Por Leonel Ibarra.
La emisión de deuda relacionada con bitcóin confirmaría una ruptura con el FMI con un modelo alternativo de financiamiento incierto, señala la agencia de bolsa especializada Amherst Pierpont.
La emisión de un bono relacionado con bitcóin por $1,000 millones por parte del Gobierno de El Salvador «no es una solución en sí mismo» y, además, «confirma informalmente una ruptura con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con un modelo alternativo de financiamiento incierto».
Estas son parte de las ideas que señala en un reciente informe Amherst Pierpont, un corredor de bolsa independiente que opera en los mercados de capital de renta fija con sede en Nueva York.
De acuerdo con el reporte, el impacto positivo que tendría esta emisión en el crecimiento «es incierto y aún no hay compromiso con la disciplina fiscal».
Siobhan Morden, jefe de Estrategia de Renta Fija para América Latina de Amherst Pierpont, señala que esta carga de deuda más alta de El Salvador solo es sostenible si atrae la inversión privada para un impacto positivo sostenible.
«¿Bitcóin City atraerá una ola de inversión a un oasis libre de impuestos de los libertarios de bitcóin? Todavía no existe un marco que explique completamente el plan económico a mediano plazo que sería necesario para atraer una inversión privada considerable a largo plazo (especialmente en las tensas relaciones bilaterales entre Estados Unidos y El Salvador)», señala Morden.
Además, se debe tomar en cuenta «el alto riesgo de volatilidad del bitcóin que socavaría la estabilidad económica» si se dependiera cada vez más de esta criptomoneda como moneda de curso legal.
Rentabilidad
El documento de Amherst Pierpont destaca que la reacción del mercado ante el anuncio que hizo el Presidente de la República, Nayib Bukele, fue «decididamente escéptica» y reaccionó más al «colapso indirecto del FMI y menos entusiasta sobre el financiamiento alternativo».
Hasta ahora se sabe que este bono de $1,000 millones tendría un vencimiento de 10 años y una tasa de interés del 6.5 % con un bloqueo de 5 años y un pago del 50 % de los ingresos de la inversión inicial de $500 millones en bitcóin después de que se recupere la inversión inicial.
Para José Luis Guillén, presidente de la Asociación Centroamericana de Usuarios de Criptomonedas, este anuncio «es histórico» y equivale a salirse del patrón dolar, lo cual «tendrá repercusiones gigantescas si otros países lo imitan».
«Esos $500 millones en bitcóin que ya no van a estar circulando, lo que limita la demanda para el mercado y si la oferta se mantiene, tendrá como resultado un incremento del precio. Están apostando a un préstamo que se pague sólo ya que para el término de 10 años el precio del bitcóin será de $1 millón, con lo que calza bien para pagar los intereses a los inversionistas», explica Guillén.
Un aspecto que destaca el reporte de Amherst Pierpont es que para los tenedores de eurobonos, el análisis del valor relativo se centrará en si existe un impulso al alza en bitcóin para compensar el diferencial de rendimiento del 6.5 % que ofrecerá el bono bitcóin frente al 13.5 % que tienen los eurobonos tradicionales y si el valor de recuperación es mayor para la emisión relacionada con bitcóin frente a la emisión soberana.
Sobre ese punto y si realmente resultará atractivo para los criptoentusiastas comprar el bono en lugar de adquirir bitcóin directamente, Guillén reconoce que, si bien pagarán una tasa baja, tiene el componente bitcóin y si sigue una tendencia alcista, alcanzará para pagar los dividendos de los inversionistas y un bono extra.
«Muchos criptomillonarios que existen, solamente por el deseo de impulsar la opción, podría estar dispuesto a hacer estas inversiones en bonos», asevera Guillén al respecto.
El jefe de Estrategia de Renta Fija para América Latina de Amherst Pierpont señala que será fundamental monitorear la demanda inicial dirigido a inversionistas en criptomonedas, inversionistas que buscan rendimiento y personas comunes, ya que «esta estructura innovadora probablemente se dirige a la audiencia específica de bitcóin sin pasar a los inversores de mercados emergentes».
Fuente: El Economista.