El Exilio

Nunca imaginé considerar el exilio como una opción real. Pensé que el mundo seguiría el curso normal, crecer y morir pero no crecer, sufrir y morir. Cuando soy testigo de la desbandada de jóvenes de la zona alta para la tierra de Cochise definitivamente creo que han tomado la mejor decisión; en su país están condenados a una pobreza inimaginable y ser sometidos a la humillación de recibir una caja de víveres como el único aliciente que “regala” un estado cuando sabemos que todo eso se debe pagar sea en esta vida o en otra; es para sentir vergüenza de la situación que vivimos.

Por: Francisco Parada Walsh*

Un día tomé la decisión de subir a mi montaña por quince días y llevo 8 años de franca felicidad, al final creo que estoy en una forma de exilio donde vivo lejos del epicentro de la sociedad sin embargo el exilio es una acción muy personal donde debe ser la mente la que nos mantiene firmes pues no es la geografía o determinado país quien nos dará asilo, somos nosotros mismos los que aceptamos el exilio y los que escogemos tal forma de vivir.

El río Sumpul, testigo de masacres, río que lleva correntadas de sangre azul y blanco apenas me queda a dos kilómetros, pareciera que sí vivo en el exilio pero no, sufro todo lo que vive el salvadoreño, ese salvadoreño pobre que siempre saca la peor parte de la historia; nuevamente se le quiere liquidar con el uso de una cripto moneda cuando apenas tienen para comer, por eso, quizá debo diferenciar exilio y soledad; aunque viva lejos en una aparente mágica montaña todo lo que sucede en este país me afecta y poco a poco pienso en irme,  pero no sé a dónde, solo que  ya no soy joven para desarrollar trabajos físicos, y nadie me espera con una valla de honor, no, toca decidir qué hacer pues día a día el país se despedaza como nunca, todos somos enemigos, todos somos opositores, todos somos el enemigo interno ¿Cómo se le puede llamar enemigo interno a una persona por “escribir”,  por “pensar” por tener un programa de entrevistas, por criticar a un régimen que segundo a segundo se tira a un despeñadero como una cabra, a deshacerse y a deshacer lo que tanto ha costado a este pueblo sufrido como pocos? Muchos amigos y conocidos tuvieron que quemar las naves y marcharse a Estados Unidos, no pudieron cuajar su vida acá, algunos amigos calientan motores para marcharse en meses y debo aceptar que siento envidia de terminar mis días en un lugar donde las reglas sean claras, quizá morir por una dolencia crónica y no esta vida azarosa que llevamos donde cada quien debe lamerse las heridas que de la forma más desleal inflige este gobierno.

El exilio, esa palabra que va más allá de mi presente, es ese futuro donde la hermandad prime y no creo que se encuentre aquí.

Jóvenes y viejos queriendo abandonar el país, pero ¿Por qué no queremos seguir en nuestra patria? No es la patria que nos cobija con sus grandes alas cual gallina a sus polluelos sino que es un país donde nunca ha importado el pobre; se le jode, se le roba, se le mata y son los hijos de estos pobres quienes son los que día a día agarran camino, agarran esperanzas de encontrar un terruño donde nunca le desaparezcan a un hijo, no, eso es insano, y lamentablemente para cientos de miles de familias no se pueden ir por que no disponen de recursos para pagar un coyote, deben vivir en una forma donde el karma no nos permite volar, no, estamos amarrados de una pata y empezamos a dar vueltas en el mismo lugar y nunca avanzamos, siempre llegamos a lo mismo, a esa pobreza, a esa confrontación eterna entre nosotros mismos.

Me gustaría que nunca un joven dejara a El Salvador pero ¿Qué se le ofrece a nuestra juventud?: Pobreza, desapariciones y la última moda de uno de los países más pobres de la galaxia  es que se enlisten en el ejército, aun se les llama “héroes”, altivo nombre mientras un personal de salud es sometido a desprecios, se envían a médicos internos a sanitizar (palabra inventada)  cada cajero del Chivo Wallet, no se les ha pagado el seguro de vida a que tienen derecho las familias del personal de salud fusilado, pero no; es ésta la razón que miles abandonan el país.

Lo abandoné creyendo que la distancia sería una brecha enorme para mantenerme alejado del dolor de patria pero no, debo seguir en esta tierra tratando de dar lo mejor y aun, sin pasiones, creer que más temprano que tarde todo debe llegar a feliz término.

*Médico salvadoreño

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