Que me enseñaron todo lo que soy, maldito silabario que me enseñaste a dar mis primeros pasos para conocer un mundo mágico; maldita Divina Comedia que me llevaste de la mano por los pasillos del infierno, del purgatorio y de ese “ fatal paraíso” que vivimos los salvadoreños; maldita Ilíada que por ti conocí la ira de Aquiles y entender que todos somos invencibles pero no inmortales; maldito Dostoievski que me clavaste en el corazón “Pobre Gente” para nunca olvidarla, porque todos al final somos gente pobre; malditos libros de Carlos Fuentes, ese libro inservible “En eso creo” que me hizo reír, me hizo llorar; malditas obras de Nietzsche que aun guardo como tesoro; malditos libros de Galeano que corren por las venas abiertas de Latino América; malditos aquellos libros de Roque Dalton que ablandaron mi mente y mi corazón para conocer mejor la miseria del salvadoreño, del eterno indocumentado, del “salvadoreño hijo de puta”; malditos libros de Erick Fromm que me arrullaron cual la amante perfecta cuando leía El Arte de Amar; re malditos los poemas de la grande Gabriela Mistral que me hicieron volar a brazos invisibles, a labios imperfectos, a amores borrascosos cual olas golpeando el malecón de mi pecho, por eso maldigo ayer, hoy y siempre el poema “Besos”; maldita “La Montaña Mágica” de Tomas Mann que me regaló un tiquete para volar hasta los Alpes suizos, conocer los sanatorios y la tierra de Heidi ¡Te maldigo Mann por tu magia para hacernos de esta miserable estancia en el planeta Tierra Roja un lugar donde despierto y sueño un mundo mejor! maldita “La Metamorfosis al revés” donde la asquerosa cucaracha se convierte en un funcionario publico; maldito Escobar Galindo que por “Una grieta en el agua” quiso meterme en esta cabeza hueca que los malos de la historia seguirán siendo malos; Maldito Saramago que me abrió los ojos cuando todos perdieron la vista con su obra “Ensayo sobre la Ceguera”; ¡Te odio Saramago!; maldito Rubén Darío ¿Cómo pudiste escribir versos tan hermosos?:“Ya viene el cortejo! ¡Ya viene el cortejo! Ya se oye los clarines, la espada se anuncia con vivo reflejo; ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines”; y ahora resultan textos profanos que la hoguera espera; malditos libros de anatomía que me enseñaron el arte del conocimiento de la maravillosa obra del cuerpo humano; malditos libros de semiología que me mostraron el camino de la excelsa historia clínica; maldita fisiología que me enseñaste los secretos de la bomba de potasio y sodio, de la adrenalina cuando miraba a Regina, aprendí el conocimiento del corazón sin estar enamorado y jamás su palpitar pude controlar cuando miraba a Marta María; maldita Cirugía de Harrison que guiaste el escalpelo para abrir la mente al conocimiento; maldita Medicina Interna que hiciste de mis yemas de los dedos parte de mi corazón al tocar, al palpar, al amar a mi paciente; malditos libros de neurología que destaparon mi mente perdida cual botella de vino para discernir entre lo bueno, lo malo y lo feo; malditos tratados de psiquiatría que me enseñaron que de amantes del vino, poetas y locos tenemos a veces mucho y a veces poco.
Maldita la Biblia que me toma cariñosamente del corazón y me pone a los pies de mi prójimo. Tristemente la realidad de El Salvador es durísima, me iré de este mundo y dejaré un mundo peor al que me recibió, todo es al revés, todo es patas arriba. Sustento mi opinión cuando se critican a los libros, el arma más poderosa de la libertad, de la creación, de la invención y de los sueños; soy lo que soy gracias a cada página que he leído, a cada libro que me arrulló durante mi vida, cada personaje de cada libro fueron, son y serán mis amigos eternos, nunca a un libro lo he considerado malo, cada uno tiene un mensaje y cual colores serán los gustos del lector.
Pero culpar a los libros no tiene nombre. Culpar a los libros significa que el ministerio de Educación debe ser cerrado y ya; nadie debe leer, nadie debe tener acceso a educación universitaria, nadie tiene derecho a viajar por el mundo cuando lee un libro. “Un pueblo ignorante será el espejo de sus autoridades”. Y cita Confucio: “No importa lo ocupado que creas que estás, debes encontrar un hueco para la lectura. De lo contrario habrás escogido sumirte en la más absoluta ignorancia”. Recientemente leí en las redes sociales un comentario de un funcionario del gobierno sobre los libros que paran los pelos“: Los libros están destruyendo masivamente la salud y la vida. No tomaron en cuenta la realidad ni la jurisprudencia”. ¡Qué palabras más graves y tristes las que ha dicho este funcionario! Sí este sesudo funcionario son los que asesoran al presidente, al fin, entiendo por qué muere tanto personal de salud. No dudo que para ser abogado se lean decenas de libros y si está en determinada posición es por “culpa de los libros”; sin embargo en algo estoy de acuerdo, los valores y la instrucción notoria no los inculcan los libros sino el hogar. Que un profesional no entienda que cada personal de salud que atiende a los pacientes Covid positivo es un héroe y fueron sus años de estudio, libros tras libros los que le llevaron a estar donde están, sirviendo al más pobre y por culpa de la perversidad, indolencia y nula importancia de proteger al personal de salud de parte del gobierno es que muere tanto personal de salud. Se debe volver al oscurantismo, a las cavernas, a la ignorancia, a poseer legiones de zombis que caminen para atrás, sin espejo, sin futuro; se debe creer en la auto suficiencia de la ineficiencia ¿sabrá este funcionario lo que cuesta perder a un neurocirujano, a un nefrólogo, a un intensivista para un país tan pobre como el nuestro? Son maestros de generaciones que no volverán, y dieron su vida por aquel, por éste, por usted pero sobre todo por el ciudadano más importante, el invisible.
Platero es pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… lo llamo dulcemente “ ¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal… Es Roger Walters que con su inconfundible voz se postula para presidente y su lema de campaña es: We dont need no education, we dont need no thought control, no dark sarcasm in the class room.
Por: Francisco Parada Walsh, médico salvadoreño