O Amigos del Verdugo. Pareciera que el personal de salud sufre el síndrome de Estocolmo, donde el maltratado se enamora de su maltratador.
Por: Francisco Parada Walsh*
A más de un año de la peor tragedia sufrida por el personal de salud, todo va quedando en el olvido. Recientemente en las redes sociales se abordó el tema del seguro de vida para todos aquellos que fallecieron en primera línea; hubo una persona que en pocas palabras dijo que “Solo aquellos que han perdido a un miembro de su familia, saben lo que se siente”, intenté contactarle y jamás se pudo; no lo entiendo si fue por indiferencia o por miedo o amor al verdugo.
Parece que no se ha entendido que al ejecutivo y al responsable del MINSAL no les importa en lo más mínimo ni la muerte de un colega, de un motorista, de una enfermera y muchísimo menos, entregar los treinta mil dólares a que tiene derecho la familia del personal de salud masacrado; triste realidad pero es lo que sucede y vemos a un Colegio Médico impávido, ciego, sordo y mudo y ¿Cuál es el objetivo de una institución como la antes mencionada? No conozco los estatutos pero sí el bar, siquiera por caridad divina no se puede olvidar tal tragedia, sin embargo nada parece sacudir a los responsables de esa vil masacre.
Entonces, ¿Cómo queremos un mejor país si somos incapaces de ni siquiera tener el arrojo de mantener la voz en alto demandando se cumpla lo establecido? Todo da igual, médicos que callaron y ahora, son historia y todo por esa rara amistad con su verdugo.
En un país tan pobre y sin brújula, que apenas estamos arribita de Haití, no le importamos a nadie, léase bien ¡A nadie! Y si los directamente afectados prefieren callar mientras otros médicos daban saltos de alegría al recibir un bajero diploma o no sé qué, solo dice que los años dorados de la medicina, ¡Son historia! hoy, apenas asalariados, rindiendo pleitesía a quien les da de comer, agacha la cabeza y si muere víctima del virus, cállese, perfúmese, póngase las más bellas prendas pero no alce la voz, guarde silencio, sea otro tipo de fallecido, quizá un “Fallecido en vida”, una víctima de “La parálisis del sueño salvadoreño” pero no diga nada que ofenda a las autoridades.
Recientemente llegó el ministro de salud a la Asamblea Legislativa y dio a entender que El Salvador, casi, casi es un ejemplo mundial de lo bien que se ha manejado la pandemia y en una sencilla entrevista que me hizo el director de El Independiente le mencioné que así como tuvo el valor y la solvencia para ir a hablar a la Asamblea Legislativa debería visitar las casas de mis amigos, de los colegas; quisiera que se reuniera con todas las familias de los más de dos cientos miembros del personal de salud vilmente asesinados y contara su historia; no, ir a querer lucirse solo dice que las prioridades de este gobierno son tan diferentes a los que el elector creyó y sigue creyendo, ¿Hubo un manejo correcto en el manejo de los ancianos en el asilo “Sara Zaldívar” donde fallecieron quizá más de cien adultos mayores, que, así como el elector, confiaron en sus autoridades? me da escalofríos que un anciano que, creyó en su país, dio lo mejor de sí a la sociedad del no, se le abandone, a morir solo, morir como un despojo; ¿Qué decir de los muertos en los centros penales? Ser recluso no lo exime de recibir atención médica oportuna pero no es así, pareciera que son órdenes claramente establecidas que, dejar morir a ancianos, reclusos y al personal de salud fue y es una norma.
Me contaba un colega que adoleció de Covid y debió ser ingresado, que los cuerpos yacían en el suelo, él, debía sortear a los fallecidos que quizá en su agonía se bajaron de sus camas en busca de ayuda y no pudieron ni dar un paso ¡Esa es la realidad! Mi realidad.
Cuando veo todas las fotos del personal de salud masacrado me golpea, me lastima, pero poco puedo hacer de ahí el nombre de “Los Héroes del Silencio” donde tan importante sector, no recibe el seguro de vida y aun, las familias callan, mientras se roban a manos llenas el dinero del seguro de vida. Héroes, reventados por la indolencia. Familias: Indifentes y fanáticas. MINSAL: El crematorio de la vida.
*Médico salvadoreño