El fin de semana pasado hemos observado el proceso electoral argentino, en el que se midieron la propuesta del aún oficialista gobernante, don Sergio Massa, contra el señor Javier Miley, que se autodefine como el candidato contra sistema.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Como en el resto de Latinoamérica, el pueblo argentino padece el desánimo de no ver resueltas sus aspiraciones de prosperidad y seguridad, que prometió la instalación de la democracia, y que en cambio a derivado en una desmedida corruptela, sobre concentración de riqueza, desempleo, empobrecimiento, inequidad e injusticia social, que en nada difieren con las que los regímenes militares mantuvieron.
Consecuentemente las personas, los votantes, asocian esa decadencia con “el sistema democrático”, aceptando la tesis de que es precisamente este sistema, al que asocian con la continuidad y perpetuación de la injusticia, al que hay que desmontar.
Para lograrlo los supuestos antisistema, anti globalistas, procuran imponer una narrativa que establece una relación entre la institucionalidad y la corrupción, obviando el detalle de que el modelo de democracia que padecemos es por definición representativo, imponiendo al ciudadano aceptar ser representado por los partidos legalmente partícipes del proceso electoral, para los que el voto ciudadano es apenas el recurso que legitima su propuesta, que es una propuesta de clase, es decir, de las élites, reduciendo a la ciudadanía a apenas un recurso formal del proceso. Ese esquema es del que se valen igual los anti globalistas como Miley, como lo hacen el resto de políticos que no están por ley obligados a dar cumplimiento a la propuesta con la que convencieron a sus votantes.
Ahora bien, la propuesta del señor Miley, incendiaria y provocadora, no supone un proyecto que aclare de qué forma bajo su régimen, Argentina superará el bache en el que el solo gobierno neoliberal de Macri, hundió al país con una desmedida contratación de deuda [$32, 862, 000, 000. 00] que en su sola gestión triplicó la deuda nación de Argentina, y que sirviera solo para beneficiar a las corruptas élites argentinas representadas por él, hecho referido en sendos informes publicados por el FMI y corroborado por la fiscalía argentina.
Tampoco explica cómo su tesis de abrir a la Argentina al mercado global sin interferencia del estado argentino, se separa de las propuestas neoliberales de sus pares conservadores latinoamericanos, o de qué manera la dolarización que asegura será la panacea para la economía argentina impedirá que la riqueza se concentre en apenas un 1, o en el mejor de los casos, el 2% de la población total del país.
Porque sencillamente su propuesta no es antisistema, sino neoliberal, agravada porque claramente el señor Miley es además un demagogo entreguista desequilibrado, cuya única intensión objetiva es la concentración de la riqueza argentina en apenas el 1% que ya señalará el BID, y que en menos de un año supondrá para el país entero una debacle como todas las promovidas por sus pares entreguistas amparados en los EEUU. En suma, sólo otro bocazas como el que conocemos.
*Educador salvadoreño