El desencanto con la política que en general las mayorías padecen, como también sus expectativas generadas durante el proceso electivo presidencial pasado, fue ampliamente manipulada por el actual ejecutivo, explotando a su favor el sentido deseo de la generación de verdaderos cambios de parte de la población que transformara la realidad para esta.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Ahora, cuatro años después y ya de salida, solo le queda al ejecutivo el vergonzoso papel de mostrarse arrogante y esquivo con la población, con la que nunca interactúo, profundizando las medidas represivas dirigidas particularmente en contra de los sectores populares, so excusa de combatir a la delincuencia cuando en realidad es una justificación para adelantar su programa de ajuste estructural financiero, cuyo éxito reside precisamente en concentrar a través de veladas privatizaciones, la riqueza en los sectores privilegiados, mientras agudiza las condiciones desventajosas de la población desheredada, la mitad de la cual, ahora mismo debe saltearse los alimentos y no consumir carne.
A la carencia de políticas sociales de parte de esta gestión, y la nula prevención de estas situaciones, se le suma no solo el reajuste referido, que ya trastoco nuestra realidad económica agravándola, profundizando las desigualdades, despertando los resentimientos, esta vez de clase, y derivado en una nueva desbandada de nuestra mejor mano de obra, que huye del país en busca de mejores condiciones de vida que les permita un atisbo de humanidad y dignidad, permanentemente denegadas acá por su estatus social, la que de paso cargando sus desgracias a cuestas, será el sostén de nuestra economía mediante las remesas. Vaya cálculo de menuda trampa.
Por otro lado, a la manía de encubrir lo que no se ha hecho mediante excusas, distractores y la generación de realidades alternas virtuales, además de la consecuente negación de las mismas, se suma el crudo fracaso financiero al no haber logrado convencer a los inversionistas extranjeros, y en consecuencia, no haber generado empleos, escenario degenerado con las recurrentes prácticas de arbitrarios despidos de parte del régimen, por las razones más injustificadas e ilegítimas imaginables, mientras a la par el régimen engrasa excesivamente con elementos partidarios al estado, incapacitándolo y anquilosando, haciendo de este un elefante blanco que no puede atender sus obligaciones constitucionales y reduciéndolo a la represión, como única respuesta a las quejas ciudadanas.
Esto porque a los masivos despidos de funcionarios públicos se suma la creciente reducción del sector privado, afectado por la nula inversión, lo que se traduce en menos empleos para este sector.
Ello a su vez redunda en un crecimiento exponencial del sector informal, que es a su vez víctima de la represión estatal, por supuestamente estar ligado al hampa, que lo provisionaría mediante las cachadas de los recursos que comercia.
Es decir, un malhadado círculo pernicioso, que a nadie beneficia salvo a las élites y a sus representantes, que encuentran así en ello los medios para continuar su fiesta.
Sin empleo, sin inversión y sin un marco jurídico que admita a la ciudadanía.
Y sin un futuro.
*Educador salvadoreño