En la humanidad. Nunca he sido un hombre de fe; no entiendo qué es la fe si el mundo cae a pedazos y el mal vence al bien ¿Dónde está la fe? ¿En mi mente, en mi corazón o en mi aura?
Por: Francisco Parada Walsh*
No lo sé, decir que tengo fe mientras he visto la peor cara de la raza humana en menos de dos años mientras mi patrulla perruna y gatuna solo dan cariño, amor y más; mientras solo se espera que al apretar un botón el mundo desaparezca; entonces ¿Cómo puedo tener fe en el hombre si es el que destruye mi mundo, a los niños más inocentes, a padres y madres que deben salir con lo que tengan puesto a ponerse a salvo? No dudo que esas familias tuvieron fe en sus gobernantes y estos, les fallaron.
He visto tantos reportajes sobre la vida de Biden y de Putin que entiendo que el primero, a quien en un tiempo admiré es simplemente la continuación del olor a azufre que tan bien describió Hugo Chávez en la sede de las Naciones Unidas cuando su antecesor fue George Walker Bush; mientras Putin, hombre entrenado en la KGB no se anda con cuentos, y quizá seamos tan sencillos, parciales, ignorantes e inmorales cuando nos llamamos católicos y pedimos orar por Ucrania mientras no se ha leído la historia de Europa y ¿Dónde está la fe de los fieles católicos que callan mientras soldados asesinos israelíes matan a jóvenes palestinos, le pasan el tractor a una ciudadana americana que luchaba por la paz? ¿Dónde? Entonces que yo no tenga fe no debe de importar o quizá mi fe es como un pastel, que reparto porciones a cada país, ciudad, pueblo del mundo pidiendo a un ser superior que cese tanta maldad.
¿Hay alguna diferencia entre un yemení y una joven ucraniana? Quizá si, el color de la piel ¡Tan torpes somos los humanos! Mientras nadie recuerda a Yemen, Palestina, los desaparecidos de El Salvador; ¿Cómo voy a tener fe en un presidente que jura y perjura, miente y re miente? No, no puedo tener fe; prefiero mil veces que sean mis guías espirituales los perros que están echados afuera de mi cuarto y los gatos que descansan a todas sus anchas, en ellos creo, en ellos veo reflejado la pureza de la bondad; mientras me acerco y escuchan mi carro llegar, sus ladridos, corridas y aulladas me reconfortan tanto y me hacen respetarlos más que, quizá a muchísimas personas, amarlos como a mi prójimo, prodigarles ternura, y si ellos no saben de la maldad de la que soy capaz, mejor que nunca lo sepan y es por eso que, mi fe la deposito en el amor verdadero que un animal me regala sin pedir nada a cambio.
Tener fe en “que llegue a tiempo al banco, que encontré el parqueo, la blusa de mi talla” ¡Esas son bisuterías, bajeradas! Se tiene fe en que sé que si viene un paciente es mi hermano el que viene y debo servirle con todo mi corazón, hasta ahí llega mi fe; en frenar intempestivamente si un polluelo se me atraviesa, eso es tener fe; en apartar del camino a una culebra que recibe los rayos del sol sin ella saber que su esencia es clavar los colmillos y yo los míos, por eso mejor la aparto, soy yo el que invado su territorio.
Después de entender que el virus fue producido para liquidar a la población mayor, siento asco de mi prójimo, y al final moriré desengañado, aun, hasta hace unos días creía en la verdad, en los valores, en la honestidad, en que alguien entenderá que vine al mundo no a robar espíritus sino quizá a iluminar a algún hermano que camina en las oscuridades como tantas veces me ha pasado; nuestro nuevo dios es el dinero y la fe va dirigida hacia él; crecí en el seno de una familia católica que, aun ni ellos sabían que era ser católico y ni me preguntaron; sucede que ya mayor, si contradigo a alguien de otra religión, soy un blasfemo, un diablo en pocas palabras pero ¿Dónde está el infierno? ¡Está en Washington o en el Kremlin! Solo sé que ya perdí la fe; si hubiera un dios amoroso la raza humana viviría en paz, pero no lo hay sino un dios que dejó a mi albedrio matar o sanar ¡Eso no es de dioses! ¿Tendrá fe un niño palestino o ucraniano que escucha caer bombas y hacer añicos su futuro, a su familia morir? Deberíamos preguntarles a ellos.
Mientras, en el nombre de la libertad mi hicieron creer que la guerra es válida; prefiero la esclavitud y ni un solo muerto; ya es tarde, el mundo está bajo el mando de una pandilla de matones que ven en la guerra, el negocio más florido de la vida, así las cosas; sea Putin, Biden, Merkel, solo les puedo desear: ¡Que sobrevivan a sus hijos!
*Médico salvadoreño