Salú, loco

De izquierda a derecha: Rolando Ramírez y José Iván Aguilera Tejada

Por Carlos Cañas Dinarte.

La casa era amplia y vieja. Tenía mucha madera en su fachada y espacios interiores. El gran salón de la entrada era el espacio destinado para los parlantes, el tocadiscos y toda la colección de discos y casetes. Era 1984 y aquello ocurría en Santa Tecla. El país entero se mecía bajo las bombas y la metralla. Pero en tu casa siempre sonaba la música. En especial, aquellos elepés de rock y pop de los años 70 y 80.
Recuerdo a tío Chepe sin camisa, sudoroso, inclinado sobre el motor de su camioneta Wolkswagen, la única con doble cabina y aspecto de pick up que he conocido en mi vida. Primero fue color crema y después adquirió un color anaranjado. Pero en mi memoria queda para siempre el ruido de la faja del pequeño motor alemán, mientras el tío Chepe le daba mantenimiento, lo desmontaba, lo aceitaba y la casa entera olía a aquellos mecanismos exhibidos.

Un día, tío Chepe se fue a su propiedad rural en Chalatenango y ya no regresó vivo. Se lo llevó una úlcera sangrante que le explotó. Desde entonces, tu vida fue otra. La casa quizá perdió algo de música y de monte. A eso se unió la voz anónima de algún vecino, que te denunció ante las autoridades policiales. Decenas de soldados entraron a la fuerza en aquella casona de madera y te sacaron con la amabilidad de sus culatazos para llevarte a la zona de Mariona destinada a los presos políticos. Ir a verte fue una de mis tres experiencias personales al visitar un centro penitenciario de El Salvador. Las otras dos fueron para acompañar a mi papá a visitar a un primo suyo, acusado de homicidio por defensa personal. Estuvo preso en las cárceles de San Vicente y Santa Tecla. Una noche, ya en libertad, hombres fuertemente armados, vestidos de civil, llegaron a sacarlo de su rancho en Santa Cruz Porrillo. Desde entonces, sólo es un recuerdo más en los vericuetos de mi memoria.

Los trabajos y los años nos separaron. Me gustó ver que te convertías en un empresario dedicado a la venta de libros y materiales impresos. Te escribí algunas veces a tus redes sociales para saludarte. La distancia vital era ya enorme. Vos vivías siempre en Santa Tecla y yo en esta esquina del Mediterráneo. Ninguno de los dos conoció a las familias que ambos formamos.

Hace unos días, nuestro mutuo Rolando me escribió para contarme que vos y el Will estaban hospitalizados a causa de la pandemia. Me estremeció saber que vos estabas intubado y sedado. Así te llegó el último momento. Igual que a mi entrañable amigo poeta Luis Borja. De ahora en adelante, los dos me van a hacer muchísima falta. Mientras nos reencontramos, Iván Aguilera, dale mis saludos hechos abrazos a tía Minga y a tío Chepe en ese barrio llamado Eternidad. Y, si lo ves, decile a mi Jijo que lo amo y que lo extraño cada segundo de mi permanencia en el reino de este mundo. Buen viaje, loco.

#MementoHomo #CosasDeVida #Mi50aniversario

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