Con un silencio ominoso, purga e instalación de funcionarios personalmente leales en el Pentágono y el Departamento de Seguridad Interna, y aún sin aceptar su derrota, Donald Trump y sus aliados continúan nutriendo la especulación sobre un autogolpe de Estado, aunque otros concluyen que todo es parte de un berrinche, venganza contra los que no fueron suficientemente leales, teatro estilo reality show y negocio.
Nueve días después de la elección y seis días después de las proyecciones que otorgan el triunfo al demócrata Joe Biden –no por decisión de los grandes medios, sino por los rutinarios cálculos matemáticos de los conteos anunciados por autoridades estatales–, Trump rehusa ceder con su equipo interponiendo más demandas legales contra el proceso electoral en estados que perdió (no parece haber dudas sobre el proceso en donde ganó).
Sin más que las ráfagas de tuits para denunciar irregularidades (casi todas sin sustento), el presidente ha guardado silencio y su calendario de actividades públicas se ha mantenido vacío desde el sábado pasado.
Pero en los últimos días ha realizado una purga de los más altos funcionarios civiles del Pentágono, incluidos el secretario de Defensa y tres altos funcionarios más, y eso ahora continúa en el Departamento de Seguridad Interna. También han renunciado algunos oficiales claves, como el jefe de delitos electorales del Departamento de Justicia, en obvia protesta por la orden del procurador general, Bill Barr, de girar instrucciones a fiscales para investigar posibles violaciones electorales denunciadas por Trump, politizando así las funciones del Departamento de Justicia.
El general retirado Barry McCaffrey, quien fue zar antinarcóticos en la presidencia de Bill Clinton, líder militar y veterano de guerras condecorado, comentó en referencia a estas purgas en el Departamento de Defensa, por tuit el miércoles: “Peligro. Estamos observando un golpe en movimiento lento de Trump para desafiar la elección de Biden y rehusar dejar su puesto por diktat. Créanle a sus ojos. Ésta será una prueba de nuestras instituciones”.
La ex alta funcionaria del Departamento de Estado, Anne-Marie Slaughter, señaló: si estuviéramos viendo esto en otro país, un presidente rehusando aceptar los resultados y después despidiendo el secretario de Defensa, uno imaginaría que (periodistas) reportarían que es un intento de golpe
, en entrevista con el Financial Times.
Las advertencias de golpe de Estado
han sido frecuentes y provienen de figuras sorprendentes. Nunca se había usado ese término en torno a un proceso político electoral dentro de Estados Unidos (aunque no es un concepto inusual pero de exclusivo uso en la política exterior).
Pero otros creen que esto podría tratarse sólo de un berrinche presidencial más expresado contra todos los que siente que no han sido suficientemente leales a él en su gobierno. Incluso, se especula que los siguientes en caer serán los jefes de la FBI y de la CIA.
Algunos analistas temen que el cambio de personal en el Pentágono podría ser contra los que se oponían a sus deseos de retirar tropas de Afganistán y otros países, o que podría ser algo aún más peligroso, como proceder a una guerra con Irán como regalo de despedida.
Ciertos observadores señalan que esto es sólo parte de maniobras para provocar justo todas estas especulaciones, mantener la transición en caos y lucrar en el camino. Por ejemplo, en las solicitudes de recaudación de fondos que su campaña ha enviado para defender la elección
, se revela en letra microscópica que 60 por ciento de las contribuciones se destinarán a algo llamado Save America, entidad recién creada por Trump para sus fines políticos.
Todo es un complot
Mientras, se divulgó que cuando todo mundo festejaba la noticia de Pfizer sobre la efectividad de una nueva vacuna contra el Covid-19, Trump prefirió gritarle a su comisionado de la Administración de Alimentos y Drogas (FDA, agencia encargada de aprobar medidas sanitarias y nuevas drogas), Stephen Hahn, el pasado lunes, por no haber anunciado esto antes de la elección.
Poco después, Trump tuiteó acusando que el Estado profundo médico
deliberadamente buscó dañar sus posibilidades electorales al demorar el anuncio, reporta el Washington Post.
Ante la falta de evidencia para esta acusación, como otras sobre conspiraciones para derrotar al presidente con un fraude y más, y aunque el liderazgo republicano en Washington expresa apoyo al derecho
de Trump de acudir a los tribunales para disputar la elección, cada día hay más señales de que algunos de los aliados del magnate se están cansando de su juego.
Ayer, el periódico Las Vegas Review-Journal, cuyo dueño es el multimillonario Sheldon Adelson, quien ha respaldado con decenas de millones de dólares las dos campañas de su amigo el presidente, publicó un editorial declarando que Trump no está ayudando a sus simpatizantes “al insistir que hubiera ganado la elección del 3 de noviembre sin fraude electoral. Eso es simplemente falso… Trump perdió la elección…”
El famoso operador republicano Karl Rove escribió en el Wall Street Journal, el miércoles, que el margen del triunfo de Biden era demasiado amplio como para ser revertido, y el ex senador republicano y ex secretario de Defensa William Cohen acusó que el comportamiento de Trump es más parecido a una dictadura que a una democracia
.
Y en los hechos, ni una sola autoridad estatal encargada del proceso electoral en los 50 estados ha detectado evidencia de un fraude, reportó el New York Times esta semana, mientras las múlitples demandas interpuestas por la campaña de Trump siguen siendo descartadas en tribunales por falta de evidencia.
A la vez, continuaban las llamadas de mandatarios extranjeros, informó el equipo de transición de Biden y Kamala Harris, con el papa Francisco sumándose a la lista ayer. Según voceros de la transición, el presidente electo expresó su deseo de trabajar de manera conjunta sobre temas como la bienvenida e integración de inmigrantes y refugiados
, el cambio climático y el apoyo a los pobres y marginados.
Biden y Harris continúan en reuniones con su equipo de transición y elaborando los primeros pasos de la coreografía de su gobierno que ocupará la Casa Blanca a partir de las 12 horas del 20 de enero, si no hay antes una interrupción del orden constitucional del país.
El 8 de diciembre es la fecha límite para finalizar los resultados de la elección. El 14 de diciembre el Colegio Electoral emite sus votos y, por ahora, Biden superará tal vez por mucho los 270 que necesita para ser declarado el ganador. A principios de enero el Congreso certifica el voto del Colegio Electoral.
Es posible, según algunos asesores, que Trump no extienda una invitación a Biden durante la transición e incluso que no se presente a la toma de posesión de su sucesor.
(Tomado de la Jornada)