«La educación es pasaporte al futuro: se forja en el presente; su cimiento es el pueblo de hoy».
Por: Miguel a. Saavedra
Es innegable que nuestra sociedad está enfrentando una crisis. Una sociedad en la que solo uno de cada diez ciudadanos tiene la oportunidad de un desarrollo pleno, mientras que la mayoría, el 90% o más, está condenada a un ciclo de exclusión y pobreza.
Los datos alarmantes muestran el colapso tanto en el ámbito académico como cultural de nuestra sociedad. A través de un análisis exhaustivo, exploraremos los factores que contribuyen a este colapso y discutiremos posibles soluciones. Es crucial entender la gravedad de este problema y tomar medidas inmediatas para revertir esta tendencia alarmante.
La espiral descendente del sistema educativo
En El Salvador, se está gestando una sociedad donde solo uno de cada diez ciudadanos tiene la oportunidad plena de desarrollarse, mientras que el mayoritario 90% queda condenado a reproducir ciclos de exclusión y pobreza. Según los últimos datos, de cada diez estudiantes que culminan el segundo ciclo de educación básica (6° grado), solo cuatro llegan a la educación media o bachillerato; de los cuales, solo dos ingresan a estudios universitarios. Esto significa que en toda la vida educativa de los ciudadanos, solo uno de cada diez se convierte en un profesional universitario graduado.
Los datos de encuestas de hogares y usos múltiples EHPM 2022 revelan que el promedio de escolaridad es de 7,2 grados, lo que indica un avance escaso en décadas. Además, el 75% de los estudiantes de El Salvador tienen una computadora en el hogar, pero solo el 42% tienen acceso a Internet. A pesar de la entrega masiva de laptop y tablet, la brecha digital no se cierra.
Débil fundamento en matemáticas y ciencias
Evaluaciones internacionales, como el PISA 2022, revelan datos preocupantes sobre las habilidades cognitivas de los estudiantes. Solo el 3.2% de los estudiantes de tercer grado demuestran dominio en matemáticas, y los números disminuyen a apenas el 1% en sexto grado.
Este débil fundamento en matemáticas y ciencias conduce a un bajo rendimiento en grados superiores, como lo demuestran los resultados de la PAES (Prueba de Actitudes y Enseñanza en El Salvador).cuyo promedio apenas supera la media de 5 en 23 años de implementada.
El Salvador se encuentra entre los últimos lugares en evaluaciones internacionales, como el PISA, en comparación con países como Guatemala, República Dominicana, Paraguay y Camboya. Nuestra puntuación en matemáticas es de escasos 343 sobre 500, y en ciencias ocupamos el puesto 129 de 146 países. Nuestro rendimiento en lectura se encuentra en desalentador lugar 135.
Tasas de Analfabetismo y Hambre
El 20% de estudiantes pasa hambre: reflejo de la pobreza del país. Sorprendentemente, el 20% de los estudiantes salvadoreños entre los 15 y 16 años admiten saltarse comidas al menos una vez a la semana debido a la falta de alimentos en sus familias. Situación que se agrava pues “como el niño o adolescente va a pesar bien con la barriga vacía». En estos últimos años se ha reducido o eliminado en las escuelas el programa de refrigerio escolar que suplía la falta de alimentos en la casa de estos estudiantes.
El analfabetismo sigue siendo un problema importante, en cantones y caseríos, destacando las precarias condiciones socioeconómicas dentro de nuestro país.
Apuesta fallida por el «innovacionismo light»
La entrega masiva de laptops y tabletas, realizada con el objetivo de reducir la brecha digital, no ha logrado detener los preocupantes datos de la crisis educativa. Pero la falta de infraestructura y acceso a internet en las zonas rurales contribuye a la brecha digital existente en nuestro país. Esto resulta en una desigualdad en el acceso a recursos educativos y oportunidades para los estudiantes de estas áreas.
El pretendido innovacionismo sin raíz, ni sustancia no prevé resultados sostenibles per sé. Se ha priorizado la entrega masiva de artefactos tecnológicos, pero sin acompañamiento pedagógico ni conectividad real. Falta de capacitación docente en metodologías innovadoras centradas en el estudiante. Escaso desarrollo de contenidos digitales adaptados a nuestro contexto y cultura. Falta de inversión en infraestructura TIC y mantenimiento de los equipos entregados. Visión cortoplacista sin garantizar sostenibilidad de programas y uso efectivo de la tecnología.
Un futuro oscuro sin política educativa clara
Ausencia de planes estratégicos de mediano y largo plazo con metas e indicadores verificables. Fragmentación y desarticulación de esfuerzos institucionales ante falta de conducción central. Poca inversión en formación docente de calidad e incentivos al magisterio. Exclusión e inequidad como lastre para el desarrollo social y productivo del país.
Es importante tener en cuenta que el mero enfoque en el innovacionismo tecnológico sin raíces ni sustancia no garantiza resultados sostenibles por sí solo. De las instituciones públicas involucradas, solo tres de cada diez tienen acceso a internet, mientras que siete carecen de esta conexión.
Pérdida de la función transformadora de la universidad
La UES, única Universidad estatal del país tiene el presupuesto más bajo de la región y no recibe el apoyo necesario para su funcionamiento y I+D. La institución ha sido convertida en un local y bodega para eventos del gobierno nacional y ha perdido su rigor científico, su prestigio académico y su autonomía. Desfinanciamiento que impide cumplir su triple rol de docencia, investigación y vinculación con la sociedad.
Pérdida de autonomía ante politización excesiva e injerencia gubernamental en lo académico y obstrucción institucional ocasionada por el ahogamiento presupuestario por la falta de recursos y entrega oportuna de los recursos otorgados por ley. Éxodo de talentos por falta de oportunidades y precariedad laboral en el sector público. Rezago curricular y poca pertinencia de carreras ante los nuevos requerimientos del entorno.
La universidad estatal del país ha experimentado una disminución en su presupuesto tanto para su mantenimiento como para la investigación científica. Esto ha llevado a una baja en la calidad de la educación superior y a la falta de incentivos para la generación de conocimiento y desarrollo de investigaciones relevantes. Es una «Alma mater sin alma», perdió la vocación universal de toda universidad. Por ello es motivo de profunda reflexión el camino recorrido por nuestra alma máter en las últimas décadas. Esa institución que tanto contribuyó a la construcción de una identidad nacional libre e independiente, forjando con su saber las bases del estado moderno. Su misión trascendental era formar ciudadanos capaces de pensar con espíritu crítico, servir a la sociedad con ética y liderar los destinos de la nación con visión de futuro. No se limitaba a transmitir conocimientos, sino a cuestionar el statu quo e impulsar la transformación social.
A pesar de contar con 41 instituciones de educación superior en los últimos 30 años, El Salvador no ha patentado ninguna invención o investigación científica que lo acredite como autoridad en investigación y desarrollo, a excepción de la universidad estatal. Esta última ha logrado reconocimiento internacional en solo 5 a 10 casos en tres décadas, una cifra muy inferior a la de su contraparte centroamericana, Costa Rica, que cuenta con 44 patentes internacionales.
Relegamiento de lo cultural
En cuanto al panorama cultural, también se han observado preocupantes señales de deterioro. Los espacios culturales y artísticos enfrentan dificultades para acceder a financiamiento y apoyo gubernamental. Las políticas culturales han sido relegadas a un segundo o tercer plano, lo que ha llevado a una disminución en la promoción de las artes, la literatura y la preservación del patrimonio cultural.
Además, se han cerrado centros de lectura y cultura para reemplazarlos con instalaciones lúdicas, como los llamados «CUBO», y de la recién inaugurada Biblioteca Nacional donde se tergiversa el concepto mismo de biblioteca, desnaturalizando su esencia con el confuso look de «Biblio Discotec-Gamers» y Centro Tracking de Negocios .
Reafirma la evidente apuesta que produce la pérdida de espacios físicos para la lectura, la consulta de conocimientos y la promoción de eventos literarios y culturales. La falta de inversión en educación y cultura tiene graves consecuencias a largo plazo para el desarrollo de un país. Sin una base educativa sólida y sin un entorno propicio para la expresión artística y cultural, se limita el potencial de crecimiento y desarrollo de la sociedad salvadoreña.
La falta de políticas públicas sostenibles y decisiones educativas claras que superen esta situación es la causa principal de la preocupante y desoladora perspectiva de desarrollo educativo en El Salvador.
Conclusión:
Luego de analizar estos sombríos datos que reflejan el estado calamitoso de nuestra educación. Un sistema educativo al borde del colapso, urge tomar medidas. Este sombrío diagnóstico refleja la grave crisis que atraviesa nuestro sistema educativo, y la necesidad imperiosa de tomar decisiones valientes que garantice el derecho a la educación de calidad para todas las nuevas generaciones.
De no actuar, el futuro se presenta realmente desolador. Urge emprender un debate profundo y sincero sobre las causas de este colapso, sin temor a incomodar intereses. Debemos diagnosticar sin tapujos dónde radican las fallas, tanto estructurales como de gestión. También debatir con valentía sobre las soluciones.
Los innovacionismos tecnológicos no bastan si no existen políticas públicas claras y decisiones educativas estratégicas que supere esa lógica donde solo uno de diez llega al logro académico que le permite vivir y desarrollarse, dejando anclados al 90% condenados a reproducir ciclos perversos inhumanos.
Es importante que se tomen medidas urgentes para mejorar la educación en El Salvador y garantizar el derecho a una educación de calidad para todos los ciudadanos. La gente, la población, a través de la movilización organizada tiene que hacer valer sus derechos.