Ética y democracia (Parte 1)

Ética, no es mala palabra. Por cierto, el proceso histórico de construcción de la democracia es parte de la dimensión ética que se desgaja de la vida misma de la especie humana.

Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre*

El plano de los Derechos que históricamente también se han ido construyendo a través de las luchas, que han sido cruentas, -la mayoría de veces-; ya que las mayorías populares siempre han encontrado como obstáculos en su proceso de humanización histórica, toda suerte de opresores, dictadores y tiranías con marcados intereses que de suyo marginan a los demás.

Los derechos humanos, casi siempre son relegados por las dictaduras; con el pretexto de combatir la maldad de algunos sectores, pero siempre se convierte en un sistema de control o es la antesala de una gobernanza autoritaria y por ende antidemocrática.

Ahora bien, si algo tiene nuestra gente, es un afianzamiento en la realidad.  De hecho, los conceptos, con toda su carga de sabiduría, de su basamento científico y de su cultura moral; no trasladan y menos construyen o actualizan una realidad foránea, y nos referimos a los conceptos sociológicos y de historia.  Los conceptos engañan, la realidad no. Es decir, los conceptos también son herramientas para el engaño si, y sólo sí, no orientan una práctica en la realidad, que de consistencia real a lo que los conceptos o palabras nos expresan como vida. Las Constituciones Políticas de Centroamérica son un claro ejemplo de esto.

De hecho, el ser humano en cuanto especie, no es sólo transmisión genética, como los animales; sino que también es Tradición.  Recibimos formas de estar en la realidad, culturas etc. En tal sentido, por el tipo de inteligencia sentiente, no tenemos más remedio que apropiarnos de ese haber humano. Y dentro de esa apropiación en el marco de la Cultura, y de nuestra visión del mundo, -aunque con niveles de ésta- sabemos distinguir la distancia entre el concepto y la realidad. Y solamente desde la educación, la buena por supuesto, y la correspondiente acción política, optamos por la transformación de las realidades que nos lleven a una vida mejor, que lleva inmersa la apropiación de esas tradiciones humanistas.

En ese sentido, sabemos que la realidad política nacional y centroamericana, -porque desde acá escribimos-, es una completa mascarada, es el festín de los corruptos y la causa de nuestra risa, por el mal teatro representado.

Pero, qué es la ética.

Parafraseando al Padre Ellacuría que decía respecto de la ética médica, que ésta fue hecha más por moralista que por médicos; ya que la deontología médica no está separada de la praxis médica como tal.  En ese marco nos atrevemos a decir, que la ética en la Política ha sido hecha más por charlatanes que por auténticos políticos preocupados por su mundo.  Para empezar, diremos que la ética es una dimensión exigida desde la misma naturaleza humana. Y siendo la política en sentido radical, la expresión de la praxis humana de los tipos de convivencia que vamos construyendo y reconstruyendo, su reflexión y en buena medida la necesaria actitud crítica de desenmascaramiento de las realidades y sus discursos, se convierte en una tarea ineludible para nosotros, que pretendemos ir reflexionando a partir de nuestras realidades, en búsqueda de nuevas posibilidades de vida.

“La fundamentación de la ética puede hacerse desde diferentes perspectivas.  Podríamos sistematizarlas muy esquemáticamente en tres grandes grupos: fundamentaciones teológico-religiosas, que sitúan el principio fundante de la ética en (un) Dios, Señor de la vida humana; fundamentaciones filosóficas, que ven en la propia estructura humana una dimensión ética; y fundamentaciones psico-sociales, que conciben la ordenación ética como una necesidad empírica, útil para la convivencia social o para el equilibrio psiquico.”1

Aunque en este artículo nos basaremos más en la perspectiva filosófica, queremos remarcar de paso, que la vida humana al igual que el agua, siempre encuentra sus cauces y se expresa en esos procesos históricos de humanización de nuestra especie. Y esa energía vital no es ortodoxamente academicista. En cuanto a la fundamentación teológico-religiosa vemos por ejemplo; una anciana que va a su iglesia, a cualquier iglesia que tenga una sana doctrina cercana al evangelio de Jesús, ella va a desarrollar una dimensión ética personal, considerando a los demás auténticos hijos e hijas de Dios y con una perspectiva de hermandad a la manera de Jesús; en consecuencia va a expresar una dimensión ética igual o superior, nunca menor, a cualquier persona con dos o tres maestrías, doctorados etc., porque su fundamentación para nada es inferior en términos de realidad social; independiente de que la anciana haya ido o no, a la escuela.  Eso ya nos muestra que la gente ignorante no es, y que la convivencia ética es parte importante de su vida; pero a su vez, ve que hay otras realidades en las cuales la ética no tiene espacio, como por ejemplo la política y los negocios. Entonces, la fe es de hecho un fundamento para la ética de verdad.

En el plano psico-social lo ejemplificaremos a partir de 3 lugares famosos por sus niveles de violencia y el control que las pandillas tenían en ellos: Distrito Italia, Comunidad Las Palmas y La Campanera.  En dichos lugares, como en todo el territorio nacional y centroamericano, la gran mayoría de la gente es buena, honesta y trabajadora.  Los malos o delincuentes son una ínfima minoría. Aunque para el común de la gente y sobre todo de los políticos la primera respuesta es la marginación y la etiqueta de lugares peligrosos por su gente.  Pero la realidad es que esas mayorías de población prefieren la sana convivencia porque eso les lleva paz a su vida, a pesar de las dificultades que han pasado.  Ahí se remarca, por cierto, los graves errores del Régimen de excepción en la guerra contra las pandillas; porque mucha gente victima de estos grupos, estaba sometida precisamente por el poder armado y la ejecución de la violencia criminal de estos grupos, a pesar de ser una inmensa mayoría, pacífica y desarmada; y dejadas por el Estado y el sistema a merced de estos grupos, que de hecho servían a la oligarquía como instrumento de expulsión de gente, para traducirlos en remesas, como hemos vistos en otros artículos.  Pues bien, la gente en su gran mayoría prefiere y escoge estar bien; lo triste de nuestras realidades es que no todos tenemos la posibilidad de vivir en mejores condiciones y en sana convivencia. Hay pues, una cierta propensión de la especie a estar mejor, como expresión de su lucha por la supervivencia. Estos lugares muestran a una población dispuesta a mantener la tranquilidad que se ha logrado; y los policías son los mejores testigos de esta aseveración.

La ética es una dimensión que se desgaja desde la misma realidad de nuestra especie, y es de suyo, una respuesta psico-biológica al problema de la supervivencia humana.  La realidad humana, como toda realidad es estructural y dinámica, y como tal se expresa históricamente.

En términos cristianos y sociológicos, podemos constatar tres elementos que nos muestran la conflictividad de la vida humana: El Tener, el Poder y el Saber.  Son tres elementos que son positivos y negativos a la vez, y que tienen su escenario tanto en la vida social, como en la vida personal.  Esos tres elementos constituyen la base en la cual se asienta nuestra realización como seres humanos.  Pero, cuando esos mismos tres elementos se extralimitan y se radicalizan egocéntricamente, nos llevan a una verdadera Tentación idolátrica basada en el Yo y no en la especie humana.

Cuando ese Tener, cae en la espiral acaparadora y acumuladora que infunde el sistema capitalista neoliberal, o cualquier otro sistema a lo largo de la historia; ese tener siempre va a ser en detrimento de los demás.  El tener como objetivo en sí mismo, lleva en su seno la realidad de marginación y empobrecimiento de los demás que son tus hermanos y hermanas.

Jesús nos muestra con su vida y con su palabra que somos auténticos hijos e hijas de Dios, hermanos entre sí, familia y pueblo de Dios en sentido estricto, más allá de cualquier institucionalidad religiosa.  Es una de las verdades radicales del evangelio.  Y las ciencias positivas nos muestran que compartimos un mismo esquema genético, que somos un estricto dimorfismo, que somos varón y mujer como realidad última de ser seres humanos; y como tal hemos ido en un proceso primero de hominización hasta un franco proceso histórico de humanización.  Entonces, el Tener cada vez más bienes en perjuicio de los demás, es lo que constituye una de las bases del pecado estructural.  La tradición católica cristiana por eso remarca qué sobre toda riqueza, pesa una hipoteca social.

Esa acumulación de bienes más allá de lo necesario, hay que verla en termino de continentes, regiones, países, comunidades y personas; ya que estas realidades constituyen parte de las bases de lo que Ellacuría llama el mal común.  De hecho, esa comunicabilidad del mal común se traslada incluso a las relaciones amorosas, que se trastocan en posesión del otro o de la otra persona.

El Poder, en cuanto posibilidades, está profundamente arraigado en el tener, ya que, en términos negativos, desde el poder se expresa mejor el talante idolátrico que asumen quienes basados en la acumulación abusiva de los bienes, ven de hecho a los demás como inferiores y como una amenaza a lo que creen que es su patrimonio exclusivo.  En ese sentido, Foucault nos habla precisamente del poder, no como un algo concreto, sino que, como Relaciones de poder.  Y esas relaciones dan por sentado la orientación de una lucha por el control de los mecanismos de fuerza y normatividad que den por resultado la institucionalización del dominio de unos cuantos por sobre determinadas mayorías.

En ese marco, no puede extrañarnos que cualquier dictadorzuelo vaya gestando una serie de alianzas con otros sectores dominantes para lograr sus propósitos políticos. Aunque no siempre estas alianzas de dominadores son fáciles.  Y el paso lógico que hemos visto a lo largo de la historia es, precisamente, la transformación de la institucionalidad lograda hasta ese momento.  Es decir, se cambian las reglas del juego y se construye una legitimación social e ideológica.  Ahora bien, cómo determinar si ese reajuste del poder es una revolución o es una involución.  Para eso hay que observar varios elementos, pero nosotros nos conformamos con dos para esta explicación: 1. ¿Ha mejorado la vida de las mayorías populares en términos sociales, económicos, políticos y culturales? y 2. ¿Realmente vamos en la ruta de un Desarrollo integral como sociedad?  Creemos que la respuesta a estos cuestionamientos debe ser tarea de todos y de todas las ciudadanas de nuestros territorios.

Cuando a Lenin le preguntaron sobre qué era el socialismo, respondió: Soviet y electrificación. Es decir, la unión de campesinos, obreros, soldados e intelectuales; eso según él era Democracia real, y la necesaria Electrificación que necesitaba la Rusia de ese entonces para empezar a dar su salto hacia el Desarrollo.

En cuanto al Saber, Marx en su Tesis sobre Feuerbach planteaba: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo.” Para nada Marx se refería a un uso panfletario del Saber como tal, sino que, más bien, remarcaba la praxis que nos debe de conducir a un abordaje de las realidades sociales.   Muchos de nuestros intelectuales, por ahora, están escribiendo los 12 tomos sobre la teología de la pila bautismal…

El saber rectamente orientado debe conducirnos a la construcción de posibilidades reales para nuestro crecimiento como persona y como Especie.  En ese sentido, las palabras del Papa Francisco respecto del mundo como la casa común, no es cualquier cosa; es un llamamiento vehemente a nuestras conciencias por considerar al mundo y a las criaturas, entre ellas el ser humano, como un regalo maravilloso que debemos cuidar y embellecer.  Esa consideración de nuestra casa común, tiene como saber, un carácter realmente trascendental.

En conclusión, para esta primera parte; la ética es la respuesta humana a esta conflictividad en cierta medida natural, pero que estamos llamados a superar si de verdad queremos una humanidad resplandeciente.  El ser humano es una esencia abierta, y en cierta medida esa indeterminación es la que nos convoca al futuro; nadie nace condenado a ser empobrecido y a morir empobrecido.

1 Escritos Filosóficos III; (Ignacio Ellacuría; UCA Editores; 2001; pág. 251); San Salvador, El Salvador.

*Investigador social.

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