Espanto naturalizado
El término “chinear” o “ir de chinas” en el noroeste argentino significa que un hombre o un grupo de varones sale a los caminos para ver si atrapa alguna indígena para violarla. Así de simple. Un accionar que nos retrotrae a las oscuridades de la encomienda pero que suceden en la actualidad como “una arraigada costumbre”. Aclaro el extraño origen del vocablo.
Tanto en el sur como en el norte las tropas del Ejército que perpetraron el genocidio contra los pueblos originarios utilizaban la denominación “china” para referirse a las indígenas. Estos delitos tienen tal envergadura regional que llevó a que el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir lancen una campaña al respecto exigiendo erradicar el chineo. Se trata de un delito muy extendido que paradójicamente cuenta con escasa trascendencia en los medios de difusión. Esto último se debe a varios motivos, más allá del pudor o vergüenza que puede experimentar la víctima, calla sobre todo porque le consta que es improbable que le tomen la denuncia y casi imposible que el culpable reciba el castigo que merece. Incluso el sistema judicial encarnado en abogados, policías e incluso médicos legistas participa del escarnio a la víctima tergiversando los hechos y poniendo en duda lo ocurrido.
Repeticiones
¿De dónde viene surge esta espiral de violencia que para unos es una suerte de juego o cacería deportiva y para otras es una tragedia que las perseguirá por siempre? En alguno de sus textos Borges asegura que “al destino le agradan las repeticiones”, que las mismas escenas se repiten una y otra vez como una espiral. Si esto es así, veamos si podemos rastrear algún inicio de tal “costumbre”, de donde provienen estas repeticiones. Los delitos dejan huellas, el dolor necesita emerger, quienes fueron silenciados necesitan hablar, la sangre precisa señalar a los culpables. Las pruebas del genocidio están, nos aguardan, solo hay que tener la paciencia de buscar y encontrar. Comencemos por el contexto.
Desde 1492 América no tenía propiedad ni dominio sobre su territorio ni tampoco pertenencias, tenía tesoros que Europa “descubría o encontraba” y obviamente se los quedaba, otro tanto sucedía con las personas consideradas objetos: los hombres utilizados como combustible biológico y las mujeres como deshago sexual.
Idioma sin hablantes
Colon en 1494 le encomienda a Ramón Pané un fraile de la orden de San Jerónimo que recopile las creencias de los tainos y realice un diccionario. La idea era simple, comprender el funcionamiento de la sociedad antillana para utilizarla en su provecho. Si bien intenta comenzar por el principio, a pocos renglones de iniciado su relato extravía el rumbo previsto para ensimismarse en el sexo “de las hembras”. Su Relación comienza explicando como “surgieron las mujeres”.
Apartándose del encargo de Colón para conocer la cosmogonía y tradiciones, el fraile centra su interés en la desnudez bronceada de las mujeres que tiene delante, la descripción de la creación del mundo según los tainos debe esperar su turno. Tengamos presente que hablamos de un sacerdote y no del último de los marineros… Varios párrafos después Pané advierte su error “puesto que escribí de prisa y no tenía papel bastante, no pude poner en su lugar lo que por error traslade a otro.
Volvamos ahora a lo que debíamos haber puesto primero, esto es, la opinión que tienen sobre el origen del mar”. Vale acotar además que su Relación no tuvo la utilidad prevista, ya que a poco de estar finaliza no quedaban tainos, los habitantes que sufrieron el primer embate del Descubri-MIENTO.
“Desvirgar por fuerza”
Medio siglo después en la zona andina el cronista indígena Guamán Poma describe la situación desde el otro ángulo lanzando una clara acusación sobre el siniestro comportamiento de los conquistadores. Expresa los sentimientos de impotencia y desazón frente a la injusticia. La captura de mujeres fue una constante y es otra arista del cruel genocidio desatado sobre la población originaria. La voz del pasado nos muestra los males del presente y pone de manifiesto la impunidad: “Como después de haber conquistado y de haber robado, comienzan a quitar las mujeres y doncellas y desvirgar por fuerza.
Y no queriendo le mataban como a perros”. El vencido habla sin pelos en la lengua. Su Nueva Crónica y Buen Gobierno tiene casi 1200 folios y 400 dibujos, me interesa referirme a uno en particular para que se entienda de cuán lejos viene el “ir de chinas”. La imagen que acompaña esta nota y que publique con una descripción pormenorizada en Pedestales y Prontuarios golpea de modo especial. En ella se observa a una indígena desnuda en el lecho. Es de noche y dos funcionarios reales con velones se entretienen eligiendo “chinas” mientras levantan “la frazada y les miran las vergüenzas y así no hay remedio en todo el reyno”.
Legado de injusticia
El advenimiento de la República no modifico las estructuras semifeudales del NOA, donde el hacendado reemplazó al encomendero y el político heredó a los funcionarios reales. La desinversión y el desempleo obligan a la sumisión donde los mínimos favores del poder deben ser pagados con votos o en especies. Además, existe un imaginario de extendido racismo hacia los pueblos originarios, considerados como un otro devaluado, una humanidad inferior.
Esta es otra de las taras que no logró erradicar la Independencia y van doscientos años…. En ese contexto debe ser entendido la cacería de adolescentes que significa “ir de chinas”. En síntesis, para tener una idea cabal de la trágica impunidad regional y las extendidas implicancias de tal “costumbre” que se reitera en el tiempo, recién el 25 de febrero de 2019 se produjo la primera condena por la violación en banda de una niña indígena en Argentina. Recién la justicia zonal o debería decir feudal “funcionó” el año pasado. Más de cinco siglos para condenar por primera vez “la costumbre de ir a chinear…”
Por: Marcelo Valko, docente universitario argentino y autor de una docena de textos entre los que se destacan Pedestales y Prontuarios, El Malón que no fue, Cazadores de Poder, Pedagogía de la Desmemoria, Descubri-MIENTO; Ciudades Malditas Ciudades Perdidas y Los indios invisibles del Malón de la Paz.