Por: Nicolás Guzmán.
Un tratado de libre comercio con China podría beneficiar a El Salvador en materia económica. Sin embargo, también conllevaría una serie de riesgos.
«Incertidumbre» es la palabra que mejor podría definir el escenario en el que se encuentra, actualmente, El Salvador.
Esta semana se dio a conocer la bancarrota de una de las plataformas de compra y venta de criptomonedas más grandes del mundo, FTX, que tuvo como consecuencia el desplome del bitcoin en los últimos días. Una noticia que puso todos los ojos del mundo en el país centroamericano, dado que el presidente Nayib Bukele decidió convertirlo en moneda de curso legal en 2021, además de invertir gran parte del dinero de las arcas fiscales en ese activo.
«Lamentablemente, cuando uno solicita la información sobre cuántos recursos se han invertido en bitcoin, lo que se obtiene como respuesta es que esa información no existe o es una información reservada», dice a DW Ricardo Castaneda, coordinador para El Salvador del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI). El economista explica que en su país los cálculos de lo invertido en bitcoin se realizan, únicamente, tomando en cuenta los tuits del presidente. De acuerdo a lo expresado por el mandatario, la inversión podría ser del orden de los 120 millones de dólares.
De ser así, El Salvador tendría que enfrentar momentos difíciles en lo económico. Por una parte, por la devaluación de las criptomonedas, y, por otra, por la poca confianza de que goza el país en el mercado internacional. «En los mercados internacionales al ver que el déficit fiscal es tan alto, al ver que el gasto no se paga y que se va acumulando la deuda, empiezan a ser más cautos y a ponerte en una posición de alto riesgo», dice a DW Roberto Rubio, director ejecutivo de la Fundación Nacional para el Desarrollo y representante de Transparencia Internacional en El Salvador.
En enero de 2023, el país centroamericano tiene que pagar 667 millones de euros de deuda internacional por la amortización de un eurobono. «China ofreció comprar toda nuestra deuda, pero debemos andar con cuidado», fueron las palabras del vicepresidente Félix Ulloa, que causaron sorpresa en un evento en Madrid.
La nueva alianza económica con China
Las declaraciones de la autoridad de Gobierno (07.11.2022) no pasaron inadvertidas, sobre todo, porque eso nunca fue confirmado por el régimen de Xi Jinping. Lo que sí fue ratificado, tres días después (10.11.2022), fue el interés de China y El Salvador de iniciar negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países, en un evento que reunió a Bukele con la embajadora Ou Jianhong en San Salvador.
En 2018, El Salvador ya había dado señales de acercamiento a la segunda economía más grande del mundo, luego que pusiera fin a sus relaciones con Taiwán. Ese movimiento estratégico le significó una serie de beneficios al país. «China ha dado tres donaciones a El Salvador, que es la construcción de una especie de parque de diversiones en la playa, un estadio que no se ha construido aún y una biblioteca. Son inversiones que mejoran la imagen de China y, obviamente, también la de nuestro país», explica el economista Rubio.
Désirée Reder, investigadora del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), con sede en Hamburgo, agrega que las actuales condiciones de la democracia en El Salvador también lo privan de un acercamiento a otros países que critican el estilo de gobierno de Bukele, como Estados Unidos. «En ese sentido, China no aplica sanciones basadas en derechos humanos y por eso puede ser una solución. La gran pregunta es si los beneficios son mayores que los costos en esta relación», dice a DW.
«Nada es gratis”
Aunque una eventual alianza con China podría significar un «salvavidas» para la economía salvadoreña, los expertos coinciden en que tal acuerdo podría también conllevar a una serie de riesgos. «Nada es gratis», precisa Reder.
«El Salvador podría ver algunos beneficios en infraestructura, que ya se están observando, pero China espera algo a cambio. Podría ser exclusividad en beneficios comerciales o demandar ciertos proyectos en áreas que puedan estar protegidas o que puedan afectar a algunas comunidades», añade la académica de GIGA.
De igual modo, el economista Castaneda tiene sus dudas de si para El Salvador es un buen negocio la idea de un TLC con China. Por el contrario, cree que quedaría en una posición deficitaria.
Además, expresa que es una jugada netamenta política. «Recordemos que el presidente Bukele quiere reelegirse y, prácticamente, no tiene aliados a nivel internacional, sumado a que las tensiones con Estados Unidos son muy grandes. Bukele lo que busca es que se respalden sus decisiones y China no se destaca, precisamente, por la defensa de la democracia», dice.
Los expertos también tienen sus cuestionamientos, respecto al real interés en El Salvador, especialmente, porque no es un país como Brasil o Panamá, a nivel estratégico. También señalan que China ha ido incrementando sus relaciones con América Latina, rompiendo con la dependencia que por décadas la región tuvo con Estados Unidos. De hecho, esa sería una de las principales motivaciones del régimen de Xi Jinping.
«Lo que China está haciendo es mantener y aumentar su presencia, mejorando su imagen, poco a poco», concluye el representante de Transparencia Internacional en El Salvador.