La democracia no se nutre del miedo

campo de concentración de Bram. Josep Bartoli / El Mono Libre Editorial 2020 / Actes Sud 2009.

El miedo es el reino de la violencia y del control autoritario; y su discurso que se nutre de paz y bien, es la cubierta endulzada de un ejercicio del poder abiertamente fascista. Tan fascista, qué si les dices que son fascistas con un tono positivo, seguramente los verás sonreír con agrado. Precisamente porque en este ambiente no se piensa, se repite lo que dice el caudillo.

Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre

Bien decía M. Foucault, que el poder no se posee, sino que, se ejerce.  Y este ejercicio del poder como un absoluto, te lleva a colocarte y ser colocado directamente en el gran reflector de la vida, qué por su luminosidad sobre ti mismo, sólo te provoca obnubilación.  Es decir, una ceguera causada por la luz misma, dirigida hacia ti.

La cantidad de prisioneros en un país sólo muestra el fracaso del sistema. No les importa.

Pero la realidad es terca, y la realidad humana lo es radicalmente.  No existe un poder; existen una infinidad de poderes de toda índole y en todos los ámbitos. Y ahí se asienta históricamente la debacle de todo totalitarismo autoritario y criminal.

Estamos ni más menos en las zapatillas de Luis XIV de Francia que dijo: “L´État, c´est moi”. El Estado soy yo.  El poder siempre carga con la tentación de ser eterno, en cierta medida esa es su veta idolátrica que termina por exigir la sangre de sus súbditos. Y, por supuesto, no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista.

En verdad, tanto ayer como ahora, el pueblo, por decirlo de alguna forma, jamás ha sido tomado como Sujeto, sino que, como un puro objeto sobre el cual se opera. En ese sentido, la mala educación -disfrazada de buena y de avanzada-, la horrible religión que no libera, sino que embrutece, la falsa e hipócrita moral que nos infunden, la traición a los sueños por parte de los políticos de diverso cuño; todo eso ha contribuido a conformar esta enorme cárcel llamada El Salvador.  El camino fácil es culpar a la gente de todo lo que no hicimos, y ahora nos rasgamos las vestiduras viendo como el espíritu de traición y mentira se esparce entre la multitud.  Volvimos a ser los eternos pone dedo de siempre, como una forma normal de resolver nuestras diferencias.  Hasta la injusticia de los detenidos que son inocentes, recae en la gente y en algunas instituciones, menos en el pequeño dios.

La seguridad jamás va a depender de la cantidad de campos de concentración que se tengan; recordemos que, para los nazis, los campos de concentración eran legales. Pero eso sí, no eran legítimos, dado que ellos no eran todo el poder sobre la faz de la tierra.  De igual manera, el Apartheid no significa seguridad para nadie, aunque se presentase como positivo para todos. ¿Cuál es lo novedoso en El Salvador ahora?

La Seguridad Humana como la asume la ONU nos muestra que:

“La seguridad humana consiste en proteger, de las amenazas críticas (graves) y omnipresentes (generalizadas), la esencia vital de todas las vidas humanas de forma que se realcen las libertades humanas y la plena realización del ser humano.

La seguridad humana integra tres libertades: la libertad del miedo, la libertad de la necesidad (o miseria) y la libertad para vivir con dignidad:”

El pueblo salvadoreño, tanto el que está a favor, como el que está en contra, del Régimen; definitivamente no esta libre de las necesidades acuciantes que el sistema nos impone. La pobreza, el desempleo, la mala educación etc, etc; siguen manteniéndonos en una vida nada digna de seres humanos en una democracia.

Libres del miedo no estamos, desde el preciso momento en que empezamos a destruir la formalidad del Estado de Derecho, y pasamos a “disfrutar” el ejercicio de un poder, que solo cambia unos mecanismos por otros. El Estado de Excepción se ha convertido en una política pública y, lo más grave, está transitando a convertirse en una herramienta de control social, político y cultural. Si estas a favor eres bueno, y si estás en contra eres malo; la pura realidad dualista de blanco o negro, no hay más.

Antes las pandillas eran una de las herramientas del sistema para agilizar la expulsión de la gente de sus hogares y de su país, con el único objetivo del lucro inmediato para las pandillas y el fruto mayor para el sistema: las remesas.  Ahora seguimos “exportando” gente y no productos, haciendo de esto una política pública desde el Ministerio de Trabajo.

Este gobierno asumió los datos dados por diversas instituciones: 60,000 pandilleros activos y el involucramiento de cerca de 300,000 personas.  Para las universidades y centros de investigación este dato significa que estamos ante un terrible problema social, con un fuerte componente delincuencial con rasgos técnicamente terroristas. Y que, por tanto, requiere de un abordaje amplio y profundo.  Claro que, para el actual gobierno, centrado en la ruptura del régimen democrático lo anterior es totalmente irrelevante.  Parece que la tendencia de las cosas nos está llevando a una mescla de Nazismo con Apartheid. En la cual, las mentiras tienen una buena dosis de verdad. Porque no podemos negar que el combate a las pandillas era una deuda con las mayorías honradas de este país, era algo que iba haciendo inviable a nuestras sociedades.  Pero esa lucha se pudo hacer tomando en cuenta a la gente como protagonista y enmarcados en el Estado de Derecho.

Ahora, vamos a la tierra de los amos y los esclavos, al más puro estilo Turco-Musulmán. La gente no cuenta, sino, sólo los elegidos del profeta. Ya veremos sin son el 97 %

*Docente e investigador social.

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