El Homus Fanaticus

Por: Francisco Parada Walsh*

Pulula entre nosotros. El fanatismo se manifiesta por defender a un grupo político, religioso, deportivo y otros más; el objetivo es defender  lo indefendible, y en situaciones extremas a costa de la propia vida. Nos referiremos en particular al Homus Fanaticus, ese salvadoreño que se exalta hasta la locura si se le ataca a su líder, sea éste del partido político que sea, aunque en la escala del Homus Fanaticus encontramos ciertas mutaciones propias del Pinochini de América que trataremos de abordar.

El Homus Fanaticus se reconoce al instante, inmediatamente se dice algo, por mínimo que sea sobre su líder, éste salta, se engrifa, empieza una lucha entre el sistema simpático contra el para simpático, ni estos dos sistemas que controlan nuestras reacciones fisiológicas se llevan bien en el alma del Homus Fanaticus, de pronto usted tiene frente a sí a una persona ciega, ¡La lucha a muerte empieza! las pupilas se dilatan, el corazón se le escapa, empieza a salir un espumarajo por la boca, el estómago se le hace un nudo, las tripas chillan, las uñas crecen, presenta una sudoración profusa  y una cresta a lo largo de la columna aparece de la nada, toma una posición  de gárgola, listo para atacar; no hay argumentos que puedan refutar su fanatismo, ¡Ni uno tan solo! Si el duelo es por las redes sociales inmediatamente baja una foto que aunque él o ella sepa que es un dato falso lo cual poco le importa, con tal de defender a su alteza; no importa si un pariente o amigo ha perdido su trabajo o falleció por el pésimo manejo de la pandemia ¡Nada importa! El objetivo es proteger a su líder  quien ni sabe ni tiene la más remota idea de que este Homus Fanaticus existe, respira, come salteado pero come.

Ante un Homus Fanaticus se debe tener a mano ciertos alimentos para calmar sus desvaríos, se le puede ofrecer chocolates, cereales, un plátano en gloria y si no quiere verse como un enemigo no eterno pero sí enemigo, invítelo a sushi, eso lo calmará. Ya vencido el sistema simpático que de simpático no tiene nada, aparece el sistema para simpático; el argumento no existe, solo reacciones involuntarias, incontrolables  y debe el nervio vago entrar en ese duelo a muerte; inmediatamente el esófago se estrecha, el ácido gástrico quema el buen juicio; no es remoto que presente vómito, arcadas de odio, intolerancia e ignorancia pero sigue en la lucha; poco a poco la piel del  Homus Fanaticus toma un color verdoso, ni por cerca se convertirá en aquel héroe de chicos y grandes como fue “Hulk” sino que el hígado y la vesícula secretan tanta bilis que aun, las escleróticas no se colorean de azul turquesa sino de verde bilis, el azúcar se le dispara sin adolecer de cetoacidosis, la cresta crece más,  de repente las uñas son garras filosas prestas a degollar al adversario si no cambia su postura; el enemigo, sabedor del grave problema en que se ha metido prefiere cambiar de tema pero el Homus Fanaticus no, ¡es una lucha a muerte! Ni idea tiene los demonios que ha desatado, nadie  puede osar atacar a su líder sin riesgo a ser devorado por un ente iracundo.

Jamás en la historia de El Salvador de Qué se había vivido tal fanatismo, el Homus Fanaticus no existía, claro, habían discrepancias pero no lo que vivimos, tristemente no hay argumento que venza al fanático, no los hay. Siempre he creído que un debate es sano, con gusto debatiría con un Homus Fanaticus y que sean los argumentos los que me derroten y como tal aceptar su victoria pero lamentablemente no es posible. Y falta lo peor, ese Homus Fanaticus al verse atacado y vencido saca la vulgaridad inimaginable, en mi vida había leído las groserías más grandes, ni en mi época de estudiante se escribía en los servicios sanitarios de los cines  tales como el Viéytez, Apolo, Fausto tales ofensas; ahora, personas profesionales, mujeres y hombres que existen, no son perfiles falsos se regodean de insultar al adversario de la forma más baja.

Entiendo que el insulto es el último recurso cuando se carece de argumentos. ¿Cuánto tiempo vivirá el Homus Fanaticus?: No creo que mucho, la realidad es obvia y poco a poco dejará ese fanatismo cuando el desempleo aparezca en su grupo familiar y le dé una bofetada, la vida más cara y el hambre toque a sus puertas. Lamentablemente será tarde.

*Médico salvadoreño

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