Sin sotanas pero con el mismo espíritu

Por: Gabriel Michi

Los ex curas católicos, que debieron dejar esa institución para poder casarse, realizan un trabajo social muy fuerte y acompañan a los más vulnerables en momentos difíciles como la Pandemia. Acaban de lanzar una Red, con otras organizaciones, inspirada por el ex sacerdote argentino Guillermo Schefer, que los agrupa en toda América latina. Alcanza a 19 países.

No importa desde dónde sino por qué. El acompañamiento en momentos de crisis es clave para aquellos que sufren todo tipo de vulnerabilidades. Y, en época de Pandemia, donde las dificultades afloran por doquier, eso se hace más explícito. Que haya un respaldo material para quien más sufre, es algo imprescindible. Pero que también haya un apoyo espiritual y afectivo no resulta menos necesario. Para muchos ese «aguante» surge desde la religión. Desde los distintos cultos. Y golpean las puertas de las Iglesias o Templos en busca de ese rescate. Muchas veces lo obtienen. Otras, no tanto. Pero esas inquietudes espirituales no sólo son respondidas por aquellos que visten sotanas o integran orgánicamente esas instituciones. Hay otras personas, que en el pasado estuvieron en ese rol pero que, por determinadas circunstancias, se retiraron de esa condición. No así los valores centrales, los fundacionales, por los que en su momento se acercaron. Su espíritu sigue siendo el mismo. Sólo que ahora lo ejercitan fuera de la institución. Y lo hacen con la misma dedicación con que predicaban la fe estando dentro de la misma.

Uno de los casos más emblemáticos es el de aquellas personas que dejaron de ser curas porque se enamoraron. Y se sabe que por la imposición del «celibato» no les queda otra salida que alejarse de esa función. Así, la Iglesia terminó expulsando o marginando, o llevando irremediablemente al retiro, a personas muy valiosas que, a pesar de que su conducta sea intachable, cometen el «pecado mortal» de enamorarse. Como si justamente en todos los libros sagrados la palabra que más trasciende no fuera justamente el amor, en sus múltiples excepciones y manifestaciones.

En Colombia, el Obispo Gustavo Nazarí de la Iglesia Nacional Anglicana coordina la ayuda a personas vulnerables.

Y no son pocas personas las que quedaron marginados de esta manera de la organicidad de las instituciones eclesiásticas. La Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados señala que serían alrededor de 150.000 ex curas en todo el Mundo, una cifra muy alta si se tiene en cuenta que en 2019 en todo el Planeta había 414.582 curas católicos. Es decir, que los «expulsados» representarían el 36% del universo de sacerdotes con los que cuenta la Iglesia Católica. Y hay una tendencia cada vez mayor a la disminución no sólo de curas sino de seminaristas.

A nivel regional, un estudio que partió de cifras oficiales de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), habría 12.000 hombres que debieron retirarse de la institución eclesiásticas pero no así su vocación de servicio, volcándose a otras iglesias u organizaciones de la sociedad civil. Ese espíritu se vio explicitado claramente en el apoyo que vienen dando a quienes resultan ser los eslabones más débiles de la sociedad frente a este escenario de Pandemia por el Coronavirus. Muchos de ellos dejaron la Iglesia católica y vuelcan su ayuda desde otros cultos o denominaciones religiosas. Otros permanecen dentro, pero lo hacen desde movimientos o corrientes internas, sin ejercer como curas. Pero sí con el mismo sentimiento de solidaridad y comunión con los más necesitados, que en algún momento los acercó hasta allí.

El ex cura Rafael Villalobo, de Costa Rica, ayuda a campesinos en proyectos vinculados con la encíclica «Laudatto Sí».

Motivados por ese espíritu y sabiendo que sus mismas realidades y necesidades se dan en otras latitudes, es que, por iniciativa de Guillermo «Willy» Schefer, un ex cura católico argentino, se acaba de crear la Red Latina Socio Pastoral que, según describen, busca brindar ayuda humanitaria desde ese lugar y el de «cristianos de base». En el caso de Schefer, quien está casado con Natalia y tuvo dos hijas, Luján (18) y Guillermina (fallecida a los 9 años), es el inspirador de esta movida. Él no se fue del culto católico sino que integra el Movimiento Misionero de Francisco, cercano en la Argentina a la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) y a varios movimientos populares, que suelen tener la bendición del Papa Francisco.

Una de las columnas sobre la que se levanta esta Red es la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, organización creada por el ex obispo de Avellaneda, Jerónimo Podestá. En 1972 este hombre emblemático se alejó de su Episcopado por serias diferencias ideológicas y políticas con la cúpula de la Iglesia. Luego se casaría con su secretaria Clelia Luro y a partir de ese momento su lucha para que el «celibato» sea optativo fue una constante. Lo mismo que su defensa irrestricta en favor de los Derechos Humanos.

Esta flamante Red no sólo está integrada por ex curas, sino que a ella su sumaron «pastores, voluntarios cristianos, obispos anglicanos, sacerdotes católicos, y mujeres que llevan adelante proyectos emancipadores en la búsqueda por la justicia y de repensar el mundo después de esta crisis sanitaria a raíz del COVID-19«, cuenta Schefer a MundoNews. Y, en poco tiempo, lograron muy buena respuesta en varios países: ya se sumaron representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. Hay 38 representantes de esos 19 países, entre los que -como se mencionó- no sólo intervienen ex curas sino también mujeres cristinas laicas «comprometidas con movimientos emancipatorios de la mujer en su rol dentro de las iglesias y que suelen acompañar a las que sufren violencia de género, incluso en este contexto de Pandemia», describe Schefer.

Guillermo Schefer, ex cura argentino que inspiró la Red y que propugna por la solidaridad con los más vulnerables.

Esta Red tiene comunicaciones permanentes a través de un grupo de WhatsApp en el que están volcando sus inquietudes y vivencias en forma permanente, además de la lista de correos electrónicos y la Página de Facebook: Red Latina Socio Pastoral. Según cuenta el propio Schefer, licenciado en Trabajo Social y actualmente terminando un Posgrado en Estudios Políticos en la Universidad de Buenos Aires (UBA), su tarea es «sistematizar algunos testimonios que describen el compromiso que no sólo existen en otros ámbitos eclesiales, sino en ex curas y compañeras de lucha por todo el continente, que comparten fe y vida en historias que tienen como denominador común la formación eclesiástica y la militancia en una Iglesia que, más allá de los cambios propuestos por el Papa Francisco, aun conserva una mirada muy conservadora para los reclamos que pide el mundo actual».

Es muy fuerte la experiencia que están viviendo en toda la región, ayudando a los que más lo necesitan, en medio de la Pandemia. El sitio «Teología al Paso» recoge una serie de testimonios al respecto como, por ejemplo, el de Adrián Vitali, ex cura argentino de la provincia de Córdoba:Con un grupo de amigos juntamos mercadería para llevar a los cortaderos de ladrillos donde viven familias bolivianas con muchos niños. Por la cuarentena las obras de construcción están paradas y no pueden vender los hornos de ladrillos que realizaron. Aparte de la crisis sanitaria, social y económica, son extranjeros. Y el mundo de relaciones es muy limitado”, cuenta el ex sacerdote, quien además es escritor e integrante del «Grupo Angelelli».

Uno de los trabajos de ayuda en medio de la Pandemia que realizan estos movimientos de ex curas en Colombia.

Del otro lado de la Cordillera de Los Andes, en Chile, Rodrigo Santibáñez es integrante del grupo de sacerdotes casados chilenos Betania. Antes de la explosión del Coronavirus en el país trasandino, ellos se reunían cada 45 días en un convento. Pero ahora están avocados a ayudar, en este nuevo contexto: “ya vamos en 2 meses sin trabajo permanente de las personas de barrios más vulnerados y con menos recursos. Toda la capital y algunas ciudades de provincias están en cuarentena obligatoria». Según Santibáñez, hay una consigna que ganó las calles y barriadas chilena: «el pueblo ayuda al pueblo». Y lo ejemplifica: «Hay algunas parroquias que en su territorio organizan ayudas, pero no se percibe algo más sistemático. Coincidimos en que los creyentes se organizan, llevan la batuta y no esperan al clero. Los ex curas han estado insertos en esas organizaciones, juntas de vecinos, grupos reunidos alrededor de capillas. Se observa como un buen signo: Que los laicos y la comunidad civil se organicen de forma autónoma”.

En Costa Rica, Rafael Villalobos, ex misionero de la congregación Claretiana trabaja con los campesinos en un proyecto que se relaciona con la Encíclica «Laudato Sí» del Papa Francisco, en “comunicación con varias familias del proyecto Tierra Fértil y hemos buscado ayudarles en situaciones sumamente complejas que están viviendo en estos momentos del coronavirus… Estoy en un proyecto llamado Mi casa es mi Huerta que tiene como objetivo brindar herramientas a las familias necesitadas para que puedan cultivar en espacios reducidos vegetales y hortalizas que les puedan ayudar para su consumo y en lo posible como un ingreso económico».

En Puerto Rico los ex curas llegan con su ayuda para los campesinos hasta lugares inaccesibles aún montando burros.

Por su parte, en Ecuador, Francisco “Pancho” Gonzalo Jara Peña, ex cura católico de la Arquidiócesis de Cuenca describe: «me uní a la Iglesia Anglicana Episcopal y luego se amalgamo con la Iglesia Católica Nacional Brasilera. Ambas trabajan en la contención social y pastoral junto a 22 colegas de las ciudades de Guayaquil, Quito, Zamora. Este ex sacerdote, casado hace 12 años y con dos hijos, es actualmente obispo auxiliar de esa Iglesia en Cuenca. Con su tarea pastoral, está llegando a 3.500 personas en las zonas marginales, asistiéndolas con alimentos y atención espiritual a través de las redes sociales.

Esta iniciativa también llega a Cuba. Allí, Osmanys Denis Pérez, ex fraile franciscano católico, explica que en ese país “es común reunirse con los vecinos para orar. Las personas van a las iglesias pero no es lo fundamental para ellos. Con la llegada de la Pandemia algunas personas echan de menos reunirse y también es una cuestión social y no solo de alabanza. Mucho sospecho que estamos asistiendo al surgimiento de un nuevo modelo de iglesia o volviendo a los orígenes de ella….se han organizado grupos sobre todo de jóvenes de la iglesia para llevar los alimentos, las medicinas o hacer recados a personas mayores solas o que tienen factores de riesgo y no deben salir de casa. Creo que son momentos de vivir el testimonio cristiano y que los gestos de estos días dicen mucho más que todos los sermones y homilías escuchados hasta hoy.”

Más voces

Pero esta Red no está sólo integrada por ex sacerdotes. Desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sandra Nancy Mansilla, educadora popular e integrante de la Comunidad Teológica Rajab, explica: «Como mujer, educadora, militante y profesional mi desarrollo desde los inicios ha estado fuertemente ligado al movimiento feminista latinoamericano, en sus diversos énfasis según la época y el contexto. Nuestra Comunidad actualmente se encuentra abocada a trabajo humanitario de asistencia a familias, mujeres, niños y jóvenes en Tucumán, Santa Fe, CABA. También hemos desarrollado conferencias virtuales referidas a la Salud de las Mujeres, sus dificultades del mundo del trabajo, la violencia sexual, los derechos reproductivos, la salud ambiental”. Mansilla es además Presidenta de la Asociación Civil «Memoria de Mujeres».

Por último, el ex cura argentino Guillermo Schefer, resume estas vivencias: «en la mayoría de los países, la Pandemia supero el control ideológico y político y no saben qué hacer; sin embargo algunos con diferentes ideologías y estrategias políticas, han logrado atenuar los efectos de la pandemia en los niveles de desempleo y empobrecimiento. Por eso es importante llevar a cabo análisis comparativos de diversos países y sus resultados y seguir trabajando más allá de las creencias.”

Trabajos de desinfección en una capilla de El Salvador, país del mártir San Romero de América.

 

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