Las amenazas de la derecha

En los países tercermundistas como en ninguna otra parte, la lucha de clases constituye la esencia de sus historias, y en ningún otro sitio tal verdad es una verdad como lo es en nuestra América Latina.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

El recientemente reelegido como presidente del Brasil, Ignacio Lula da Silva, quién durante su primera y segunda gestión pasadas condujo al gigante suramericano a ocupar finalmente su legítimo lugar en el concierto de naciones como la gran potencia económica que es, y la primera de AL, sacándolo en apenas esos dos períodos del atraso que le supone estar bajo la égida de los sectores más oscurantistas de su país, enfrenta ahora un descarnado intento de esas mismas fuerzas por lograr su remoción, tal cual hicieran con su sucesora, Dilma Rusef, so excusa de corrupción, lo que también costara a Lula la cárcel, demostrándose luego que en ambos casos no fueron sino falsas acusaciones.

Como todo en nuestra América, para nuestros pueblos, la memoria histórica es uno de los muchos pendientes aún, más la naturalización de siglos de dominio y expolio conservador, carencia de educación, ausencia de sentido de la crítica objetiva, alienación derivada de la ultra ortodoxia pentecostalista, sobre exposición a la mediática desinformativa de derecha, etcétera, nuestros pueblos, y el brasileño también, juzgan visceralmente sus momentos en presente, no los antecedentes, volviéndose fáciles presas para secuestrar emocionalmente, manipulándolos como ha sucedido ahora mismo en aquel país. Pareciera que tampoco las dirigencias progresistas comprenden por completo la mentalidad fascista, pues con la experiencia peruana aún fresca, Lula se acompañó de un representante de la derecha en la vicepresidencia, supuestamente moderado, para atraer a los indecisos, a los desmemoriados, a quienes todavía suponen que alguna de aquellas acusaciones, tiene algún valor.

Tampoco se puede dejar fuera de la ecuación al gran hermano del norte, en donde las recientes elecciones hacen creer a los fascistas latinoamericanos que muy probablemente Trump retome la presidencia, lo que supondría una mayor animadversión al progresismo latinoamericano, y mayores niveles de nocivo intervencionismo gringo en la región.

Entonces las lecciones son claras, y pasan por primero la urgente condena al golpismo en Brasil, pero también para cualquier intento en cualquier locación de nuestra América Latina.
Segundo, los nuestros, nuestros países, son víctimas entre otros de su carencia de memoria, por lo que una educación de calidad debe ser una de las prioridades del progresismo.

Tercero; ningún estado progresista puede por sí solo concretar su sueño de independencia, por lo que la unidad en la diversidad es fundamental y prioritaria.

Cuarto, la derecha carece de amigos, hermanos, madre, padre o hijos, en cambio posee intereses y una desmedida ambición, y en consecuencia, no se la debe privilegiar al gestionar la cosa pública.

La triste realidad del Perú evidencia que el ex presidente Pedro Castillo pecó de ingenuo, mientras Lula en Brasil, confió demasiado en la vocación democrática de sus conciudadanos, olvidando cuán volubles somos los seres humanos cuando hay hambre.

Ahora aprendamos nosotros.

*Educador salvadoreño

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