Partido fascista español VOX busca aliados anticomunistas en latinoamérica

El «Foro de Madrid» busca aliados latinoamericanos para «Luchar contra el comunismo»

Los líderes del partido español de extrema derecha Vox están tratando de crear una plataforma de líderes conservadores en América Latina, España y Portugal. El denominado Foro de Madrid es una alianza internacional «para frenar el avance del comunismo en la iberosfera», dicen en la carta fundacional.

Su movimiento más reciente se produjo a principios de este mes, el 3 de septiembre, cuando la alianza fue defendida por Santiago Abascal, líder de Vox en México. Recibió el apoyo de 15 senadores y tres congresistas del tradicional Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quienes prometen fundar un Vox mexicano en un futuro cercano.

El bloque, que busca oponerse al Foro de San Pablo y al Grupo de Puebla —articulaciones de expresidentes, partidos y movimientos sociales de los campos progresista y popular—, tendrá reuniones anuales y una estructura de gestión permanente.

La propuesta surgió en octubre de 2020, con la publicación de la Carta de Madrid, firmada por políticos de extrema derecha de Europa y América Latina, como el diputado federal Eduardo Bolsonaro (PSL-SP); la diputada federal Bia Kicis (PSL-RJ); Arturo Murillo, exministro del gobierno de Bolivia, encarcelado en Estados Unidos; Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas y uno de los protagonistas del golpe de 2002 contra Hugo Chávez; María Corina Machado, una de las organizadoras de las guarimbas venezolanas, actos violentos de oposición; y Rafael López Aliaga, excandidato de extrema derecha a la presidencia de Perú.

El documento ya fue presentado por líderes de Vox en Ecuador, durante la toma de posesión del actual presidente Guillermo Lasso, y en Perú, durante las últimas elecciones presidenciales junto a Keiko Fujimori. En agosto, el grupo estuvo en Colombia con simpatizantes del Centro Democrático.

Además de la iniciativa, el partido español también creó la Fundación Disenso, un núcleo de intelectuales conservadores. El eurodiputado por Vox y presidente de la organización Hermann Tertsch, en entrevistas a medios locales españoles, afirmó que la Fundación «busca fortalecer alianzas con demócratas que luchan contra el narcocomunismo, en países como Perú y Bolivia. Cuba es la cabeza de la serpiente», declaró.

En Brasil, el diputado federal e hijo del presidente, Eduardo Bolsonaro (PSL-SP), ya se ha manifestado públicamente en apoyo al Foro de Madrid e incluso afirmó que podría ayudar en el diálogo con la derecha argentina, luego de ser invitado a participar en CPAC Argentina.

Eduardo Bolsonaro@Bolsonaro SP Te damos las gracias por enviar a @giovannilarosa0 . Ahora le hablo de hacer un CPAC en Argentina, iría allí y podría invitar a @JMilei@AgustinLaje@Santi_ABASCAL y algunos americanos ¿Qué pensarían los argentinos?

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En Chile, el fundador del Partido Republicano chileno, José Antonio Kast, defensor de la dictadura de Augusto Pinochet, sería uno de los impulsores de la nueva iniciativa de derecha.

Raíces conservadoras

Una breve retrospectiva muestra que las raíces de la articulación liderada por los españoles surgieron en un encuentro en Estados Unidos.

En 2019, el representante de política internacional del partido Vox, Espinosa de los Monteros, participó en la Conferencia de Acción Conservadora en Política (CPAC) en Estados Unidos, con la presencia del entonces presidente Donald Trump y el vicepresidente Mike Pence.

En 2020, el secretario de relaciones internacionales de Vox y el presidente del partido, Santiago Abascal, regresaron a Estados Unidos en febrero para conocer el funcionamiento de varios «think tanks» y participar en una nueva edición de CPAC. En esta reunión, estuvieron presentes el eurodiputado español Herman Tertsch y el diputado Eduardo Bolsonaro.

La primera edición de CPAC con sede en Brasil tuvo lugar el 3 de septiembre, organizada por Eduardo Bolsonaro en Brasilia y contó con la presencia de varios personajes de la extrema derecha estadounidense, además de una conferencia en línea con Donald Trump Jr.

Ese mismo día, los líderes de Vox presentaron el «Foro de Madrid» en México.

 


El diputado federal Eduardo Bolsonaro y el presidente de Vox España, Santiago Abascal, asistieron a la Conferencia Conservadora Anual —CPAC 2020— en Estados Unidos, junto a Donald Trump.

La conexión Bannon

Los vínculos entre la extrema derecha española y latinoamericana y el sector más conservador de la política estadounidense se remontan aún más atrás.

Tanto los partidarios de Vox como la familia Bolsonaro se reunieron varias veces en público con Steve Bannon, ex estratega de campaña de Trump en 2016, creador del Human Dignity Institute, una especie de escuela de conservadurismo en Italia y promotor de una alianza de extrema derecha a nivel mundial.

Hay indicios de que Bannon habría colaborado con la campaña de Jair Bolsonaro en 2018 y recientemente declaró que estaba dispuesto a cooperar nuevamente con el actual presidente en 2022.

Steve Bannon fue uno de los protagonistas del escándalo de Cambridge Analytica, empresa que vendió datos personales de usuarios británicos en favor de la campaña para la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit). En agosto, fue arrestado en Estados Unidos, acusado de fraude y malversación de 1 millón de dólares de fondos de la campaña para construir el muro en la frontera entre Estados Unidos y México.

En Brasil, la fórmula Bolsonaro-Mourão podría ser anulada por el Tribunal Superior Electoral (TSE) por diseminación de noticias falsas y uso ilegal de datos para registrar líneas telefónicas utilizadas para disparar mensajes masivos.

El rastro de Bannon en las campañas Brexit, Trump, Bolsonaro y Vox también es evidente en las consignas. Así como Trump decía «America First», Vox también usa el lema «¡Los españoles primero!», que Bolsonaro adaptó a «Brasil sobre todo».

El anticomunismo al ataque

Por Carlos Illades

La extrema derecha mexicana se reunió recientemente con el español Santiago Abascal, de VOX, para formar un «frente anticomunista» internacional.

Hace treinta años desapareció la Unión Soviética, el primer Estado multinacional inspirado en el ideal comunista. Diez años atrás, el Partido Comunista Mexicano (PCM) se había disuelto para dar lugar al Partido Socialista Unificado de México (PSUM), que heredó el registro al Partido Mexicano Socialista (PMS), el cual lo traspasó al Partido de la Revolución Mexicana (PRD), de donde se escindió el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

El trasvase no fue solo de siglas: el objetivo comunista se borró en las mudanzas sucesivas, de tal manera que en la declaración de principios de morena no existe mención alguna a la colectivización de los medios de producción, a la autogestión obrera o a la desaparición del Estado, aunque abundan las alusiones al bien común, a la moralidad pública, al Estado cual agente de la felicidad humana y a la disminución de la desigualdad social.

Aunque hoy es más guadalupano que comunista, la ultraderecha nativa sigue viendo en el obradorismo a quienes le quitaron el sueño en el cardenismo. Lo sigue identificando con aquella mezcla de ateísmo y libertinaje que permea la caricatura de los militantes comunistas, que si algo tenían era disciplina, obediencia, abnegación y una lealtad partidaria envidiable para cualquier iglesia.

El anticomunismo es variopinto. Quienes lo suscriben no proceden de una matriz común, ni tampoco entienden lo mismo por el vocablo. Seguramente los sinarquistas pensaban más en las reformas cardenistas que en el estalinismo o la línea de la Tercera Internacional, mientras que los seguidores mexicanos de Ludwig von Mises estaban alarmados por la planificación soviética, la colectivización forzosa del campo, la estatización de la industria y el acotamiento del mercado.

Los intelectualmente menos sofisticados abominaban el descreimiento religioso de los comecuras rojos. Aspectos tales como la inexistente pluralidad política en el bloque socialista cobraron importancia con los exilios de la disidencia comunista en la posguerra y acaso muy pocos se preguntaron en su momento por los motivos de la presencia de Trotsky en nuestro país. El liberalismo de la Guerra fría concentró los dardos en el totalitarismo del Este, a la vez que el anticomunismo del Frente Nacional Anti-AMLO (Frena) luce más próximo a la aversión antiestatalista de los libertarianos estadounidenses que a ser una rama del árbol sinarquista.

El ascenso de los populismos de izquierda en América Latina —también llamados progresismos— ha vuelto a sacar a la luz a un anticomunismo soterrado, tan impermeable al tiempo que ni siquiera registra el fin de la Guerra fría.

Las voces tienen distintos registros y calidades intelectuales: van desde la denuncia del «totalitarismo» hasta prácticamente pedir a las familias que se guarden en sus casas entretanto pase el «ventarrón rojo». En esta tónica, la Fundación Internacional para la Libertad auspició en mayo de 2019 en Guadalajara el foro Desafíos a la Libertad en el siglo xxi, donde intelectuales públicos, académicos y analistas coincidieron en que los populismos contemporáneos se servían de la democracia para acabar con ella y las libertades, a lo que López Obrador añadía la pretensión espuria de construir una hegemonía transexenal (notable frase de quienes contribuyeron a crear otra).

En su participación, El director de Letras Libres evocó el coloquio La Experiencia de la Libertad para ilustrar cómo la democracia representativa siempre está amenazada por las corrientes iliberales: el comunismo en el siglo XX (tema del coloquio de 1990), los populismos de derecha e izquierda y los fundamentalismos religiosos en el siglo XXI. Común a aquellos, además de las pulsiones dictatoriales y de la polarización discursiva, es prometer «el acceso a una utopía posible», de tal manera que un wittgensteiniano aire de familia los emparenta.

La Fundación Internacional para la Libertad (FIL) fue constituida por Mario Vargas Llosa en Madrid, en 2002, con el objeto de promover la libertad, la sociedad abierta, el Estado de derecho y la democracia a fin de atajar el ascenso populista en América Latina y sus gobiernos personalistas. Para alcanzar esa meta, la fil no dudaría en apoyar a las administraciones de Mauricio Macri y Sebastián Piñera en Argentina y Chile o la candidatura de Keiko Fujimori en el Perú.

En el espaldarazo a la hija del dictador, Vargas Llosa precisó el tamaño de la gesta democrática de la candidata presidencial de Fuerza Popular: «estás enfrentándote a un adversario que puede acabar con la libertad en el Perú»; por tanto, «hay que salvar a nuestro país de un peligro enorme, que es un caer en manos del totalitarismo» si triunfaba Pedro Castillo (Perú Libre). «Totalitarismo», recordemos, es el concepto con el que Hannah Arendt homologó a fascismo y comunismo.

frena ostenta su anticomunismo con orgullo. Es infrecuente que las derechas recurran a la protesta callejera. Sin embargo, frena lo hizo a su manera, en caravanas de autos y ocupando las plazas públicas como recomendaba Gene Sharp, teórico de la resistencia pacífica. Clases medias y altas, del centro, el Bajío y el norte del país acudieron al llamado de la ultraderecha anticomunista. Entre mayo y julio de 2019, en las principales ciudades del país, el Frente realizó cinco paradas de autos exigiendo la renuncia de López Obrador y desempolvando frases tomadas del arsenal de Guerra Fría: «La capacidad destructiva de este cerdo comunista»; «Amigo, amiga de cualquier partido político o religión que amas tú familia únete a frena y defiéndela de este ataque comunista»; «Bien mexicanos, con la ayuda de la Virgen de Guadalupe nos libraremos del comunismo»; «No al socialismo del siglo xxi en México».

Es más, cual indica el sitio oficial de frena, la agenda política del gobierno obedece a directrices trazadas desde fuera del país, dado que «la pandilla de morena se comprometió en La Habana, Cuba, a ejecutar, una vez en el poder, las políticas de tipo socialista, que solo han producido injusticia, pobreza, marginación, dependencia del gobierno y pérdida de libertad en diversos países desde el siglo pasado hasta la fecha».

El anticomunismo de frena está permeado por el soberanismo y un antiestatismo similares al de los libertarianos estadounidenses, sintetizado con el catolicismo y el clasismo autóctonos. México es para frena una patria católica y criolla, formada por ciudadanos industriosos y responsables, quienes deben de contar con la libertad económica para generar riqueza, con la religión católica como textura moral, y con libertad política para procurar el bien común.

El Frente considera al Estado como una mera agencia para realizar los fines del homo economicus (estos no deben interferirse por ningún motivo) y a los gobernantes, como empleados de la ciudadanía. Al igual que en las empresas, los electores pueden despedirlos en cualquier momento si son ineficientes o corruptos. No es gratuito que la primera demanda de frena fuera la renuncia del presidente por incompetente. «Con respeto te digo, mañana en la mañanera quiero oír resultados, no excusas», sentenció el fundador de frena, quizá chasqueando los dedos.

El Frente no pretende convertirse en partido en la medida en que se considera «pueblo soberano» y, consecuentemente, se ampara en el artículo 39 constitucional para asumirse constituyente. El cometido de esa soberanía es justamente «rescatar a México de manos del comunismo», razón por la cual el organismo considera indispensable que «dimita el dictador bolivariano Andrés López». En vista de esto, frena rechaza la estrategia gradualista de la oposición partidaria —agrupada en Sí por México y con algunos simpatizantes en el foro de Guadalajara—, que busca contrabalancear el obradorismo con más curules o deponerlo mediante la revocación de mandato. Quienes piensan así «no caben aquí».

Juan Sandoval Íñiguez y su grey son fieles exponentes del anticomunismo del Bajío, acaso el más rancio. En una elección en la que ni siquiera el presidente respetó las reglas y el crimen organizado silenció candidatos, el excardenal dio rienda suelta a sus pasiones políticas convocando, junto con sacerdotes oficiantes de distintas diócesis, a votar contra el partido gobernante porque «se viene la dictadura o se pierde la libertad porque se trata de un sistema comunista, socialista que esclaviza». Sandoval Íñiguez considera que la desacertada conducción económica de la administración obradorista hará de México un país tan pobre como Cuba y Venezuela, aunado a que la ideología de género atenta contra la familia «porque este gobierno ha adoptado la ideología de género, que trae todas las barbaridades antinaturales que puedan desbaratar, puedan destruir la familia».

Que el presidente exprese sus creencias religiosas pública y reiteradamente, que considere a la familia la institución de seguridad social más importante del país y depositaria de los valores morales de la comunidad, que rechace las reivindicaciones feministas o que sea un católico conservador como el prelado, es lo de menos. Lo que verdaderamente importa al exarzobispo de la diócesis de Guadalajara es afirmar sus prejuicios, así sea a costa de la evidencia fáctica o de la verosimilitud, convencido de que la izquierda no puede ser sino comunista.

El más reciente capítulo del anticomunismo vernáculo lo escenificaron los senadores del Partido Acción Nacional (pan), quienes recibieron al dirigente de vox, Santiago Abascal, en un encuentro a puertas cerradas para convenir la consolidación de un frente anticomunista capaz de contener a los miembros del Foro de São Paulo y del Grupo de Puebla. Solícitos, los tribunos panistas suscribieron la Carta de Madrid, fórmula de la ultraderecha española para contener la expansión comunista en la denominada Iberoesfera (neologismo nostálgico del imperio perdido).

Un comunicado del pan definió el acto como la «alianza entre México y España» en defensa «de la libertad, la democracia y la propiedad privada». Engallados los senadores panistas, comandados por su coordinador Julen Rementeria, mandaron el mensaje al presidente López Obrador y a los «radicales» que le acompañan de que «México nunca va a ser comunista».

Potencialmente totalitario, enemigo de la libertad económica y política, cáncer de la democracia, corrosivo de la familia, estatista, irreligioso, foráneo, robachicos, abortista, polarizador… Sobran palabras, calificativos y anatemas para un comunismo realmente inexistente de no ser por acendrados reflejos anticomunistas, fácilmente activables en derechas y ultraderechas atrapadas todavía en las coordenadas discursivas del siglo XX.

Tener un enemigo a quien se pueda responsabilizar de todos los males imaginables siempre es útil. Además, permite evadir las responsabilidades presentes y pasadas y ocultar las propias carencias reflexivas. Pensar que el anacronismo corresponde a un solo color del espectro político suena a una fantasía de las derechas reacias a revisarse, más que dispuestas ahora a contemporizar con la polarización política que decían rechazar.

BATALLA CONTRA EL FASCISMO

Por Gustavo Espinoza M.

Se dice que la historia, es la maestra de todos los seres humanos. Y es verdad. Urgar en ella,  es sumergirse en el pasado como una manera práctica de avizorar el porvenir. No porque  la vida se repita, sino simplemente porque el futuro se alimenta siempre de las experiencias de quienes nos antecedieron en el mundo.

Pocos peruanos saben, por ejemplo, que el fascismo -ese monstruo horrendo  que llevó a la humanidad al borde de su desaparición a mediados del siglo pasado y que asoma hoy en nuestro suelo- dio sus primeros pasos en Europa Central, más precisamente en los Balcanes, entre 1919 y 1923.

En 1919 en efecto, fue derribado en Hungría el gobierno socialista de la República de los Concejos, inicialmente encabezada por el Conde Karoldy y luego por el líder comunista Bela Kun.

Fue la reacción de los antiguos terratenientes y el odio a las poblaciones originarias, lo que maceró en el cerebro de un marino -el Almirante  Miklos Horty- que impuso el primer régimen de terror en esa área del mundo. Poco después, las cosas tomarían  un rumbo peor en la pequeña Bulgaria.

En 1919 en ese país ganó las elecciones la Unión  Agraria Popular Búlgara, liderada por un caudillo: Alexander Stamboliinski. Esta organización se hizo de la victoria, prometiendo una sola cosa: la reforma agraria en ese país en el que los grandes hacendados y terratenientes explotaban miserablemente a humildes campesinos.  Stamboliinski  cumplió, pero al hacerlo, selló su suerte.

En 1922, cuando la UAPB volvió a ganar los comicios convocados para ese año; la extrema derecha no resistió el desafío,  y organizó el primer Golpe Fascista del que se tiene memoria.

El 9 de junio de 1923 los oficiales más reaccionarios vinculados a la Gran Burguesía, y organizados en la Liga Militar encabezada por los  generales Valkov y Tzhankov  y la Concordia Popular –un Partido de extrema derecha-  voltearon sus armas contra el pueblo y derribaron al régimen. Stamboliinski, fue asesinado, como 50 años más tarde, Salvador Allende.

Aún se recuerda que para esa acción, los alzados se valieron de 36 mil emigrados rusos que habían huido de su patria ante la victoria de los Bolcheviques y el surgimiento de la Rusia Soviética. En Bulgaria, estos “migrantes”, muchos de ellos delincuentes, se sumaron a la tarea,  consumando alevosos crímenes.

Desde la lejanía, José Carlos Mariátegui percibió con nitidez estos acontecimientos. En la revista “Variedades”, el 12 de enero de 1924- escribió: “Stamboliinski era el líder de la Union Agraria, partido en el cual se confundían terratenientes y campesinos pobres. Representaba en Bulgaria ese movimiento, que tan trascendente y vigorosa fisionomía tiene en Europa Central”.

El mismo Mariátegui denunció el carácter represivo y brutal del gobierno de Tzhankov precisando que encarceló a millares de ciudadanos, y sin proceso alguno fusiló a los más señalados por su actividad revolucionaria- “Las bandas armadas de Tzhankov  cazaban como fieras escondidas a los agitadores comunistas y agrarios”, dijo el Amauta.

Hace 98 años, el 23 de septiembre de 1923,se produjo en la pequeña Bulgaria la primera insurrección antifascista de la historia. Liderados por Jorge Dimitrov y Vasily Kolarov, los pobladores lucharon heroicamente durante seis días, antes de ser abatidos, finalmente en la madrugada del 29 de ese mes.

Aunque en el momento, la rebelión popular fue derrotada, el pueblo no se paralizó ante el terror. Años más tarde, el movimiento guerrillero triunfaría y el propio Tzhankov sería juzgado, condenado a muerte por sus crímenes, y ejecutado en 1954.

Esta reflexión vale dorque en América Latina,  el fascismo busca levantar cabeza. No otro significado tiene la presencia de enviados del movimiento fascista español –VOX- que busca vertebrar una presunta “Alianza Anticomunista” de alcance continental , Un parlamentario madrileño, Santiago Abascal -seguramente descendiente del Virrey- se ha lanzado al ruedo en procura de reconstruir el dominio ibérico en suelo americano.

Para ese efecto, se vale  del PAN, de México; Iván Duque, de Colombia; y  Sebastián Piñera, de  Chile. En nuestro país, hacen coro a esa aventura, Willax TV y Keiko Fujimori, que se prepara a denunciar su inminente condena carcelaria, como una “represalia” por su proclama anticomunista.

Un trípode siniestro, integrado  por Fuerza Popular, Avanza País y Renovación Popular, se empeñan en ese proyecto y se han sumado a la “Carta de Madrid”  en el espíritu de la virreinal “integración ibérica” que huachafamente llaman la “Iberosfera”.

Es claro que el fascismo tiene varias herramientas. Una, es el Golpe Militar dirigido por un Tzhankov criollo con su complemento de terror desatado por bandas agresivas. Pero la llave maestra, es la división del movimiento popular y el desaliento por las tareas aun no cumplidas por un gobierno al que detestan.

Romper la precaria unidad que sustenta la fuerza del gobierno de Pedro Castillo, es hoy su objetivo. Su sueño, es generar la crisis, y ahondarla. Pretextos, no faltan. Nuestra tarea, ahora, es enfrentar al fascismo, y no perdernos en mutuas excomuniones y estériles peleas. El enemigo está al frente, y no al costado.

Fuente: Resumen Latinoamericano.

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