Había una vez D10S

Por: Marcelo Valko*

El Sur no está en el norte. Parece una obviedad, pero tal vez no es tan obvio… Como todo lo que ocurre en el sur, en nuestro “sur global” no tiene una delimitación prolija, una línea recta de corte, por el contrario la frontera es sinuosa incluso puede parecer errática, pero aun así está bien demarcada.

El sur avanza a los tumbos, ata las cosas con alambre, improvisa, elude, se escapa, gambetea como aquel pibe que nació en Villa Fiorito al sur de la ciudad de Buenos Aires junto al Riachuelo un rio convertido en una hedionda cloaca abierta que todos los gobiernos prometen limpiar.

Fiorito es un barrio como tantos de Latinoamérica donde el racismo habitacional confina enormes segmentos de población en sitios inhabitables denominados favelas en Brasil, villas miseria en Argentina, ciudades perdidas en México, cerros en Venezuela, guasmos en Ecuador, tugurios en Centroamérica y poblaciones callampas en Chile a las que sus respectivos gobiernos barnizan con pulcros eufemismos como “barrios vulnerables”.

No en vano si a la palabra barrio le quitan la “i” queda barro… En esa villa Fiorito una pareja tuvo ocho hijos, el padre trabajaba en una fábrica que trituraba huesos destinados para la industria química. Un trabajo tan duro como mal pago.

La pequeña casa no tenía siquiera agua corriente y más de una vez la comida no alcanzaba para las diez personas que se amontonaban en un par de habitaciones. Diego uno de los varones llamaba la atención de todos por su habilidad con la pelota de futbol.

II- Siendo muy chico faltando unos días para cumplir 16 años debuta en Primera División en Argentino Juniors, un pequeño club de Buenos Aires. Es octubre de 1976 la Dictadura de Videla mata, secuestra y desaparece 30.000 ciudadanos. Diego se destaca y lleva a que su club deje de pelear el descenso y se acerque por primera vez a la punta logrando el subcampeonato en 1980.

El mundo advierte el fenómeno y Europa se lo lleva. Ya consagrado en el exterior se convierte en la clave para que Argentina gane el Mundial de 1986. Una instancia clave es cuando ese pibe de Fiorito le mete los dos goles a Inglaterra, una victoria que los argentinos y tantísima gente del sur global lo vieron como una venganza por la Guerra de Malvinas que pese a saber eso no modificaba la usurpación de las islas la gente paladeo el triunfo como una justa revancha.

En esa época ya jugaba en Italia, para el Nápoles de aquella ciudad a los pies del volcán Vesubio el mismo que en el año 79 sepulto Pompeya y Herculano. Y Maradona llevó a ese club napolitano de un sur morocho, pobre, subalterno y despreciado por el norte blanco, rico e industrializado de Italia a ser campeón por primera vez en su historia. Para la ciudad humillada y tratada como “africana” por el norte fue una venganza que tantos años después tiene presente como si fuera ayer.

Parece inverosímil que el futbol el deporte más popular del planeta signifique tantas otras cosas para tanta gente quizás porque es el juego más simple de todos donde solo basta una pelota en una vereda o en un pasillo y un chico puede estar horas jugando. Paulatinamente los altares populares dedicados a San Genaro el santo de la licuefacción de la sangre comenzaron a tener en la imagen del futbolista un competidor de la devoción napolitana que al estar en el sur, siente más el “sur global” que su pertenencia europea. Quizás fue en ese entonces que se empezó a jugar con los signos e identificarlo con la palabra D10S.

III- Lección de Geografía. Pocos saben que la ubicación de los puntos cardinales en la cartografía actual es una convención bastante reciente. Me refiero a un tema simple. No siempre el norte estuvo arriba y el sur abajo. Si hojeamos mapas antiguos podemos ver al continente americano “acostado” es decir a la derecha Alaska y a la izquierda la Patagonia o viceversa.

Por ejemplo uno de los cartógrafos más importantes del siglo XVII llamado León Pinelo en una descripción minuciosa del Paraíso en el Nuevo Mundo presenta al mapa sudamericano “invertido” y nos sorprende encontrar a Tierra del Fuego arriba, en el norte. De la misma manera que esa convención de ubicar a Europa en alto, la podemos relacionar con el meridiano 0° que pasa por Greenwich.

¿Porque el meridiano 0° no comienza en Tegucigalpa o en Bagdad? ¿Es un mandato divino que pase por aquella ciudad inglesa o tiene que ver con el colonialismo? Si nos detenemos frente a un globo terráqueo como es sencillo constatar resulta más fácil mirar a Francia que a Madagascar o a EEUU que Nueva Zelanda.

Para observar el hemisferio sur es necesario agacharse… Semejante convención a piccere destila ideología por todos los poros y maneras con que se encare el asunto. Hay gente que está en el norte por trabajo o como exiliado político o económico pero sigue siendo del sur. La irreverencia de Maradona por romper la posicionalidad arriba/abajo siempre fue distintiva del sur.

IV- Como fue su vida pública de 60 años fue su muerte en un segundo desconocido. Una vida contestataria, tumultuosa con idas y venidas. Existen muertos a los que no se permite morir, no se deja morir al muerto, se exprime al cadáver para utilizarlo de muchas maneras mientras llueven opiniones de todos los colores incluso de aquellos que siempre buscan direccionar el amor y el odio de los pueblos.

Elogios infinitos como el de Marcelo Bielsa que afirmo que su muerte “golpea tanto a los más excluidos, a los más indefensos, porque son los que más necesitan creer que es posible triunfar”. Su vida fue el cuento del invisible que llega a la superficie más alta que todos en tantas partes del mundo conocían y seguían como una suerte de novela con nuevos capítulos que se devoraban con avidez.

Tantas veces que fui a dar seminarios al exterior me sorprendían preguntando por él. El relator Víctor Morales que trasmitió aquel gol a los ingleses extasiado por la emoción definió a Diego como un barrilete cósmico. Alguien que volaba a lo más alto pero también que el viento lo zamarreaba como hoja en la tormenta.

También en estas horas se reflotaron acusaciones por drogas, escándalos, denuncia de violencia de género, abusos, hijos extramatrimoniales que la justicia le obligó a reconocer, que la herencia y tanto “amigo del alma” adherido a su dinero y mientras tanto su continuo caer y levantarse. Nunca defraudó al sur aun equivocándose. Y la paradoja de ser una persona idolatrada por millones pero que en los últimos tiempos estaba deprimido, angustiado, solo. Diego hubiera dado cualquier cosa por estar cinco minutos con su madre aunque sea en esa casita del barrio de barro.

V- Aquel último día millares quisieron despedir a ese D10S imperfecto que la gente de abajo lo sintió abajo con ellos aunque estuviera en lo alto en medio de desprolijidades desde el horario de su fallecimiento hasta el velatorio en la Casa Rosada.

Allí el gobierno hizo pocas cosas bien y las que acertó fueron de casualidad como velarlo en el salón de Pueblos Originarios, aquellos que fueron invisibilizados por la historia oficial en aras de la “excepcionalidad argentina” que se pretende un país blanco y europeo en medio de la negritud latinoamericana, la del “sur global”, la de Villa Fiorito.

Cuando pensé en la imagen para acompañar este artículo elegí la caricatura de David Squires que publicó precisamente el diario británico The Guardian donde se ve una alusión al famoso gol a los ingleses donde Maradona deja a Churchill, Shakespeare, Enrique VIII, David Bowie, Beatles e incluso la Reina tirados en el suelo. Nadie puede detener su marcha al gol ni tampoco evitar que se aleje del Había una vez… y se quede para siempre en el sur.

*Autor de numerosos textos, psicólogo, docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar genocidio indígena.

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