se viese mejor, en el siglo XXI nos vemos por medio de los satélites valiéndonos de los celulares y toda la tecnología existente.
Es decir, que nos observamos y nos vemos como miramos a un ser en experimento. Consciente o inconscientemente nos vemos; y qué, a quiénes y hasta dónde vemos. Pues vemos el mundo bastante colapsado, vemos a muchas personas atemorizadas, otras ya muertas y otras hablando de esperanza, asimismo el alcance de nuestra mirada observa cómo la vida humana lucha por no dejar de ser y como a otros les interesa lo económico y supeditan la vida de la población.
Muchos no quieren ver y huyen de la realidad, otros quieren que otros vean el amarillismo que circula en redes sociales, otros como los millonarios que tienen como recuperarse económicamente no quieren hacer un alto, y en caso extremo el del vendedor informal que si no vende en el día, no come; y otros queremos ver porque no lo podemos creer (esto parece por momentos una película dirigida por alguien) y porque nos lleva a la reflexión de buscar respuestas ¿de qué está pasando?
Ricos, clase media, pobres (los términos y las categorías sociales nunca precisarán la realidad para atraparla en su totalidad) todos, absolutamente todos estamos dentro de esta situación. El rico se escuda, acapara, se vale, se encapsula en su capacidad económica, la clase media (buena parte de ella) no deja de trabajar, y el pobre ahora nos gana porque siempre le sobreabunda una cosa: la esperanza. ¡Esa esperanza que todos buscamos!
Los países europeos o mejor dicho noratlánticos no encuentran la solución, se han visto sorprendidos, quizás por su ideología enfermiza de creerse superiores, el centro del mundo, de crear capital, riqueza, acumulación de riqueza a costa del otro. Y surgen muchas preguntas ¿Para qué todo el oro del mundo? ¿Para qué acumular y acumular y seguir acumulando? El capitalismo en toda su crudeza y barbarie con esta pandemia ¿se replanteará para bien del ser humano? ¡En lo personal creo que no, porque sus políticos, economistas e ideólogos ya no tienen un corazón normal porque se les ha metalizado! Los muertos en los hospitales solo son números en los datos estadísticos y la racionalidad de cálculo con la que actúan es fría, parece que el aliento lo han perdido.
Por otra parte, a nivel de país y en términos de humanismo ¿quiénes están al frente en este momento de esta pandemia planetaria? ¿Quiénes están en primera línea y al frente de la batalla? Pues son las enfermeras, enfermeros, médicos, especialistas, laboratoristas, personal de limpieza, mantenimiento. Y luego, todos aquellos que no hemos parado de trabajar para que el barco no hunda.
Entonces, ¿es necesario vernos otra vez, en el río, en el espejo, por medio de los celulares, que objetivan la globalización, para darnos cuenta que en este momento todos tenemos algo en común algo? Sí, es necesario y eso común es la posibilidad que nuestra salud (biopsicosocial) sea perjudicada y quizás la vida.
¿Poderosos dónde está vuestra riqueza que es lo que les quita el sueño a ustedes? Con todo su poderío económico ¿podrán comprar un segundo de vida? La respuesta es no.
Entonces, démonos cuenta de dos situaciones: la primera, que el individualismo representado por el materialismo, fabricado por medio de la explotación, con todos sus bienes, posesiones y placeres no son nada. La segunda, es que todos nos necesitamos de todos (porque somos un entramado de relaciones) dependemos unos de los otros y más en este momento de todo el personal médico que quizás no realiza su trabajo en condiciones dignas y ganan un sal-ario pírrico.
La economía, el trabajo, los salarios quedarán afectados cuando todo esto pase. Las potencias mundiales y los acaparadores de la riqueza (en cada país) ya tendrán todas las respuestas para no distribuir la riqueza creada con base a explotación y las “fórmulas” para dinamizar la economía, es decir, seguir explotando. Dirán que para no caer en o salir de la pobreza se deberán seguir sus lineamientos, pero, es dejar claro que la pobreza no es ninguna condición natural, es una construcción económico-social con una alta cuota de egoísmo.
Entonces, después de intentar aproximarnos a todo lo acontecido; ¿qué nos corresponde a nosotros? Nos toca asumir por muy pequeña la cuota que sea, solo ser solidarios y responsables (con las medidas sanitarias y si podemos ayudar de alguna manera a otros) con la vida de quienes convivimos, la forma de hacer sociedad con los nuestros y con aquellos que son comunidad ahora hasta en redes sociales, y por último, la salud mental de todos. ¡No vaya ser que así como las personas en el mundo dijeron ¡ah es problema de China! ¡Luego vimos que fue de Irán, España, Italia, Estados Unidos y ahora de nosotros!