Los Perfumados

Según mi juicio, defino a los perfumados como aquellos hombres perfectos, que tienen una vida intachable, siempre con la mente y sueños puestos hacia el futuro, seres inmaculados que ante su perfecta vida, juegan a ser mini dioses o mino tauros donde se prefiere evitar el dolor ajeno, portarse bien en la vida y nunca salirse de esa fila llena de orden, de reglas y normas para creer que su aroma rancio a podredumbre los hará inmortales ¡Pobres Diablos! ¡Pobres fantasmas en el tiempo!

Por: Francisco Parada Walsh*

Que, en su afán de protagonismo persiguen vidas perfectas siendo ellos actores secundarios en un mundo que necesita coraje, valor, arrojo y amor propio ¿Cuántos hombres y mujeres perfumados conozco? ¡Infinitos! Quizá mi existencia esté cargada de infortunios sin embargo soy yo el que los ha buscado, a veces he ganado, a veces he perdido y esa es la vida; no quiero morir sin pecado consentido sino sabedor de mi condición humana y retorcida, sé que mi destino final será el infierno, aun, dudo que haya un peor infierno que el que vivimos aquí en este mundo por lo tanto dejo que sea el perfumado el que crea que cree, que sea el perfumado el médico que rebalsa en su ego, que sea el perfumado aquel que cree en otro en vez de confiar en sí mismo, que sea el perfumado el que su pútrido aroma se respira cuando pasa en medio de los criollos como yo; ¡Hombres, hombres, hombres que son la nada y se creen el todo! Mi único aroma que respiro o que olfateo cual cerdo en busca de trufas es el hambre del pobre ¡Qué pulso tengo para dar en el clavo! El único perfume que recuerdo es la sangre que corría por mi cuerpo, el olor que se clavó en mis bulbos olfatorios es aquella pestilencia cuando estuve en una pequeña celda junto a dos amigos de farra; no, no busco ni anhelo ser un perfumado, por eso vivo lejos de un mundo mágico y falso donde el soy importa más que el ser; y tristemente los perfumados es una nueva clase social, otro estamento donde no son ni de aquí ni de allá, eso es triste que un hombre venga al mundo a engendrar perfumaditos que seguirán sus pusilánimes huellas y al fin de la vida, cuando el ocaso toque a su puerta y revisen su historia y sepan que no fue nada, como se dice ¡Ni chicha ni limonada! ¡Ni noble ni paria! Apenas un fantoche, un bufón de la vida, de la tragedia personal.

Recientemente escribí un artículo “La Mala Educación. Sepulcros Blanqueados” en alusión a algunas críticas que recibió un sencillo comentario sobre Escobar Galindo, en primer lugar nadie es más que nadie, gozo cuando escribo y aparecieron los perfumados hablando de que en el colegio que estudié nos dieron la mejor educación posible y entendí que yo era un mal educado, un hombre vulgar y ¡Sí están en lo correcto! No vine a quedar bien con nadie y aun, mis amigos son vagos, huele pegas (Diferencia abismal con los huele traseros), gente sencilla como yo y claro que hay excepciones con algunos amigos que nos comemos el mundo en una amena  tertulia; tristemente así camina el mundo, esos hombres perfumados que sigan su camino, yo sigo el mío; hoy, con las redes sociales puedo ver a tantos perfumados que creen que ponerse un puro los convierte en señores, en dones, lucir un rolex o un exótico plato de comida los hace perfumados ¡Siempre serán los nadie! No deben olvidar que somos hijos de Roque y no sabemos que no sabemos.

“Perfumados, oh, el cielo clama tu aroma, las musas se rinden a tus paso, esas  que su mundo es un engaño, que temen a la muerte y que, en su insípida vida creen en la perfección del alma” cuando mi alma se acongoja, llora, gime de dolor, cuando mi perfume es entrar a una casa donde dios me recibe, y quizá deba convertirme en este momento al catolicismo y que mi perfume sea el agua bendita, empaparme de tal fragancia para seguir mi camino, no es El Camino de  Santiago de Compostela sino un camino, es una pendiente llena de piedras, de rosas con espinas que laceran mi ser, y cuando veo mi sangre correr entiendo mi condición humana y jamás divina y menos de perfumado.

“Sigan, sigan, corran, es el éxito su destino, la tierra su morada, la cobardía su religión”. Y cuando el perfumado va a  dejar al “perfumadito” a la escuela extranjera le dice: “Porteche bien, no che meta en problemas, usted es un niño dindo. “Chi papi, yo choy bien portado, el mundo es de los que no hachemos nada”.

*Médico salvadoreño

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