Relato | El duende me abandonó

Hace más o menos 5 años sentí un irrefrenable deseo de escribir, antes, mucho antes había escrito una serie de anécdotas sobre mi vida, desde que era un niño hasta que fui un joven universitario, es decir hace unos 45 años y luego una serie de anécdotas religiosas cuando me casaba por segunda vez, en mi mente guardaba una historia relativa al sentir sobre los viejos cuando mi suegra, de mi primer matrimonio, llegó a vivir a casa después de sufrir un accidente cerebro vascular, la puse por escrito en los años en que casualmente nos poníamos en contacto los que fuimos compañeros en la secundaria del Colegio Salvadoreño Alemán y con los compañeros de la promoción con los que me gradué como médico en 1976.

Por: Ramón Gutiérrez

De mis años en Áreas Comunes tenía escrito un relato sobre mi amor eterno e imposible, algunos poemas que escribí a mi segunda esposa por 1990 y luego anécdotas sobre los hijos de mi segundo matrimonio, Manuel y Diego, nacidos en 1997 y 1998. Había escrito varias cosas, los relatos autobiográficos si fueron febriles y cada uno iba acompañado de una caricatura alusiva al cuento, empecé y no paré hasta que lo terminé, escribiendo en un grueso cuaderno, las poesías escritas a mi segunda esposa surgían fácilmente después de que ella dijera durante una conversación algunas palabras clave, al siguiente día llegaba yo con el poema y fueron 20 poemas de amor sin la canción desesperada como Pablo Neruda.

Pero el estado anímico, el fenómeno que me envolvió después del relato, la mirada de la vieja y la sugerencia de mi amigo Escalón sobre que el camino lo trazaba ese cuento, entonces algo se apoderó de mí y bastaba sentarme ante la PC o tener la idea de un título, o a veces el título lo ponía hasta el final, como aconsejaba García Márquez: __ Siéntate y escribe. Así pasaba me sentaba y mis dedos corrían sobre el teclado escribiendo sobre múltiples temas de cosas que recordaba, leía, o tan sólo imaginaba.

Así escribí 344 escritos de diverso género, entre cuentos, ensayos, artículos de opinión y una buena cantidad de poemas de amor y desamor, algunos de denuncia y protesta, de muchos géneros. Mi amigo Salvador opinaba que era un duende el que me estimulaba con su magia, no era una musa, era un duende y sí así fue, hoy sólo me queda decir que el duende ya me abandonó, ya no me queda nada, o me queda muy poco, de la inteligencia, la imaginación, el entusiasmo, la inspiración.

Habrá sido un duende travieso el que sembró todas esas locas cosas que escribí o es que tan sólo mi llegada a la década del 70 en edad que es cuando dicen se empieza a perder la inteligencia, asociado al estado depresivo que conlleva los dos terribles años de la pandemia que parece nunca acabar.

O quizás deba buscar explicaciones más imaginativas y abstrusas como el hecho de creer que tal vez fue una inspiración profética, escribí que soy un profeta en un momento de mi estado febril y quizás ya terminé mi misión profética, ya dije lo que alguien me había mandado a decir a mis amigos como representación de la raza humana. ¿Quién me envió? ¿Quién insertó en mi cerebro todas esas ideas? Es Dios o el diablo. ¿Quién, dirán que es mis amigos cristianos? Pero yo no creo en Dios y el diablo está inmerso como una característica natural de maldad en la raza humana.

Yo creo en los extraterrestres, los alienígenas ancestrales que vinieron hace miles de años a realizar un experimento genético que desarrolló nuestros cerebros, de un primitivo hombre de Neanderthal pasamos de pronto, rápidamente a un sofisticado Homo sapiens, con un cerebro preciso que en unos 50000 años comenzó a florecer y de la edad de piedra, pasó a la edad de los metales y de ser un hombre prehistórico pasó a ser un hombre histórico y siempre ayudado por la tecnología  extraterrestre, los Dioses de cada civilización  magnífica que se desarrolló en todas partes del mundo.

Todo esto que hoy escribo yace inmerso en los cientos de páginas que llené de letras, ahí está descrito en Experimento genético, ahí en esa y otras páginas explico como todo hubo de suceder y así sucedió.

Sí hoy la Humanidad está en crisis, hay una crisis por la pandemia del Covid 19, el SARS 2,,el calentamiento global, las superpoblación, la escasez del agua potable, las interminables guerras que genera EEUU para vender sus armas en todas parte el mundo y hoy Rusia lo imita, azuzado  por los mismos EEUU, ataca a Ucrania y hoy nos colocan esas malditas naciones imperialistas en una crisis económica mundial que sólo beneficia a los multimillonarios codiciosos de siempre, los que venden el petróleo, venden los alimentos, venden las armas y causan la destrucción que hay en distintas partes del mundo, la hambruna, las pestes y se acerca el fin, el apocalipsis, pero no en el que creen los religiosos del mundo, no habrá una guerra, no habrán batallas entre ángeles y demonios, no vendrá Cristo por segunda vez con los buenos resucitados, no vendrá a realizar un rapto de los buenos para llevarlos a una ciudad maravillosa en los cielos.

La gente guarda siempre la esperanza en Dios, quién salvará a los buenos, pero es que Dios, los Dioses son los alienígenas ancestrales que vienen de una Federación intergaláctica planetaria, son los Dioses que vinieron y practicaron el Experimento genético con nosotros, sí, somos bebes de probeta y sí debemos tener esperanza, la esperanza de que los extraterrestres hayan hecho ese experimento con objetivos bonancibles. Debemos tener la esperanza de que fuimos creados por ellos para rescatar lo bueno de la Humanidad y destruir lo malo de ésta, sí es posible continuar entonces una vida feliz en este mismo planeta o sí no lo es, nos llevaran a otro planeta en algún lugar de una galaxia perdida, a ser felices por siempre y La Tierra será destruida con lo malo, los malos codiciosos de siempre, porque la codicia es germen de todo mal

Sí, yo fui abducido por los alienígenas ancestrales, todo lo que les dije es producto de que fue sembrado en mi cerebro para decirlo a ustedes, hoy les comuniqué el mensaje final de lo que va a suceder. Nadie sabe sí está entre lo malo que será destruido o lo malo que será conservado, pero hay que guardar la esperanza.

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