AMLO y la Cuarta Transformación de México

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, convocó a un acto de masas que se realizó el pasado 27 de noviembre. AMLO encabezó  una marcha por las principales  avenidas de la Ciudad de México, la cual culminó en una magna concentración en la Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo.

Las autoridades de la misma capital mexicana, la estimaron aproximadamente en un millón 200 mil personas. El tema central de esa convocatoria fue brindar un informe de la gestión presidencial en el cuarto año del gobierno obradorista.

En ese contexto diversos  dirigentes de los partidos  opositores, como el Partido Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Movimiento Ciudadano (MC) y Partido de la Revolución Democrática (PRD), así como numerosos analistas de los medios de comunicación privados que detentan amplios espacios (98 por ciento) en la prensa escrita, en la radio y la televisión, no han logrado en cuatro años deteriorar y debilitar el proyecto del gobierno de la llamada Cuarta Transformación.

Muy por el contrario toda la propaganda anti-AMLO y el discurso que lo acompaña, parece que ha sido el mejor antídoto para vacunar a amplios sectores populares  para afianzar su adhesión al gobierno obradorista. En otras palabras, la correlación de fuerzas  muestra un saldo muy favorable para el mandatario mexicano y para  los partidos políticos que los respaldan: Partido del Trabajo (PT), Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA)  y Partido Verde Ecologista de México (PVEM), así como a los múltiples grupos sociales que son el principal respaldo a la gestión gubernamental.

De tal manera que al llegar a los cuatro años el gobierno de López Obrador, la oposición política ha mostrado pocas posibilidades de crecimiento y un fuerte estancamiento, así como una escasa viabilidad de consolidar la propuesta de un bloque de fuerzas capaz de debilitar el poder de la amplia izquierda social mexicana. Tanto por las condiciones nacionales como por las tendencias prevalecientes en la región latinoamericana de la que  México es parte esencial, los triunfos electorales más recientes de la izquierda en Brasil y Colombia en 2022, confirman la tendencia dominante en la región. Pero de igual manera se confirma con los triunfos electorales de esa izquierda mexicana al lograr ganar la mayoría de los gobiernos de los estados, municipios, diputados y senadores en el ámbito local y nacional. En ese contexto, AMLO en su gran acto de masas del 27/11/22, mostró la capacidad de movilización de amplios contingentes populares en respaldo a su proyecto político. Situación que puso en evidencia que las conquistas logradas en los momentos actuales cuentan con un amplio respaldo popular. Es decir, el programa de la llamada 4T se ha ejercido en beneficio del conjunto del pueblo de México. Lo cual se expresa en su consigna de su  campaña electoral en 2018 y prolongada en la gestión de su gobierno: “Por el bien de todos, primero los pobres”. Postura y consigna que no se enmarca en el proyecto ideológico del conjunto de oposición, que resulta más fragmentada y con un contenido orientado en su discurso a las clases medias y altas, cuando en la realidad de la formación social mexicana, esos grupos sociales son minoritarios y han perdido amplios espacios de poder que detentaron en los gobiernos anteriores donde se impulsó un discurso y un programa de corte neoliberal. Es decir, de un modelo de capitalismo salvaje que polarizó y fragmento a la sociedad mexicana con claros intereses contrapuestos y en beneficio exclusivo para los grupos minoritarios ubicados en las altas esferas del poder económico, político, social y cultural. Socialmente ese proyecto neoliberal que fue hegemónico pervivió casi tres décadas, pero finalmente llego a su inevitable colapso con el ascenso al poder de AMLO y la 4T.

El crecimiento de la exclusión social, polarizo a la sociedad y el proyecto obradorista en cuatro años de gobierno ha logrado disminuir esa polarización social, reducir drásticamente la corrupción que dominó amplias esferas del poder público. Lo cual permitió ampliar la justicia social como un modelo reformador, esto es, un modelo de un capitalismo más incluyente. Así, según AMLO: “35 millones de familias del país, 30 millones (85 por ciento), reciben de manera directa cuando menos una pequeña porción del presupuesto público; y el 15 por ciento restante también se beneficia con condiciones de desarrollo, pagando menos impuestos, tarifas más bajas de electricidad y combustibles, sin padecer de corrupción, influyentismo y con opciones de negocios, trabajo, justicia y paz”. El modelo de la Cuarta Transformación, finalmente es una propuesta de un régimen reformista que busca fortalecer la participación social, modelo incluyente para las diversas clases sociales y disminuir la polarización social. De tal manera que por ejemplo, se propone un incremento al salario de los trabajadores (capital variable) que llegue al 100% al final de su gestión en 2024.  En esa perspectiva figura un diálogo entre el sector empresarial y las organizaciones obreras, figurando como mediador el gobierno. Fórmula tradicional de los gobiernos reformistas latinoamericanos como el de Lázaro Cardenas en México, Getúlio Vargas e Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Juan Domingo Perón y Néstor Kichner en Argentina y Juan Velazco Alvarado en Perú, entre otros.

En su cuarto informe, el mandatario mexicano, de igual manera destacó la creación de más de un millón 200 mil empleos y de 145 universidades públicas gratuitas. En ese contexto la reducción de la pobreza y la pobreza extrema  en México para la CEPAL ha sido un logro fundamental. En gran medida ello se debió al reducir la corrupción e incrementar el apoyo económico a los grupos más vulnerables. Especialmente a los jóvenes marginados sin posiblidad de empleo y educación, que podrían sumarse a la delincuancia organizada y que el programa Construyendo el Futuro inhibe esa tendencia en más de 2 millones 300 mil ciudadanos en la flor de su juventud.

Si la oposición derechista mexicana fuera tenazmente menos tendenciosa ideológicamente en sus rasgos conservadores, racistas, clasistas y acostumbrada a la corrupción, tuviera un discurso y una práctica política más incluyente. Si se prefiere,  menos polarizante en beneficio de los más amplios sectores populares y beneficiosa para todos los grupos sociales. Si tuviera esas prácticas, México lograría avanzar sin duda, mucho  más en el camino de las amplias reformas sociales y económicas que lleva adelante la llamada 4T.

Fuente: Telesur

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