Milagro de los Ángeles se llamó en esta tierra. A esta hora, cuando se cumplen tres días de su partida, solo importa su amor gigante, el de madre, madre del corazón… Su resurrección será real cuando haya verdad y justicia en El Salvador.
La última vez que la vi con vida era domingo al mediodía. Nos regaló una pupusa a mi novia, a mi hija y a mí. Yo sabía que no tenía mucho dinero, que sus quebrantos de salud que se empeoraron desde hace varias semanas la tenían triste y sufriendo un cruel dolor físico. Le dije gracias y le recibí las tres pupusas, con refrescos, en aquel barrio de Mejicanos, donde Madre Vicky atendía un pequeño puesto en el que vendía desayunos y almuerzos. Esa era su única fuente de ingresos.
Minutos después caminamos por un largo pasillo hasta su casa y cinco días más tarde, el viernes 10 de febrero, ella murió ahogándonos en una profunda tristeza a quienes le queremos, pero sabiendo que las décadas de dolor que llevaba en su corazón por fin terminaron. Ahora Madre Vicky descansa… Ahora, ¡Vicky es un ángel!
Siempre supe que ella daba desde el corazón, no lo que lo sobraba, sino lo que le haría falta. Así era Vicky, la presidenta de COMADRES, con quien podías fundirte en un abrazo y era capaz de hacerte tocar su amor.
La mujer que en su semblante cargaba el dolor que sufrieron en el último instante cada uno de sus familiares asesinados y desaparecidos en la guerra, golpeada por la precariedad económica, por el dolor de su frágil salud, por su clamor de verdad y justicia… ese que nunca tuvo respuesta de quienes tuvieron y tienen el poder.
Al conocerla siempre me pregunté ¿cómo puede caber tanto dolor y tristeza, y a la vez tanto amor, en un solo corazón? Eso solo es posible en mujeres de leyenda, como Madre Vicky.
María del Socorro Alvarado, la madre de Milagro de los Ángeles, también fue una luchadora social y de ella aprendió la sensibilidad humana, la valentía y a no rendirse. Murió producto de los vejámenes que sufrió cuando fue torturada, así decía Vicky sobre ella, la mujer de quien heredó ese memorable pseudónimo que marcó la historia de las COMADRES, la historia de El Salvador.
Vicky también murió luchando y ahora empieza a convertirse en una leyenda, en un estandarte de verdad y justicia para los que creemos y trabajamos desde nuestras pequeñas trincheras por los derechos humanos, en la justicia para las víctimas de cualquier parte del mundo.
Cuando Milagro tenía 7 años, frente a la Catedral Metropolitana, empezó a acompañar a su madre en la lucha para continuar buscando a sus desaparecidos.
El 24 de diciembre de 1975, 12 valientes mujeres emprendieron, bajo el emblema de COMADRES, el camino por la verdad y justicia para quienes amaron tanto y que la guerra les arrancó. Allí estaba Madre Vicky, junto a su madre, junto a las madres, junto a los que sufrían ese fuerte dolor en sus almas, el mismo que ella sintió cada día.
“Tenemos esto en nuestro corazón y nunca vamos a olvidar, la memoria vive en cada uno de nosotros”, afirmó a VOCES un día de agosto de 2022 esta mujer luchadora a quien la guerra le arrancó su corazón.
Milagro de los Ángeles fue “una mujer que transformó el dolor en amor al prójimo y en su lucha incansable por la reivindicación de los derechos de las víctimas del conflicto armado. Madre Vicky siempre puso a las víctimas antes que a ella, a pesar de sus carencias siempre dio todo lo que tenía”, publicó COMADRES en su cuenta de Twitter al recordarla.
“Su exigencia por la aprobación de la Ley de Justicia Transicional para las víctimas se sumaba a su búsqueda por ayuda de médicos, psicólogos, medicina y alimentos para las madres que siguen murieron en el olvido y sobreviven con menos de $1.00 al día, condición que ella conocía por ser la misma en la que ella se encontraba”.
El sábado, solos frente a su tumba cubierta de flores, nos despedimos, le dimos el saludo de quienes no pudieron estar en este adiós y que también la querían. Mientras el viento que movía el polvo del cementerio de Mejicanos nos hacía recordar cada día que compartimos, cada lucha, cada abrazo, cada amor recibido y dado. Le dijimos: “Gracias madre, asumimos su compromiso, nunca la vamos a olvidar”.
Fuente: Periódico Voces