LA CONTAMINACIÓN EN NUESTROS ECOSISTEMAS.

Por Igor Iván Villalta Sorto*.

En reciente artículo publicado por BBC MUNDO, aborda el tema de una cantidad de barriles conteniendo residuos tóxicos de dicloro difenil tricloroetano (DDT) que puede llegar a medio millón de barriles, en aguas oceánicas que bañan las costas de California, pero no sólo esos contaminantes contiene la región marítima costera de California, se calcula que puede existir residuos radioactivos y desechos de armamentos.

Comenta el mismo artículo que en esas épocas se trabajaba con la idea que: “la disolución es la solución a la polución” que independiente que se trate de ideas generadas por una supina ignorancia. Se trata de una idea cómoda y conveniente para las diferentes industrias que generan cantidades de elementos letales y tóxicos que al final de los procesos los costos de resguardo y de mantenerlos en estado inerte pueden ser muy elevados. En ese caso dejémoslo en los ecosistemas esperando que estos los degraden y los conviertan en inocuos.

Esta es una gran falacia con la que han venido trabajando muchas de las empresas que gustan de las ganancias, pero no asumen sus responsabilidades para la preservación de la vida en el planeta. Cuando trabajaba en una universidad privada del país se vertían a la cañería todo tipo de solventes que indudablemente eran desechados al rio Acelhuate que desemboca en el rio Lempa y de este al Océano Pacifico.

Por pura ironía el significado primario de Acelhuate es “rio de regadíos” y eso se mantiene. En una investigación que realicé, en todo el país, junto con la Lic. Marta Argueta, la Lic. Thania Benítez y las orientaciones del Dr. Celso Rodríguez Echenique, como parte de la Facultad de Química y Farmacia de la Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer (USAM) sobre plantas alimenticias en El Salvador.

Nos pudimos dar cuenta que en las islas que se forman en el rio antes mencionado se siembra rábano (Rhathanus sativus) planta de mucha demanda en nuestro país por su raíz roja que ayuda a la función hepática, pero que la mayor cantidad de nutrientes la poseen las hojas.

Habría que realizar estudios toxicológicos que determine si las hojas y la raíz son inocuas para el consumo humano. Con el rábano, como en muchos de los casos de otros alimentos desechamos lo más valioso y consumimos el menor valor nutritivo. Por ejemplo al maíz, se le eliminan las enzimas y el hierro para elaborar harinas, lo más nutritivo del pan es el afrecho y se le da al ganado y así cantidad de “alimentos” que nos engordan, pero no nos nutren.

También conversé con un agrónomo y me invitó a visitar un cultivo de chipilín (Crotalaria longirostrata) planta muy consumida en nuestro país ya que se elaboran tamales y sopas. En épocas pasadas el ambiente era más sano y la población más reducida, así que se obtenían las hojas de la planta de cultivos caseros o silvestres, pero en nuestros tiempos y con la gran demanda que existe se deben destinar zonas para el cultivo intensivo y eso conlleva a utilizar plaguicidas y otros agroquímicos que envenenan el agua, el suelo y también las hojas que la población consume.

Conversando con un amigo que actualmente reside en Canadá del cual me reservo su nombre por razones de tratarse de un connotado personaje de la vida nacional. Me decía, en relación al hecho de que se había depositado munición vencida de la Segunda Guerra Mundial por el gobierno de Estados Unidos en la zona marina que corresponde a El Salvador.

La respuesta del amigo fue la siguiente: “en uno de los viajes al país, vi el mapa de un salvadoreño aficionado a la navegación, con indicaciones precisas frente al puerto de la Libertad y una vasta zona de nuestro lecho marítimo, de esas municiones y deshechos de guerra (II GM), que Estados Unidos tiró frente a las costas salvadoreñas. Con la venia de las autoridades, supongo.”

Lo que sucede en california no solo conlleva repercusiones nocivas para las personas que habitan el lugar sino para una gran cantidad de aves migratorias, mamíferos marinos como ballenas, delfines, focas y leones marinos. Así como una gran cantidad de peses extraídos por la pesca y consumidos por las poblaciones. Se ha comprobado suficientemente de la introducción del DDT a la cadena alimenticia y los estragos ocasionados a las aves por la reducción de la cubierta protectora de los huevos de aves.

Ahora, los desechos de guerra también pueden contener metales pesados y otros elementos letales para la vida que como hemos visto se vencen y luego deben ser desechados. Una forma fácil es abandonarlos en los ecosistemas. Como podemos reflexionar los desechos de guerra y su potencial letal no se limita únicamente a su “vida útil” sino que su secuela de muerte puede conservarse por mucho tiempo más. Precisamente me viene a la mente un documental sobre perros utilizados como herramientas en la búsqueda de

elementos de bombas de racimo en Camboya dejadas por el ejército estadounidense hace más de 50 años y que continúan siendo letales.

Ahora que se estimula la guerra por razones políticas, económicas y hegemónicas, y los políticos se preparan para dedicar más presupuestos para el esfuerzo bélico, debemos de cuestionarnos, en el caso que sobreviva la humanidad, cuantos seres vivos seguirán muriendo producto de un enemigo invisible.

*Biólogo investigador

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