Por: Julio Alberto Carpio Cerna*
Según la Organización internacional del trabajo (OIT) quien estima una crisis económica durante y posterior a la pandemia del COVID-19 que impactará a 1.3 millones de empleos en El Salvador, lo cual representa al 46.6 % de desempleos y una posibilidad de aumento de la pobreza relativa que según la CEPAL podría subir del 33.7 % actual a 37.3%, con una diferencia en el aumento de 3.6% mientras que la pobreza extrema podría aumentar 2.2% en el año.
Este panorama de falta de solvencia económica de las familias para atender la crisis alimentaria, afectara aún más a los vulnerables y permite pronosticar la disminución de las capacidades de las familias para seleccionar, almacenar, preparar, distribuir y consumir los alimentos más nutritivos como los que aportan proteínas que realmente son más caras.
Nutricionalmente el organismo tiene una adaptación fisiológica a ingestas pobres en proteínas, logrando un equilibrio con las necesidades totales de Nitrógeno y las necesidades de aminoácidos esenciales de tal manera que, aunque la dieta sea insuficiente en calidad y cantidad de las proteínas, el Nitrógeno es el más capaz de adaptación aumentando la eficiencia de reciclaje y reduciendo la catabolización de aminoácidos, pero al aumentar el tiempo de adaptación el tejido muscular y órganos como el hígado se deterioran. (1)
Dejando por un momento esta interpretación biológica al analizar la vulnerabilidad de las poblaciones, por saber que los individuos biológicos, son también sociales, también reconocemos que las ciencias sociales en estos momentos de crisis epidemiológica –administrativa no están llamadas a expresarse solo para comentar las consecuencias de la situación, sino que a utilizar los conocimientos que estas ciencias han desarrollado sobre los riesgos, las crisis y su gestión.
¿Cuáles son los riesgos que preocupan a la sostenibilidad y sustentabilidad que deben estar presentes en todo plan, programa o proyectos de soberanía y seguridad alimentaria Nutricional? Sobre todo, cuando las sociedades en sus grandes mayorías tienen el impedimento de cubrir sus necesidades alimentarias y cuando las acciones gubernamentales son acudir a determinantes de segundo orden como la asistencia social para cubrir con paquetes solidarios o bolsas alimentarias y así llenar paliativamente dichas necesidades.
Al momento de la lucha por salir de la crisis de salud, el objetivo primero es salir de la crisis económica que ocasiona la pérdida de trabajos, empleos, por la quiebra de muchas empresas, luego buscar la manera de incorporar a estos grandes grupos de población desempleada a trabajos formales, de no ser posible en el corto plazo, al menos satisfacer las necesidades alimentaria con estrategias de alimentos por trabajo, con el propósito de ver disminuido el asistencialismo que por décadas ha hecho tanto daño al desarrollo de los pueblo. De esta manera se darían al menos pasos firmes para retomar la estrategia “Participativa” al elaborar trabajos de desarrollo local y municipal en muchas ciudades. ¿Qué dicen los sociólogos?
Porque también no se debe gestionar la crisis con base sólo a las necesidades alimentarias y no verlo de manera parcial, es necesario tener en cuenta una variedad más amplia de elementos que permitan comprender la pandemia como los de recursos para frenarla. Se vuelve necesario promover la participación de manera más amplia de tal manera que contemple soluciones en otros objetos del mundo social, como la vivienda, el empleo, los sistemas de transporte, los espacios públicos, las instituciones, las ONG, las organizaciones sociales …(2)
(1) Necesidades de energía y proteínas. FAO-OMS-UNU. Informe de reunión consultiva de expertos. Ginebra. 1985.
(2) Las ciencias sociales alejadas de la gestión de crisis sanitarias. – Annie Levy- Mozziconacci . ONG Médecins sans frontières (MSF).
*Nutricionista.