A un año de concluir el periodo presidencial de GANA, El Salvador se encuentra sumido en una profunda crisis social y económica que no resiste más. La potencialidad de una explosión social se conjugan con varias aristas.
Por: Igor Iván Villalta Sorto*
Los fenómenos climáticos nos golpean poniendo en peligro la seguridad alimentaria de todos los salvadoreños. En estos cuatro años de gobierno se le han entregado, en préstamos, un aproximado de tres millones de dólares diarios al gobierno y no se ve la inversión por ningún lado.
Nayib Bukele ha logrado aterrorizar a la población para que no se exprese, para que no disienta de los problemas que preocupan. Ha utilizado el control sobre el sistema de justicia para lograr sus fines de persecución política e intimidación. Desde la pandemia, y extralimitándose en el uso de los instrumentos jurídicos que le otorgó la Asamblea Legislativa, mantuvo a mucha gente privada de libertad por supuestos delitos cometidos.
El objetivo es claro, acostumbrar a la población a normalizar actos que se cometan en contra sus derechos políticos. Tratándolos como justos y adecuados. El objetivo estratégico es: por medio del terror lograr que las personas acepten la perdida de sus derechos ciudadanos.
Luego tras el rompimiento del pacto con las pandillas, denunciado nacional e internacionalmente, desata una persecución que recae sobre las personas más vulnerables, no para intimidarla a ellas sino para enviar un mensaje a toda la población sobre el poder en que se encuentra sentado, para suprimir cualquier derecho ciudadano y hacer lo que el presidente desee con las libertades individuales, otrora respetadas a partir de los acuerdos de paz.
El tener un líder fuerte, de mano dura, que resuelva con prontitud y eficiencia los problemas que se presentan día con día le ha granjeado al presidente réditos políticos. Debido a que al grueso de población le gustan las soluciones simples. Como poner en la cárcel a todo aquel que sea o parezca delincuente o pandillero y obtener fórmulas mágicas que nos permitan caminar a un mundo en donde todo funciona bien y que el ciudadano es tomando en cuenta en las decisiones del iluminado que todo lo ve y todo lo sabe.
Bukele, con su aparato de propagando ha logrado penetrar en la psiquis de las personas, haciéndoles creer que viven en un nuevo El Salvador, en donde las cosas comienzan a funcionar bien, en que ya estamos llegando a compararnos con países del primer mundo, en un país en que los extranjeros desean vivir, en donde los compatriotas quieren invertir porque ya hay seguridad con la famosa guerra en contra de las pandillas, que ya casi ganamos (de acuerdo al discurso oficial).
El gran problema que esta ilusión de país no resiste el análisis objetivo académico, debido a que los números no cuadran con ese país que existe únicamente en las mentes de quienes se aferran al metatarso, promovido por un ejército de agentes pagados con nuestros impuestos y que descalifican a todo aquel que presenta cuestionamientos con datos y observaciones de una realidad que se impone y que será en último caso lo que derrumbe el discurso falaz y manipulador.
En los hechos recientes de la muerte de 12 salvadoreños que asistían a un encuentro deportivo entre dos equipos de amplia trayectoria en nuestro país como Alianza y el Club deportivo FAS. Refleja el humor en la que se encuentra la sociedad salvadoreña. Como cinco mil personas no podían ingresar al estadio por una supuesta sobre venta de boletos. Esto desató el enojo y frustración de los aficionados que terminaron botando el portón. Posteriormente a ese acto se desató una estampida que ocasionó la muerte de las 12 personas y más de 100 heridos.
Claro la ley nos dice que los dirigentes del club local tienen la responsabilidad de que todo funciones bien, dentro y en la periferia del estadio. Por otro lado los administradores del estadio tienen responsabilidad, debido a que no fueron prudentes en habilitar otras puertas que les permitieran a los aficionados, ingresar al centro deportivo. Pero para la magnitud del evento, ¿no tienen responsabilidad también el estado en garantizar la vida de los asistentes?
En esquema del actual gobierno se buscan “chivos espiratorios” <<todos tienen culpa menos yo>> cuando existen deberes y obligaciones del estado. Estos se soslayan a la hora de deducir responsabilidades y se contradice el esquema del líder todo poderoso: “que todo lo puede y todo lo sabe”.
Luego se castiga a unas doctoras que expresaron sus consideraciones de haberles tocado un turno difícil, e inmediatamente son destituidas por la dirección del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).
El exponer molestias por haberles arruinado el día a unas personas que están contratadas para eso, denota falta de formación política e ideológica, no estar cocientes de sus responsabilidades como profesionales de la salud. Esto es condenable ante la opinión pública, precisamente porque ellas lo hicieron público.
Y se puede pasar por alto, si se tratase de personas que no tienen una formación académica y profesional para ostentar grado de doctora, pero en profesionales de la salud, no es tolerable. Este caso particular debela una formación exclusivamente técnica, con carencia de valores humanos y empatía hacia los seres humanos. A los que sirven.
*Biólogo investigador