Por: Francisco Parada Walsh*
Fue una meta valiente y ambiciosa. Pero incluso aquellos que la concibieron en 1978 no comprendieron por completo su significado. No debe extrañar, entonces que 25 años después, todavía estemos trabajando por ese sueño. (James Patrick Kieran).
Se lee en un documento extendido por el MINSAL: “Constancia de Pago insumos Quirúrgicos. Por este medio Hago constar que la paciente Marta Lourdes (Apellido tachado) de la edad de (edad tachada) años, profesión u oficio EMPLEADA DOMESTICA, nacionalidad salvadoreña, con Documento de identidad (número tachado) ha realizado el pago con un total de SEIS CIENTOS SESENTA Y NUEVE DOLARES de Estados Unidos de América en concepto de compra de los insumos médicos quirúrgicos siguientes:…”
Recuerdo cuando era estudiante de medicina, empecé mis estudios en 1982 y mis oídos escuchaban una música que sonaba bien pero que no decía nada, se llamaba “Salud para Todos en el año 2000” y volvía a escuchar la misma canción resultante de determinados acuerdos, y pasaba lo mismo, una música lindísima y una letra vacía; se trataba de que para el año 2000, una de las metas más ambiciosas de la humanidad se harían realidad, toda persona gozaría de salud.
Pero ¿Qué es el Acuerdo de Alma Ata?: Dice: “La Salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y es un derecho humano fundamental. La consecución del nivel de salud más alto posible es un objetivo prioritario en todo el mundo, que requiere de la acción de muchos sectores”.
Han pasado veintiún años desde la fecha que la humanidad gozaría de salud pero ese documento que extiende al MINSAL a una paciente cuyo oficio o profesión es EMPLEADA DOMESTICA y se le cobra una cantidad astronómica que sobrepasa quizá tres meses de trabajo y de ahorro continuo solo dice que ni tenemos salud y ni por cerca hay ese calor humano de servir y ayudar a una persona que pertenece a una casta que en nuestro país, es casi invisible.
Ofensa grande para una persona que apenas gana para paliar el hambre de los suyos, y no se ve que la balanza se incline por ella, al contrario debe pagar esa altísima cantidad de dinero en concepto de equipo e insumos médicos quirúrgicos; entiendo perfectamente que cada hospital dispone de una trabajadora social que se encarga de ayudar, servir y agilizar muchísimos procesos burocráticos para beneficio de los pacientes y no dudo que haya apoyado a la paciente sin embargo cuando vemos los despilfarros, la corrupción galopante y el desprecio por la vida, solo dice que vivimos en un país que no es país, en una sociedad que no es sociedad donde siempre el pobre, es al que muerde la serpiente.
Para mí, médico de profesión, es una cantidad de la que no dispongo y para una joven que debe costear esos insumos médicos para que su hijo mejore en su calidad de vida, es una cantidad fuera del alcance, y mientras, tenemos estaciones de café en el MINSAL, viajes, viáticos, salarios altísimos pero no somos capaces de ayudar a una mujer, a una madre, a una salvadoreña. Llegamos al 2021 y nada ha cambiado, aun, pareciera que cada día está más lejos lograr ese bienestar físico, mental y social; un país que se debate entre la mentira y la muerte, que transa con las pandillas y éstas, en un momento rompen el pacto con el estado en mal estado y deciden matar por matar, triste realidad, pero es lo que vivimos, mientras, esta empleada doméstica quizá tuvo que prestar dinero para poder cancelar el costo de esos insumos.
Muchísimas cosas que suceden día a día en mi país no me gustan pero poco puedo hacer, muy poco; y me siento impotente de que sea ese pobre, siempre invisible que solo tiene rostro cuando se acercan las elecciones, mientras, vive en el mayor abandono institucionalizado, no es mera coincidencia sino todo está hecho de tal forma para que, como carros chocones, nos estrellemos con cuanta pared se encuentre; eso me molesta porque esta mujer, esta empleada doméstica es el rostro de ese El Salvador oculto, de esas mayorías que nacen para joderse la vida, siempre pobres, siempre aguantando hambre y que sea un gobierno que se ha lucido en la corrupción, no se vale.
No, liquidar a una humilde mujer solo dice cómo es nuestra sociedad de enferma, esto no se sabría si ese recibo no se hace público; poco importa, en la tierra de la indolencia donde aún, en este momento que escribo, viernes 12 de noviembre, muchos gozan por el alza de personas asesinadas, así, tener argumentos contra el gobierno de que su plan de control territorial es un zendo fracaso; ni que esa joven madre pague esa cantidad ni que una persona inocente muera trae dicha a mi vida; quisiera que tanto ese cobro como la matanza de ayer fuera un sueño o una pesadilla, pero que todo esto termine, no más dolor a un país que ya ha sufrido demasiado. Demasiado.
*Médico salvadoreño