Por: MIGUEL BLANDINO.
En El Salvador, desde 2019, los dirigentes del partido FMLN han venido afirmando que el gobierno de bukele no tiene ninguna idea de lo que está haciendo y que lo suyo son ocurrencias de un semi analfabeta que apenas distingue algo de la realidad entre las brumas de sus experiencias con la cocaína, mientras se entretiene con video juegos.
Pienso -dándoles el beneficio de la duda y otorgándoles una pizca de sinceridad y buena fe- que se equivocan de cabo a rabo y que el actual presidente de El Salvador ejecuta minuciosa y disciplinadamente un plan de gobierno cuyo objetivo estratégico es la despoblación del territorio nacional para establecer un régimen feudal -al estilo de Andorra o Mónaco- en donde el grupo de oligarcas y nuevos ricos nativos y extranjeros sospechosos de enriquecimiento mal habido puedan reinar a sus anchas.
En esos “países”, principados de nuevo cuño, toda la tierra pertenece a los príncipes y las actividades económicas están relacionadas con el turismo, la industria inmobiliaria, la banca y las finanzas.
Verdaderos paraísos para los criminales –los de cuello blanco y los del crimen organizado del “bajo mundo”- donde al igual que en modernas cuevas de Aladino se radican y adquieren la ciudadanía y con ella la inmunidad, frente a toda orden de captura.
La baja o nula fiscalidad atrae como moscas a los corruptos y sus maletas de dinero hacia esos “países” en donde provocan el fenómeno del encarecimiento de la vivienda que hoy llaman “gentrificación”.
Pero más grave aún es la “financiarización” de la vivienda, es decir, la industria de la construcción como medio para lavar dinero, pero con fines especulativos y no para rentarla, porque no hay quien pueda pagar las mensualidades. Ese encarecimiento contribuye a una acelerada expulsión de la población nacida en el país que carece de recursos para pagar un techo.
Sin embargo, los dirigentes izquierdistas “ingenuamente” basan sus críticas al tirano en que no existe relación entre el documento plagiario que presentó como plan de gobierno –conocido como Plan Cuscatlán- y los principales ejes reales de su gobierno.
Dicen que es un mentiroso. Incluso le acusan fraude por no haber cumplido ni una de las quince promesas que lanzó al auditorio de la Universidad de El Salvador (UES), en la única aparición pública que tuvo como candidato.
Que bukele carece de una formación académica es una verdad que todo mundo conoce. Pero la ley constitucional no establece un requisito educativo mínimo para ser Presidente de la República de El Salvador –no sé en otros países, pero en El Salvador no se necesita comprobante de estudios para encabezar el poder ejecutivo-. Y la Carta Magna tampoco detalla cual es el tipo de sustancias que son morales o las que son inmorales ni dice nada sobre las aficiones de los aspirantes. Apenas establece algunas vaguedades como “moralidad e instrucción notorias” (Art.151 Cn.), sin explicar a qué se refería el Constituyente con ese oscuro requisito.
De hecho, la historia salvadoreña muestra que ya antes que el actual presidente -en vías de convertirse en el primer dictador del siglo XXI- ya hubo otro presidente ultraderechista –eso tampoco es ilegítimo ni ilegal-, también descendiente de “turco” como el actual descendiente de palestinos, que tampoco presentó en su currículo un grado superior al que dice “lee y escribe” y toda su experiencia laboral fue la de haber sido locutor de futbol, sin agraviar a Joserra Fernández, porque el veterano comentarista mexicano sí se graduó de la universidad como Administrador de Empresas en la BUAP de su querida Puebla de los Ángeles.
Incluso, el primer presidente que ganó con las siglas del izquierdista FMLN tampoco tenía otro título que demostrara haber cursado estudios superiores al de bachiller de la República, lo cual no es para nada deshonroso en un país en el que el promedio nacional apenas es de primer grado de la secundaria, muy inferior a los once años de escuela que tuvo que cursar aquel para ser bachiller. Y también resulta que el seudo izquierdista únicamente podía comprobar una experiencia laboral como comentarista de la tele.
Dejémoslo ahí, porque en este artículo no es sobre bachilleres comentaristas que alcanzan el sueño de Ronald Reagan y Rambo, porque donde sí que quiero ahondar es en la falsedad de la idea de que el bachiller bukele va por la vida como aprendiz, y gobernando a puro ensayo y error.
Pobrecito, de ser así, en vez de hacer leña del pobre ser amado de sus fans, en un acto de buena fe, dándole el criterio de oportunidad y de confianza, los que sostienen eso tendrían que ayudarle a no cometer tanto “error” y tantas y tan constantes violaciones a la Constitución, las leyes y la institucionalidad de la República, que es a lo que verdaderamente se ha dedicado con ahínco y pasión.
Verdaderamente hay que ser un pobre oligofrénico, un ingenuo imperdonable o un absoluto pícaro cómplice redomado de la familia bukele, para pensar o querer convencernos de que el tal presidente no sabe lo que está haciendo y solamente se la pasa improvisando a ver que le sale.
Veamos: la ley de expropiación urgente llamada Ley de Dominio Eminente de Inmuebles para Obras Municipales e Institucionales, promovida por “el presidente de la República”, de acuerdo con el texto del Dictamen No. 22 (favorable), del 22 de noviembre de 2021, tiene por objeto el robo de los bienes inmuebles de toda naturaleza, urbano o rural, viejo o nuevo, bajo el pretexto de una expropiación con fines de interés público.
Basta con que la “autoridad competente” acuda a un juez de lo civil y declare que es de carácter urgente la apropiación del inmueble y que en “compensación” está dispuesta a ofrecerle al pobre propietario un módico monto de efectivo para que el juez notifique al afectado y se haga realidad el “dominio eminente”.
La decisión es inapelable. La única posibilidad que tienen las víctimas es la de decirle al juez que por amor de dios le diga a la autoridad expropiadora que le suba un poquito al precio. Acerca de apelar al respeto por la propiedad privada, eso sí que no, y menos así como están las cosas donde por cualquier manifestación de desacuerdo a un pobre cristiano desprotegido le pueden aplicar el régimen de excepción, la ley estrella del bukelato.
Una nieta de familia oligárquica que al inicio de la guerra fue generosamente indemnizada para que entregara sus tierras “antes que los comunistas se las quitaran”, hoy está pidiendo que se las devuelvan o, en su defecto, le paguen un poquito más de doscientos millones de dólares. Como los campesinos no tienen esa cantidad de dinero, el justo juez bukele les va a quitar la tierra, los va a expulsar de ella a punta de fusil.
La oligárquica familia Dueñas, propietaria de Urbánica -Sociedad Dueñas Hermanos Limitada- destruye la última reserva de agua del norte de la zona conurbada del Área Metropolitana de San Salvador. El proyecto, que afectará 526 manzanas de tierra y que albergará ocho mil viviendas, se desarrolla sobre la “olla” al pie del volcán de San Salvador, donde el agua de las lluvias se infiltra y almacena. Entre las obras se incluyen centros comerciales, parques, escuelas y hospitales para una población de altos ingresos que podrá disponer de toda el agua del subsuelo… agua que por ahora abastece toda la zona norte y oriental de la capital. Municipios dormitorios como Apopa, Nejapa, Tonacatepeque, Ilopango, Soyapango y muchos otros, poblados por centenares de miles de familias obreras simplemente se quedarán sin el vital líquido para favorecer el modelo de desarrollo del que ya están excluidos.
A punto de ser desalojadas se encuentran las decenas de familias de pescadores que habitan la Isla Tasajera que es reclamada como propia la familia Closa Salazar, la que cuenta con el respaldo de la ministra de vivienda del gobierno salvadoreño y de su policía y fuerza armada.
Centenares de familias campesinas han sido desalojadas de sus propiedades por el gobierno de los musulmanes para la construcción de un aeropuerto inviable e infame. Es inviable porque se asienta en humedales e infame porque la idiocia del aprendiz de monarca ha destruido todo el manglar que era una reserva de la biosfera que albergaba todas las formas de vida que existen en la frontera donde se juntan la tierra y el océano.
La ambición de enriquecimiento de la actual familia gobernante le es tolerada por los verdaderos amos, los que concibieron el proyecto y lo han venido impulsando desde ya hace unas dos décadas: el crimen organizado internacional, que necesita un lugar donde asentar su gran empresa financiera para el lavado masivo del gigantesco capital que generan todas sus actividades delictivas a nivel continental.