¿Puede el amor ‘aliviar’ el dolor?

Los sentimientos intensos y apasionados de amor pueden proporcionar un alivio para el dolor de forma similar a los analgésicos o a ciertas drogas como la cocaína, según un estudio de la Universidad de Stanford.

En la cultura popular existe la creencia de que el amor lo cura todo. De hecho, se ha demostrado que algunas emociones positivas, como el amor, pueden actuar como un mecanismo natural de alivio del dolor. ¿Pero hay algún truco “milagroso” para que el cerebro pueda superar ese dolor?

Primeramente, hay que tener en cuenta que estas experiencias son subjetivas y pueden variar dependiendo de diversos factores como la personalidad, la historia de vida o la salud mental y física. Pero hay evidencia de que el amor puede tener ciertos beneficios en la percepción del dolor.

Por ejemplo, algunos estudios neurocientíficos han asociado el amor y la conexión emocional con la liberación de endorfinas o con efectos positivos en el sistema nervioso parasimpático. También desde la psicología se ha planteado que las emociones positivas pueden disminuir la percepción del dolor o reducir el estrés.

En concreto, según un estudio de la Universidad de Stanford, los sentimientos amorosos intensos y apasionados pueden proporcionar un alivio del dolor “sorprendentemente eficaz”, similar al de los analgésicos o al de drogas ilícitas como la cocaína, en palabras de los investigadores.

“Cuando las personas se encuentran en una fase apasionada y absorbente del amor, se producen alteraciones significativas en su estado de ánimo que influyen en su experiencia dolorosa”, afirmaba en su momento Sean Mackey, autor principal del estudio, que se publicó en 2010 en PLoS ONE.

Los investigadores han empezado a desentrañar algunos de estos sistemas de recompensa en el cerebro y cómo influyen en el dolor. “Se trata de sistemas cerebrales muy profundos y antiguos en los que interviene la dopamina, un neurotransmisor primario que influye en el estado de ánimo, la recompensa y la motivación”, explican.

Con todo, los científicos aún no están totalmente convencidos como para recomendar a los pacientes con dolor crónico que olviden los analgésicos y los sustituyan por una apasionada aventura amorosa.

Sin embargo, la esperanza de la comunidad científica se encuentra en poder comprender mejor cómo funcionan estas vías neuronales que se activan con el amor para poder explorar nuevos métodos que produzcan dichos beneficios.

Y es que, curiosamente, “las zonas del cerebro que se activan con el amor intenso son las mismas que los fármacos utilizan para reducir el dolor”, según Arthur Aron, profesor de psicología de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook que lleva más de 40 años estudiando el amor.

“Cuando se piensa en la persona amada, se produce una intensa activación en la zona de recompensa del cerebro: la misma zona que se ilumina cuando se toma cocaína y la misma que se ilumina cuando se gana mucho dinero”, concreta.

El punto de partida del equipo fue plantear la posibilidad de que ambos sentimientos (amor y dolor) pudieran modularse mutuamente. Así pues, pusieron en marcha un estudio para examinar las imágenes cerebrales de estudiantes universitarios que admitían estar “en la primera fase de amor intenso”.

Los investigadores reclutaron a 15 estudiantes universitarios (ocho mujeres y siete hombres) a los que se pidió que trajeran fotos de su persona amada y de alguien conocido a quien considerasen igualmente atractivo.

Después, les mostraron sucesivamente las fotos a los sujetos mientras calentaban un estimulador térmico controlado por ordenador colocado en la palma de la mano para causarles un dolor leve. Al mismo tiempo, se les escaneó el cerebro en una máquina de resonancia magnética funcional.

Además, se evaluó el nivel de alivio del dolor de los voluntarios mientras se les distraía con tareas de asociación de palabras. Todo ello, teniendo en cuenta que en otras ocasiones se ha demostrado científicamente que la distracción alivia el dolor, por lo que los investigadores querían asegurarse de que el amor no funcionaba sólo como “distracción” del dolor.

Así, los resultados mostraron que tanto el amor como la distracción reducían el dolor por igual. Sin embargo, lo que más sorprendió a los investigadores fue comprobar que ambas formas de ‘reducir’ el dolor utilizaban vías cerebrales muy diferentes.

“Con la prueba de distracción, las vías cerebrales que conducían al alivio del dolor eran sobre todo cognitivas”, indicó Jarred Younger, coautor del estudio y profesor en la Universidad de Stanford. “La reducción del dolor se asocia a las partes corticales superiores del cerebro mientras que la analgesia inducida por el amor está mucho más asociada a los centros de recompensa”, añadió.

Por tanto, “este fenómeno parece implicar aspectos más primitivos del cerebro, activando estructuras profundas que pueden bloquear el dolor a nivel medular, de forma similar a como actúan los analgésicos opiáceos”, en sus palabras.

‘Adicción’ al amor

Ahora bien, en lo que se refiere al dolor tras una relación romántica, Helen Fisher, científica de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, cree que hay que tratarlo como si fuese una adicción. Según su argumento, hay una región básica del cerebro (núcleo Accumbens, que trata las adicciones como el juego, el sexo o la comida), que se activa cuando estás feliz y enamorado o cuando te rechazan en el amor.

“El amor romántico es una adicción absolutamente maravillosa y positiva cuando la cosa va bien, y una adicción horrible y negativa cuando va mal. Así que la tienes que tratar como una adicción”, en palabras de Fisher.

Por ello, esta investigadora, que lleva más de 30 años estudiando el amor, cree que cuando se acaba una relación de pareja, lo más recomendable es intentar olvidar a esa persona. “No escribas, no llames, no coincidais, y cuando quedes con amigos, no preguntes sobre él o ella porque lo único que haces es fortalecer ese fantasma”, apunta.

En este sentido, sugiere que, hay que entender el problema para poder olvidarlo: “Haz mucho ejercicio. Eso activará el sistema de la dopamina y te dará un poco de energía, claridad y motivación. Es un analgésico. Hacer cosas nuevas activará el sistema de la dopamina. Y que te abracen o te den un masaje, te tranquiliza y estimula el sistema de la oxitocina”, explica.

“Lo peor que puedes hacer es quedarte tirado y pensar en ello. Cuando empiezas a olvidar el cerebro se recupera. Estamos construidos para amar, superarlo y volver a amar”, concluye.

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