Entre muchas de las bendiciones recibidas, estos días, conocí al Padre Tilo Sánchez en su último año de vida. Llegó como un relámpago. La pandemia obligó al colectivo del periódico El Independiente a reinventarse, y creamos la versión radial: El Independiente Radio”, en ese espacio surgió, con los oyentes, un Movimiento de formación, crecimiento y lucha.
Por: Walter Raudales*
El movimiento empezó a crecer y Tilo se entusiasmó con la idea, empezó a llamarme por teléfono, nos encontramos en varias oportunidades alrededor de un café con la mesa llena de libros, intercambiamos literatura, algunos los fotocopiamos para compartirlos, él con sus seguidores y nosotros entre los oyentes. La amistad fue creciendo, pidió sumarse a nuestro Movimiento como uno más, en las reuniones digitales por la plataforma zoom, Tilo participaba con otro nombre (Felipe) y nunca abría la cámara, cuando hablaba distorsionaba un poco su voz, para mí era surrealista todo eso, pues conocía su historia de lucha, quién había sido y quien era. Tenerlo entre nosotros este tiempo, aunque corto, fue un regalo que no merecíamos.
En uno de las tantas reuniones tuvimos el siguiente diálogo:
Tilo: Ya es tiempo vayas al territorio y expandas el Movimiento.
W.Raudales: Todavía no Tilo, aún no tengo claro cuál será la estructura. Todo Movimiento necesita un andamio para moverse, yo aún no lo tengo definido.
Tilo: Y entonces cuándo. Apurate que de repente suceden muchas cosas. Imaginate que cierre la radio o que todo esto que está pasando se complique.
- Raudales: Estoy haciendo unos ejercicios espirituales (de San Ignacio de Loyola) en la vida cotidiana para pedir luz al respecto. En un par de semanas te cuento qué salió.
Tilo: Yo no sé, pero vas a ir conmigo a San José las Flores, Chalatenango, ya me contactó la alcaldesa y vamos hablar vos y yo en la Asamblea Comunal.
Y así fue, viajamos a San José las Flores, cada montaña, árbol, casa, persona, esquina, tenía una historia y un significado para él. Y en el trayecto hablaba como aferrándose a sus vivencias. Y hablamos según el espíritu.
Acá comparto algunos recuerdos de esos encuentros.
- En la Asamblea Comunal en San José las Flores, él habló de la lucha actual y yo les hablé del monstruo que enfrentamos hoy en día. Estaban presentes muchas madres. En un espacio se me acercó y me dijo: “Todas estas mujeres criaron a sus hijos en medio de chiriviscos”. Después me contó que todas había sido guerrilleras o de la población civil que les había tocado vivir las famosas guindas cuando llegaba el ejército en los operativos de tierra arrasada.
- Otros se le acercaban y le decían: “Se acuerda padre que usted me bautizó en el río Sumpul”.
- Llegó una pareja y le pidió que agendara una misa de acción de gracias por algo que no pude escuchar… luego me acerqué un poco más para oír con claridad y estaban gozando recordando cómo Tilo los había casado en medio de la montaña y que él tuvo la ocurrencia de hacer un arco de bodas con dos fusiles colocados como arco y ahí bajo ese símbolo guerrillero se dieron el beso oficial.
- A la gente le hablaba con sencillez, ese era su encanto, los conocía y amaba. En otro encuentro le pregunté que cómo le gustaba que le presentaran en las entrevistas. “Que te parece Cura Guerrillero”, “No – me dijo- yo prefiero que me digan Presbítero”. Y en un libro que me regaló, en la dedicatoria se firma así: “Presbítero”. Se sentía miembro del cuerpo eclesial, pero le dolía la flojera de muchos de los miembros de la Iglesia de no asumir como misión la lucha por la justicia social. Me habló con nombres y apellidos. Disfrutaba relatando de compañeros sacerdotes que no lo dejaban entrar en las parroquias y que después le andaban llamando para que les echara una mano. “Es una cuna de lobos, pero siempre hay lobos buenos”, me comentó.
- Cuando le entrevisté para saber un poco del Génesis de la Revolución, de cómo se conformaron las organizaciones campesinas previo a las guerrilleras, descubrí que su rol fue clave, como seminarista participó con una importante responsabilidad en las famosas misiones del Padre Rutilio Grande, dirigió Caritas de El Salvador, también el periódico de la Iglesia “Orientación”. Las Fuerzas Populares de Liberación” (FPL) tuvieron en Tilo un pivote fundamental en su conformación. “Un día Marcial me envió un papelito en donde me decía que yo era el número 28 de la organización”.
- Tilo asumió como tarea fundamental en su quehacer el mantener viva la memoria histórica, por ello celebraba año con año, en cada aniversario, misa en los lugares en donde habían ocurrido las masacres. Le acompañaba un grupo de fieles seguidores que al momento de conocerse la noticia de su muerte empezaron a divulgar por distintos medios las fotografías y las imágenes de esas celebraciones. Y ahí en cada foto está Tilo, con su inconfundible bigote, dando ese mensaje: “Las hermanas y hermanos no están muertos, están vivos en nuestra lucha”.
*Escritor y periodista. Director del periódico El Independiente.