Los microplásticos, esparcidos por todas partes, contaminan el aire, el agua y los alimentos que consumimos. Están presentes en peces, insectos, excremento y placentas humanas. Un grupo de científicos holandeses explicó por qué seguimos sin conocer a fondo los efectos de estos elementos en nuestra salud y bienestar.
Debido a esta asombrosa acumulación de partículas plásticas en todas partes, los ecotoxicólogos están pidiendo que se investiguen urgentemente los efectos de los microplásticos en la salud humana. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) solicitó en 2019 que se realizasen más estudios en este ámbito.
A su vez, el químico de la Universidad de Auckland Duncan McGillivray explicó que aún es pronto para temer los efectos de estas sustancias. «Pero tampoco debemos relajarnos, ya que hay demasiadas incógnitas sobre cómo los microplásticos afectan a la salud». En su artículo, los científicos holandeses Dick Vethaak, de la Universidad Libre de Ámsterdam, y Juliette Legler, de la Universidad de Utrecht, advierten que, dado el nivel de contaminación microplástica, la ingestión e inhalación de estas partículas tienen todas las posibilidades para convertirse en otro gran problema para la salud humana.
Si bien no lo parece, todos los seres vivos —incluidos los humanos— han estado expuestos a microplásticos durante muchos años. Lo cual entraña daños en nuestro metabolismo. Son pequeños, pero a largo plazo podrían volverse más evidentes.
A pesar de que parece que los microplásticos más grandes se eliminan de nuestro cuerpo de la misma manera que lo hacen los demás alimentos, son los objetos más pequeños los que pueden resultar más tóxicos, explican los investigadores.
«Los estudios que utilizan partículas más pequeñas tienen más probabilidades de detectar su efecto», escriben Kennedy Bucci y Chelsea Rochman, ecologistas de la Universidad de Toronto, en su artículo sobre microplásticos. Vinieron a corroborar la idea de los científicos holandeses. «Eso puede deberse a que los organismos pequeños consumen partículas más pequeñas más fácilmente, o a que estos plásticos pueden moverse a través de la membrana celular y dañar al organismo», explicaron.
El problema es que todavía no sabemos cómo aislar, detectar o tomar muestras de las micropartículas más pequeñas de manera más simple. Se trata de trozos de menos de diez micrómetros de tamaño. Ocurre lo mismo con las nanopartículas, de menos de un micrómetro de tamaño, explican Vethaak y Legler. Así que aún no entendemos nuestros niveles de exposición a estas sustancias sintéticas.
«También desconocemos si hay o no efectos dosis-dependientes de los microplásticos en los humanos», escribieron los investigadores.
Pero algunos estudios sobre células humanas, roedores y especies acuáticas indican una translocación de microplásticos de menos de 10 micrómetros desde la cavidad intestinal a los sistemas linfático y circulatorio, lo cual causa una exposición sistémica y la acumulación en tejidos humanos, incluso en el hígado, en el riñón y en el cerebro, afirman los expertos.
No es solo su tamaño lo que es problemático a la hora de obtener respuestas. Vethaak y Legler advierten que estos pocos estudios sobre la exposición tisular son probablemente inexactos porque estudian los nuevos microplásticos en condiciones de laboratorio. Según un reciente estudio, hay riesgo de que los microplásticos se degraden y se comporten de manera diferente dentro de nuestros cuerpos.
Las investigaciones sobre células humanas y roedores revelaron cierta toxicidad a exposiciones muy altas, incluso inflamación, daño celular, reacciones inmunitarias y efectos neurológicos y metabólicos. Los trabajadores de la industria plástica y textil que han estado expuestos a grandes cantidades de polvo de plástico también han sufrido síntomas similares.