Esto no es una pésima película de ficción rodada en el oeste estadounidense, es pura realidad del siglo XXI en ese país, donde hasta el Presidente comparte una postura supremacista blanca como la que identifica a estos grupos de terror contra afrodescendientes y otras minorías.
Trump compara a policías que disparan con jugadores de golf que se equivocan, titula una información de EFE, fechada en Washington el último día de agosto, que cita declaraciones del mandatario a la cadena televisiva Fox News.
Refiere el despacho: «El presidente de EE. UU., Donald Trump, comparó a los policías que usan la fuerza letal sin que esté justificado, como aquellos que en los últimos meses han disparado a negros desarmados, con jugadores de golf que se “atascan” y no consiguen hacer un putt (golpe que hace entrar la bola en el hoyo)».
Otras historias de un sistema enfermo y un presidente insensato se pueden conocer en cualquier sitio medianamente serio en la red de redes.
Por estos días, la televisión estadounidense mostró las imágenes del momento cuando Kyle Rittenhouse, un adolescente de 17 años que portaba un moderno fusil ar-15 perteneciente a uno de los grupos de supremacistas blancos que pululan en Estados Unidos, apretaba el gatillo y mataba a dos ciudadanos negros que participaban en una protesta antirracista en la ciudad de Kenosha, estado de Wisconsin.
El lugar es el mismo donde la pasada semana un policía blanco disparó siete veces por la espalda al afroamericano Jacob Blake, hoy paralizado de la cintura para abajo.
Ahora bien, ¿qué dijo Rittenhouse, según muestra un video posteriormente difundido?: «Acabo de disparar a alguien», comenta por teléfono a quien lo había llamado, mientras en el suelo yace un cuerpo.
Entonces sale corriendo, los manifestantes le persiguen y él vuelve a disparar su rifle hasta que ve cuatro vehículos blindados de la policía. Entonces,
levanta los brazos y un testigo se apresura a avisar a los agentes: «¡Eh, él les acaba de disparar! ¡Eh, este tipo les acaba de disparar!». La policía pasa de largo y nadie detiene al joven asesino, que sigue caminando, refleja el despacho de efe.
No es una pésima película de ficción rodada en el oeste estadounidense, es pura realidad del siglo XXI en ese país, donde hasta el Presidente comparte una postura supremacista blanca como la que identifica a estos grupos de terror contra afrodescendientes y otras minorías.
Para Steven Gardiner, analista de Political Research Associates, un centro de pensamiento que estudia la extrema derecha, lo vivido en Kenosha es una pesadilla.
Por su parte, Alexander Reid Ross, profesor de la Universidad estatal de Portland, en Oregón, recoge en su base de datos que este año se han producido al menos 497 agresiones racistas contra manifestantes del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan).
Según efe, Ross comenzó a recolectar datos el 27 de mayo, dos días después de que un policía blanco asesinara en Minneapolis (Minnesota) a George Floyd. Hasta ahora ha documentado 387 incidentes de intimidación, lo que incluye insultos y amenazas con armas de fuego, así como 64 agresiones físicas de supremacistas blancos, quienes en 38 ocasiones usaron sus vehículos para arremeter contra activistas. Nueve veces dispararon contra los manifestantes y acabaron matando a tres de ellos, según Ross.
Ambos expertos señalan como responsable al mandatario estadounidense, Donald Trump, quien durante su Presidencia ha hecho guiños más que evidentes a esos grupos de extrema derecha.
Como señala la citada agencia, «los supremacistas blancos viven una nueva era de oro en Estados Unidos».