¿Vienen los robots a quedarse con nuestros trabajos?

Una investigación de tres años del MIT examina cuál es el impacto de la tecnología en el mercado laboral. Una de sus grandes conclusiones es que buena parte de lo que pase con los trabajos en el futuro va a depender mucho más de las políticas y los sistemas creados por los humanos que por el desarrollo tecnológico.

“El siglo XXI verá el surgimiento de una nueva ola de tecnologías, algunas de las cuales ya están emergiendo, mientras que otras nos sorprenderán. Si esas tecnologías se liberan sobre las instituciones laborales que fueron diseñadas para el siglo pasado, seguiremos viendo resultados familiares: un estancamiento de las oportunidades para la mayoría de los trabajadores, así como vastas recompensas para una minoría afortunada”.

Desde hace tres años, un grupo de expertos liderado por profesores e investigadores del MIT se dio a la tarea de examinar cómo la tecnología modificará el sistema laboral. Aunque el estudio está afincado en Estados Unidos, las tensiones que atraviesan esta temática son, con bemoles y matices, universales.

El documento fue elaborado por un equipo de más de 20 autores, con el acompañamiento de una junta conformada por más de 30 personas, entre los que hay investigadores, así como rectores de instituciones educativas y empresarios de todo tipo, desde ejecutivos de Pepsi hasta Amazon.

El reporte resulta bastante significativo, pues a la vez que reconoce que la automatización y la entrada de nuevas tecnologías son una fuerza poderosa de cambio en el mercado laboral, no cae ni en la falacia, ni en el lugar común, de echarle la culpa a las máquinas. Al final, los autores enuncian la incómoda verdad de que lo que pase con el sistema laboral es un asunto mucho más cercano a la política pública y a los humanos que al evangelio del bit y el electrón.

La cuestión de fondo en el reporte es intentar evaluar el efecto de las nuevas tecnologías en el mercado laboral. Todo cambio tecnológico implica movimientos en las formas y estructuras del trabajo.

Para ser justos, la automatización per se no es un asunto nuevo, pues, llevado al extremo, el concepto implica facilitar una labor mecánica y repetitiva mediante la utilización de tecnología, bien sea un conjunto de poleas, la imprenta o el motor de vapor, por sólo mencionar unas.

La invención y utilización de una tecnología (la rueda, el motor de combustión interna) son dos de los factores que parecieran alterar más rápidamente las dinámicas de producción y consumo y, con ellas, el panorama laboral de un tiempo determinado. Nada nuevo.

Entonces, la automatización puede ser vista como una etapa natural en el desarrollo social y tecnológico de una comunidad en particular. Una etapa que introduce cambios, claro, pero que también viene con beneficios.

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