Luigi Zoja, escritor italiano, es un analista jungiano que proviene de las filas de la economía y la sociología. Pública “Paranoia. La locura que hace la historia” en el dos mil once. Se propone construir una historia de la paranoia, en el marco de la enfermedad mental, procurando pensar la enorme complejidad que se revela en este trastorno emocional que afecta la percepción del mundo, la creación de vínculos con lo demás y con lo otro de nosotros mismos.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*
Heráclito había señalado que polemos, la guerra, es el padre de todas las cosas. Este padre afirma su poder, al ingenio de la paranoia que impregna de odio y desconfianza al mundo humano. Zoja no busca sugerir una terapia para un problema tan complejo, pretende abrir una comprensión moral de las posibilidades que se alojan en lo más profundo de nuestro psiquismo. La tarea es reconocerla como “una posibilidad presente en todos nosotros: como un arquetipo”.
El mundo griego, nos legó el deseo de alcanzar el conocimiento adecuado de todo lo que ocurre. También nos enseñó, las profundas contradicciones y tensiones de las fuerzas oscuras que inundan nuestro interior que, adquieren una espantosa presencia exterior en nuestras acciones. Estas fuerzas oscuras, son capaces de perturbar nuestra mente y psiquismo, hundiéndose en la soledad de la locura y el delirio. Zoja encuentra en la tragedia griega, el punto de partida para emprender el camino hacía el conocimiento de esta locura colectiva que hace historia. La escena de la locura de Áyax, permite captar el dispositivo anímico que se pone en juego en la paranoia.
Según el poeta trágico griego Sófocles, cuando Aquiles murió, tras ser alcanzado por una flecha de Paris, Áyax y Odiseo consiguieron recuperar el cuerpo. Tras los juegos funerarios, ambos héroes reclamaron la armadura de Aquiles. Odiseo recibió la armadura y Áyax quedó enloquecido de furia. En su delirio confundió un rebaño de ovejas con los líderes aqueos, Odiseo y Agamenón, y mató a todos los animales. Cuando Áyax despertó de su locura, vio que había deshonrado su espada de guerrero con sangre de animales domésticos y decidió quitarse la vida.
En la paranoia, la mente se ve afectada por sus propios recursos, al invertir todo el ordenamiento psíquico interior. En las mentes armadas por la sospecha, la creatividad de los símbolos se transforma en destructividad. Zoja ve reflejado el proceder anímico paranoico escenificado por Sófocles en su Áyax, en algunos personajes de la historia como Hitler, Mussolini, Stalin, Bush, entre otros. También en acontecimientos históricos marcados por la devastación y la muerte como la conquista del nuevo mundo, el nacionalismo europeo de los siglos XVII y XVIII, el proceso de colonización de Estados Unidos, la Gran Guerra, la Segunda Guerra Mundial, la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, la guerra fría, los procesos nacionalistas y racistas del siglo XIX y XX y el despliegue en el siglo XX de la cultura de masas, anclada en la sospecha y la desconfianza de todo lo existente.
La oscura verdad es, la enorme fragilidad de nuestra estructura emocional en momentos de gran tensión, que tergiversa las relaciones entre lo simbólico y lo real. Y despliega una vecindad fatal entre el bien y el mal. El proceder paranoico cierra al individuo en una profunda soledad que impide la interacción efectiva con los otros. El individuo se encierra en un sí mismo autorreferencial y niega el contacto con los demás, al asumirlos como extraños y enemigos potenciales. Hay una actitud de constante sospecha frente a todos los demás, a lo existente y a lo venidero, sospecha exagerada que no abre al individuo a nuevas posibilidades. Generando la convicción de ser víctima de un complot exterior, cuyo único objetivo es aniquilarlo y borrar toda huella de su presencia en el mundo. La respuesta del individuo paranoico a las dificultades con la que se topa, es siempre exagerada. El individuo paranoico obra según una lógica delirante. Convierte todo lo que le inquieta en una cuestión vital y no en consideraciones ponderadas de las situaciones que lo afectan.
La lógica de proceder de una mente paranoica es la “inversión de las causas”. La actitud de desconfianza generalizada da como hecho, aquello que es mera posibilidad y busca justificar lo que presupone. El otro es tomado como enemigo real o potencial. Desatado el proceso paranoico este se alimenta de sí mismo. A este movimiento circular Zoja lo denomina autotropismo.
El proceder de una mente paranoica se proyecta en el mundo social, reforzando la actitud individual, contaminando a los demás de modo colectivo. Se expande como patología de la cultura y afecta la forma como comprendemos los vínculos sociales.
Los dispositivos paranoicos muestran como en nuestro momento histórico, se ha venido incrementado el despliegue de esta enfermedad del alma que afecta nuestro entorno social, cultural y político. El aislamiento paranoico, es reforzado por la cultura del rumor y los mecanismos de comunicación masiva, minando la visión más tolerante de las diferencias y de la fragilidad constitutiva de lo humano. La conformación de regímenes totalitarios y el incremento de posiciones nacionalistas, chovinista y raciales, son modelos de una interioridad emocionalmente enferma.
En nosotros se halla la posibilidad de hundirnos en la locura que ha hecho la historia y la posibilidad abierta del deber histórico de revertirla. Luigi Zoja lo ejemplifica apelando a la fábula cherokee de los dos lobos. “Un anciano le dice a un niño: dentro de ti hay dos lobos que combaten una lucha mortal. Uno es bueno, generoso, sereno, humilde y sincero. El otro está lleno de rencor, agresividad, orgullo, sentimiento de superioridad y egoísmo. ¿Quién vencerá?, pregunta el niño. El que tú alimentes, responde el adulto”. Esta pregunta está abierta y su respuesta depende de lo que alimente el interior de cada una de nosotros.
*Psicólogo salvadoreño