Los estudios respaldan los efectos negativos del sedentarismo y los grandes beneficios de la actividad física regular tanto en el cuerpo como en la mente.
«Mens sana in corpore sano» decían los antiguos latinos. Y tenían toda la razón. Varios estudios científicos han demostrado la importancia de la actividad física para el cerebro, la alimentación, etcétera. Además, nuevas investigaciones siguen reafirmando la repercusión del sedentarismo en la esperanza de vida.
“Nuestro estudio sugiere que el comportamiento sedentario es un factor de riesgo de mortalidad”. Así de tajantes se mostraron Annemarie Koster y sus colegas tras realizar una investigación sobre la incidencia de la actividad física en la esperanza de vida de las personas.
El estudio analizaba a casi 2.000 personas de 50 años de Estados Unidos y comprobaba qué incidencia tenían sus hábitos en su fallecimiento más o menos prematuro.
Pero esta no es, ni mucho menos, la única investigación llevada a cabo sobre la cantidad de calorías ingeridas, las dietas sanas y la cantidad de calorías que hay que quemar.
Según un estudio realizado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Girona, la actividad física moderada durante al menos media hora durante 5 días a la semana, o incluso el ejercicio intenso durante al menos 20 minutos realizado 3 veces por semana, reducen casi un tercio el riesgo de mortalidad. A un resultado similar llegaron los científicos de la Universidad de Texas en un estudio publicado en The Lancet y en el que afirmaban que “el ejercicio a niveles muy bajos reduce las muertes por cualquier causa en un 14 por ciento».
Entonces, si se conocen los beneficios de la actividad física y las dietas equilibradas y saludables, ¿cómo puede ser que cada vez seamos más sedentarios? ¿Qué ha provocado este cambio de conducta en la sociedad?
Como indicaba el Doctor Rafael Urrialde, responsable del área de Salud y Nutrición de Coca-Cola Iberia, durante su intervención en el XIV Seminario de Nutrición “Controversias, Debates y Avances en Nutrición” (2013) organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, “el incremento sustancial del sedentarismo y la inactividad física está motivado por los cambios en los hábitos de vida de la población, tanto en los patrones alimentarios como de actividad física, y el descenso en el gasto energético en la vida cotidiana.
Vivimos en un entorno que hace que las personas sean inactivas porque, entre otros factores, las nuevas tecnologías contribuyen a que todo resulte más fácil, moverse sea cada vez menos necesario y además las actividades de ocio sean cada vez más sedentarias”.
Y es que, en realidad, la alimentación y el ejercicio físico van íntimamente ligados. Como demostró un equipo de la Universidad de Harvard, el ejercicio físico aumentaba la sensibilidad a ciertas señales de nuestro cuerpo, como la saciedad, y modificaba las respuestas del placer frente a la comida.
Todo ello se traducía en una dieta más sana y equilibrada. Como explica Miguel Alonso Alonso, coautor del estudio, «la actividad física parece tener una función facilitadora de conductas alimentarias encaminadas al seguimiento de una dieta sana».
Todo ello ha elevado el deporte de un plano exclusivamente de ocio a un estadio médico. De hecho, según el Urrialde, “una de las herramientas de salud pública con mayor potencial para poner freno a la epidemia de la obesidad es la prevención mediante la práctica habitual de actividad física”.
Beneficios de practicar deporte
Según los expertos, el ejercicio físico no solo desempeña un papel fundamental en la vida diaria sino que también tiene numerosos beneficios para la salud física y mental. Entre otras razones, es importante para la salud cardiovascular, musculoesquelética, el control del peso o el estado de ánimo.
Además, está comprobado que la actividad física regular está asociada con la reducción del riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer o enfermedades neurodegenerativas.
Asimismo, mejora la calidad del sueño y la salud mental (está vinculado a la reducción del riesgo de depresión y ansiedad) y aumenta la energía y resistencia. Por otro lado, participar en actividades físicas proporciona oportunidades para socializar, mejorar la autoestima y la confianza o aumentar la longevidad, entre otros beneficios.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para obtener beneficios significativos para la salud, se recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada a intensa por semana, además de ejercicios de fortalecimiento muscular al menos dos días a la semana. La combinación de ejercicio aeróbico y ejercicios de fuerza proporciona beneficios integrales para la salud.
Sin embargo, es importante recordar que antes de comenzar cualquier programa de ejercicios, se aconseja consultar con un profesional de la salud, especialmente para aquellas personas que tienen condiciones médicas preexistentes.
Fuente: Muy Interesante