En mucho de su base surgieron para que los Estados Unidos se beneficiaran en lo que se define como una deslocalización de la producción. La globalización de la economía implicó un proceso económico que derivara en ventajas competitivas para quien disponía del control del mercado, y en un supuesto apoyo a los países denominados “en vías de desarrollo”. Era mucho más de bajo costo instalarse en países donde su mano de obra es pagada de una manera precaria, con el bombo de estar generando trabajo.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
La historia es que esas personas—la mayoría mujeres, educadas en la cultura de la pobreza, con ciertas habilidades aprendidas de sus antepasados, como es la costura de prendas de vestir a través de patrones muy básicos; y que además fueron incorporadas a mínimos programas de formación profesional. Antes de la guerra civil, se comenzaron a instalar en zonas como en Ilopango, específicamente en San Bartolo, cercana al aeropuerto internacional de Ilopango, zona que durante el conflicto armado disponía de una maquila más calificada como era la fabricación de chips electrónicos, que daban un trabajo más calificado, de mayor valor agregado a determinada población con conocimientos técnicos y universitarios.
Esas maquilas conocidas como la segmentación del proceso productivo, cuya base está en la deslocalización del país industrializado, que instala sus fábricas directamente en una lógica de verticalidad productiva o buscan hacerlo a través de contratos con fabricantes nacionales o de capital extranjero para instalarse directamente con su marca o hacerlo por una vía de subcontratación. Lo que implica una característica de garantizar los países subdesarrollados una infraestructura mínima conocida como naves de producción dentro de espacios cercados y con alta vigilancia; y con claras concesiones del gobierno de turno en materia de elusión fiscal.
Facilitar su instalación en el país, bajo contratos de mucha desventaja para el fabricante de las prendas, por la alta ganancia que se lleva la marca y más abajo la ganancia del fabricante, dejando para el último factor de la lista de costos la mano de obra con los salarios sumamente bajos (precarización del empleo), que pretenden medirse a través del salario mínimo fijado por una entidad tripartita, donde se va supuestamente siempre a estar haciéndolo bajo la realidad de medir y evaluar el costo de vida; cuestión que no se cumple y que mantiene los salarios mínimos muy por debajo del costo de la vida, y que constitucionalmente debe cumplirse con esa finalidad.
Por el contrario, los intereses del sector maquilero ha sido la de mantenerlo contraído a su beneficio, y en el país lo tenemos con un valor menor al de la industria en general—es decir existen salarios mínimos diferenciados, que sólo benefician al sector empresarial, bajo la supuesta evaluación de que se facilite la apertura y puesta de fábricas y se generen empleos en el país empobrecido por la lógica de mercado imperante.
El trabajo por la defensa de derechos como la organización sindical, ha estado en mucho vetada y proscrita por el gobierno y los empresarios maquileros y, donde hubo expresiones como la del ex Ministro de Economía, Miguel Lacayo que decía que en El Salvador había una ventaja competitiva que no existían sindicatos en este tipo de fábricas; o del Secretario Técnico de Mauricio Funes, Alex Segovia, quien argumentaba que eran lugares donde no existía la violación laboral y que el incumplimiento de los derechos era una cuestión infundada.
En mucho estos capitales llamados golondrinas, por que no ponen mucho de su propiedad, y fácilmente pueden irse a otro lugar, cerrar la fábrica e instalarse en otro país similar, mantienen un alquiler de la maquinaria, además de pagar un arrendamiento de la nave a otra persona que administra la zona. Lo que lleva a un intrincado consorcio de intereses económicos que hace difícil para el gobierno disponer de un control de cumplimiento de los derechos allí conculcados.
La intervención de diferentes ministerios intervinientes en el negocio: Hacienda, Economía y Trabajo, vuelve infuncional el cumplimiento de derechos y el control de esos lugares. Son zonas donde se producen prendas de vestir e indumentaria sesgadas hacia el favorecimiento del capital, muchas empresas cierran abruptamente o se van, dejan los derechos de las personas trabajadoras totalmente incumplidos y en ese escenario comienza la tragedia, donde Hacienda prevalece porque se queda burlado y hay que recuperar algo de la elusión, Economía sólo busca esconder la mancha, y Trabajo es inoperante para establecer la justicia laboral.
Esas cuotas de producción que deben cumplirse en condiciones en mucho desventajosas para producir, estableciendo que esas personas trabajadoras son prescindibles, y van rotando buscando otra fábrica que sea “mejor” con un capital más responsable, simplemente migran al norte, o en el peor de los casos mueren intoxicadas, con enfermedades profesionales que arrebatan sus vidas, y que por más que se les publicite como buenas son campos de concentración—donde se sobre explota al arbitrio y paciencia, esperanzados en que el problema de la economía se va resolver; dando los empleos necesarios, siendo puestos de trabajo decentes y con buena remuneración.
*Sindicalista salvadoreño