Las protestas y el descontento social se están expandiendo con rapidez por todo el mundo, incluidas algunas potencias desarrolladas, debido a las graves turbulencias económicas globales, la inflación y el consecuente aumento generalizado del costo de la vida.
Por: Guillermo Alvarado
En sí misma esta realidad no es una novedad, porque basta con mirar los noticieros internacionales para saber cómo están las cosas; lo interesante del tema es que los datos los ofrece el mismo Fondo Monetario Internacional, FMI, que no es para nada una institución que cuide el bienestar de la gente.
La entidad realizó un monitoreo en 130 países y determinó que las protestas están en su máximo nivel desde que comenzó la pandemia de covid-19, en los primeros meses de 2020, si bien no han llegado al punto en que estaban en 2019 cuando las marchas recorrieron cientos de ciudades.
Según el Fondo, hay manifestaciones antigubernamentales en países donde antes este era un recurso poco empleado por la población, como Canadá o Nueva Zelanda, y habría que agregar que también se dispararon hace unas cuantas semanas en Estados Unidos, el país más rico del mundo.
Un denominador común en esta situación es el alza del precio de los alimentos y los combustibles, precisó la investigación.
En la medida en que se van levantando las restricciones por la crisis sanitaria mundial, las calles son cada vez más escenario de la cólera popular, debido justamente a los daños que la pandemia ocasionó a la economía y que golpearon con más fuerza a los sectores vulnerables.
A estas alturas no faltarán quienes se pregunten si ¿acaso el FMI por fin se preocupa por el destino de los pobres? No se inquieten, que el órgano multilateral de crédito no ha perdido un átomo de su identidad.
La investigación llega finalmente al punto al que quería llegar: esta proliferación de marchas y protestas tiene un costo, que no es despreciable porque toca el corazón del sistema capitalista, o sea al gran mundo empresarial, a las gigantescas corporaciones transnacionales.
Vean lo que dice el texto al respecto: “el levantamiento de las restricciones sanitarias y la continua reducción del poder adquisitivo de las mayorías significa que las protestas aún pueden aumentar e imponer costos económicos significativos para el manejo gubernamental de las economías”.
Y el siguiente párrafo no tiene desperdicio: “Cualquier aumento en el malestar social podría representar un riesgo para la recuperación de la economía mundial, dado que la incertidumbre impacta en el consumo y la producción”.
Ya ven ustedes, la gente es ingrata, protesta porque tiene problemas cuando los pobres ricos están luchando para recuperar sus ganancias.
Fuente: Radio Habana Cuba