La realidad misma es el principal punto débil de esto que llamamos el Sistema dominante del Capital. No podemos seguir romantizando este fenómeno de desplazamiento de grandes grupos poblacionales, fijándonos nada más en su sufrimiento, que es muy grande y hay que tenerlo en cuenta; sino también, en ese sistema estructuralmente injusto que deja sin opciones a muchos pobres que tienen que sacrificar casi todo para ir buscando mejores posibilidades; es decir, la pura sobrevivencia. Esto es el Mal Común del que nos hablaba el Padre Ignacio Ellacuría.
Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre*
Sí, se fueron como José y María buscando preservar su vida y la del niño. Eso nos debe llevar a la promoción de una fe solidaria y de apertura a los demás que son hijos e hijas de Dios y hermanos y hermanas nuestras. Pero ese servicio de la fe será vacío, si no está acompañado de la urgente promoción de la justicia en estos territorios. Y por lo que se ve, las iglesias siguen siendo respetables para las oligarquías y los imperialistas.
Ese desplazamiento forzado hace de la gente, no migrantes, sino que, refugiados en sentido estricto. La gente es expulsada de sus hogares por los distintos mecanismos que el sistema permite.
La gente no está en posibilidad de optar, y como bien sabemos en esa capacidad de opción, por nuestra particular inteligencia e instalación en la realidad, -a diferencia de los puros animales- reside la libertad del ser humano. En ese sentido, los desplazados no optan, huyen simplemente para salvar sus vidas.
Es tarea esencial del pensamiento crítico, al estilo de Ignacio Ellacuría; desenmascarar esas realidades ocultadas por los discursos ideológicos cuya tarea es ocultar la realidad y posicionar “su verdad” como la verdad normal que tiene que ser aceptada.
En México como en el triángulo norte, -Guatemala, Honduras y El Salvador-, la gente huye de la violencia, del narcotráfico criminal, de las pandillas homicidas, del carácter represivo de los cuerpos de seguridad, de la pobreza creciente, del desempleo que es estructural y que nuestras universidades ya no explican; empujados también por el discurso neo liberal del éxito que se traduce en la capacidad de consumo que debes tener.
Este desplazamiento forzado es sobre todo un gran negocio para las empresas gringas y las oligarquías aliadas con ellos. Y no es casual que, en estos cuatro países, la vorágine consumista ya es parte de las mentalidades que ha ido configurando esta “cultura del capital”.
Los Bancos Centrales de estos países, aportan los siguientes datos: México en el 2022 recibió en remesas de sus connacionales, la cantidad de 58,497 millones de dólares, con un incremento del 13.4 % respecto al 2021.
El triángulo norte por su parte tiene sus remesas de la siguiente manera: Guatemala recibió en 2022, la cantidad de $ 18,040 millones de dólares con un incremente del 18 % respecto de 2021. Honduras recibió en remesas, 8,686 millones de dólares, con un crecimiento respecto a 2021 de 17.8 %. El Salvador es el que menos crece, cosa dudosa, en el orden del 3.16 % o sea 7,741.9 millones de dólares en 2022.
¿Cómo se desglosa el negocio? Cerca del 7 % de estos montos se queda en gastos de envío de remesas en empresas de Estados Unidos. Pero a su vez, el negocio está siendo complementado por la construcción de enormes y modernos Centros Comerciales estratégicamente ubicados para captar la movilización de las personas que reciben remesas, las cuales son bombardeadas por todos los medios comunicacionales para ir reconfigurando ya no al ciudadano, sino que, al Honorable Consumidor que el Sistema necesita para crecer y mantenerse.
Como hemos señalado en otros artículos, buena parte de la oligarquía terrateniente, ha ido transformándose en tenderos de nuevo tipo; y con ello, el desmontaje de la estructura productiva de los países. El Salvador, por ejemplo, ha pasado a ser económicamente un país de estructura Terciaria, es decir, la dominancia de Servicios y Comercio en el plano de la Economía. Guatemala y Honduras van por el mismo rumbo.
La producción agropecuaria va en franco deterioro y la actividad Industrial está siendo diezmada. En ese sentido, el desempleo es estructural; ya que el sistema no necesita trabajadores, -al menos acá- sino que, se vaya y trabajen afuera para enviar remesas.
El Papa Francisco ha dicho en la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que este año lleva por título ‘Libres de elegir si migrar o quedarse’.
“Es necesario un esfuerzo conjunto de cada uno de los países y de la comunidad internacional para que se asegure a todos el derecho a no tener que emigrar, es decir, la posibilidad de vivir en paz y con dignidad en la propia tierra. Se trata de un derecho aún no codificado, pero de fundamental importancia, cuya garantía se comprende como corresponsabilidad de todos los estados respecto a un bien común que va más allá de los límites nacionales”.
El papa Francisco, que de suyo escucha a las iglesias particulares, logra pescar que hay en estos desplazamientos mecanismos oprobiosos que someten a la gente a estos sufrimientos por el desplazamiento forzado. Pero también eso mismo genera contradicciones al interior del sistema en la metrópoli: el sistema que necesita mano de obra barata para competir con China, y por eso mantiene en zozobra e inseguridad a los “migrantes”, versus, el racismo larvado en grandes sectores de la sociedad norteamericana, más el esfuerzo de demócratas (no del partido) y liberales humanista que quieren acoger a las personas desplazadas por su sistema, con todas las de la ley.
La claridad de la situación, que hasta el papa la tiene, aunque viva lejos; no parece estar tan clara para nuestros intelectuales, políticos y para nuestras iglesias. La gente más que emigrar, huye.
“Entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria. Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación”
Esta situación de estricto Mal Común, que por cierto es estructural y dinámico, permea toda nuestra convivencia social, haciéndola una convivencia crispada, de competencia diferenciadora, porque se supone que el que más consume, más exitoso es. La familia está siendo golpeada no sólo económicamente, sino que, también, por esos individualismos egocéntricos que golpean a la comunidad.
Ante esto, decir tres cosas para finalizar:
1. Entre un 70 o 75 % de las remesas se gastan en consumo y buena parte de la ganancia de ese consumo se lo llevan las empresas transnacionales, que, a su vez, se han ido haciendo de las cadenas de supermercados que ya existían. Es decir, el esfuerzo de nuestros desplazados vuelve al gran Capital. Otra parte se la quedan las oligarquías, que por cierto no les interesa lo que el papa diga y menos las iglesias que no dicen y hacen nada.
2. Enfrentar a este mal común, pasa por la lucha de construir una cultura alternativa a la del Capital, -cosa que Ellacuría ya propone y explica- y que deberíamos conocer.
También pasa por la dimensión personal, de una conducta que se ponga no sólo al margen, sino que, en contra de esa conducta que el sistema nos impone y que además vaya cargada de responsabilidad amorosa y solidaria; y de apuesta por lo nacional, por nuestra identidad propia que en nada chocaría con la visión utópica de vivir como hijos e hijas de Dios y hermanos entre sí. Una unidad diversa, pero una, en todos los niveles.
3. Los jóvenes no son, -como dicen algunos sabios y clarividentes revolucionarios-, bobos consumistas y superficiales. Definitivamente no son así, el problema es que no estamos dialogando con ellos y sus formas de ver y sentir las cosas. Muchos jóvenes sufren porque para estar bien, o su padre o su madre o ambos tienen que estar lejos y esa tristeza no tiene prensa.
A ellos les preocupa el problema de la basura y el deterioro del ambiente, muchos de ellos son reacios a caer en consumismos sin sentido, les preocupa el maltrato de animales y la violencia hacia las personas.
Es más, procesan con mayor facilidad en la perspectiva de los derechos, la diversidad en las expresiones sexuales de otras personas, no les gusta el abuso y la mentira.
Aspiran a tener su casita y lo ven fuera de alcance, quieren tener un empleo bien pagado para ser independientes, pero ven que no hay empleos y menos de aquellos bien pagados.
Pero esa frustración puede y debe convertirse en fuerza para cambiar la realidad, y eso pasa por la educación, la de verdad, la que va a la raíz de las cosas, la que ayuda a desplegar toda tu fuerza y creatividad.
El reto es grande, y muchos no nos vamos a correr.
*Investigador Social y docente universitario.